lunes, 31 de diciembre de 2007
Kant, las sillas y la política
Basta leerlo para descubrir que de verdad podemos hacer de nuestro país lo que decidamos
La victoria del NO es el preludio de la derrota de Chávez. Es imposible que se sostenga un régimen cuyos ministros ¡o el propio Presidente! vociferan contra el consumismo capitalista sin tener en cuenta el precio exorbitante de la corbata, el reloj o el traje que ostentan. La cara de Pedro Carreño cuando la periodista le hizo la pregunta fulminante, es ya un pedazo de La Caída.
No son viables, estos niveles de inseguridad y desabastecimiento o la regaladera de dólares a otros países. Más temprano que tarde este absurdo va a implosionar, ¡se va a fracturar solito! Para cuando eso ocurra, mejor es que tengamos, si no un proyecto de sociedad -que difícilmente vamos a cuajar en tan corto tiempo- al menos sí, algunas ideas acerca de cómo enfrentar el desastre que heredaremos. A tales fines, reflexionar sobre Kant nunca estará de más.
Mi artículo anterior asomó lo esencial de dicho autor: la diferencia radical entre, por un lado, la filosofía previa a él (y a Descartes), el carácter pasivo o contemplativo del conocimiento que pretendía captar la realidad "tal como ella es en sí misma" y, por el otro, la filosofía crítica kantiana: la conciencia, lejos de ser pasiva es esencialmente activa. Ella, de alguna manera, produce la realidad exterior, que jamás es "en sí misma" sino que viene ya preconstituida por nuestra subjetividad.
Es ésta la que determina, o sea, la que pone lo esencial de la realidad; no el conocerla sino el interpretarla, criticarla y finalmente producirla, ¡crearla! Todo lo cual estaba ya en Kant, aunque sólo dos siglos más tarde empiece a captarse masivamente, a nivel de autoayuda.
Burlas e ironías
Pero no caiga, por piedad, el lector, el estudiante en general o las estudiosas de los derechos humanos, en las burlas e ironías a las que suelen apelar los críticos de Kant y del subjetivismo: "¿Me vas a decir que estas dos sillas en las que estamos sentados no existen en sí mismas? ¿Crees de verdad que ellas son producidas por nuestra subjetividad? ¿No te da miedo que por un descuido o parpadeo de tu capacidad de producir tu silla, ésta desaparezca y tú te caigas? ¿De verdad crees que es la conciencia la que crea la realidad?".
Por piedad, no caigamos en tan torpes burlas e ironías. Pensemos más bien que una silla, ¡o una corbata cara! Sólo cobran sentido dentro de una realidad social que no es "en sí misma", sino que es producida por las categorías, sensibilidades e intuiciones humanas. Que -aun excluida la moral- la política, la esfera básica o material que le da forma a la sociedad, no existe de ninguna manera "en sí misma", sino que se conforma a partir de nuestra conciencia activa.
Pensemos que las sillas, los perros, las corbatas y los relojes en la Venezuela de hoy no son "por sí mismos", ni "en cuanto tales", no tienen un ser que esté dado (¡a menos que nosotros decidamos pensarlos en abstracto, al margen del contexto o del todo que nosotros mismos construimos!), sino que su ser depende de las posiciones que asumamos, o sea, de las categorías, percepciones e intuiciones que pongamos en la realidad, esto es, de nuestra indudable capacidad de crear la Venezuela del futuro, de la manera que nosotros libremente escojamos.
Kant es sin duda el antecesor de todos los cursos de autoayuda, porque basta leerlo para descubrir que de verdad podemos hacer de nuestro espíritu, de nuestros sentimientos, pasiones, odios, emociones y valores morales ¡y de nuestro país! Lo que nosotros decidamos.
Emeterio Gómez
www.eluniversal.com
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