Con la certeza del triunfo en la mano, pero en medio del hervidero de rumores, el Bloque del No estuvo a punto de adelantarse al CNE. Así se vivió la jornada en el bando opositor.
De la oficina salió empapado en sudor. El aire acondicionado estaba a tope, pero el general Raúl Isaías Baduel transitaba por ambientes menos gratos, de altas temperaturas y enormes presiones. Encerrado en su pequeño despacho, acompañado por imágenes de santos, por su asistente y un hombre cuya identidad desconocen los periodistas que se mantuvieron durante horas esperando declaraciones del ex ministro de Defensa, quizás sopesaba las palabras y las formas una vez que se había decidido que ya era el momento de empezar a empujar para que el CNE anunciara el primer boletín y se despejara la incógnita que, en esas horas, era saber si el Gobierno aceptaría o no esta primera gran derrota.
Muy fácil debe ser proferir amenazas desde tribunas mediáticas sabiendo que todo caerá en el vacío o no pasará de inspirar bravuconadas de anónimos vía Internet. Difícil, sin duda, es tener la certeza de que las expresiones verbales puedan traducirse en hechos concretos. Baduel sudaba, no aceptó preguntas y le advirtió al CNE que ya era hora de dar números para evitar males mayores, que ya se sabía que habían procesado más de 87% de la "información requerida", que "los señores rectores y rectoras del CNE entiendan que no pueden aceptar presiones" para generar retrasos porque eso traería "situaciones de tensión que como ya he señalado pudieran también degenerar en otras situaciones no deseadas en nuestro país".
Mientras hablaba a las cámaras de televisión alrededor de la 1:05 de la madrugada del lunes 3 de diciembre, abajo, el edificio en el que se encontraba seguía rodeado -desde temprano- por la Disip: si no medía sus palabras, podía ser detenido de inmediato. Apenas diez minutos más tarde, la presidenta del CNE empezó a leer en directo el boletín que anunciaba el "irreversible" triunfo del No. Cuando Baduel, acompañado por los reporteros, bajó desde esa oficina en una torre del centro comercial El Recreo, ya la Disip no estaba allí.
Que sí, que no, ¿qué tal?Entre las 5 y 6 de la tarde comenzaron a soplar aires de triunfo en el Bloque del No. Copei tenía su sala de conteo rápido junto a figuras del MAS. Primero Justicia tenía la suya, Un Nuevo Tiempo también y -muy al uso- operaban varias salas situacionales montadas entre Chuao y Chacao, además de la de Podemos en Sabana Grande. Y paralelamente, funcionaba una estructura de testigos de mesa en casi todo el país coordinada por los partidos en función de sus fortalezas regionales, con la excepción de Proyecto Venezuela en Carabobo, que no se sumó al esfuerzo.
Las noticias desfavorecían al No a comienzos de la jornada: era obvio que la abstención pesaría. "Ninguno de nosotros tenía encuestas a boca de urna, básicamente porque es algo muy costoso", explica Carlos Ocariz, de PJ: "Pero por los caminos verdes obtuvimos los resultados de las encuestadoras del otro bando y las tres decían que ganaba el Sí. Aunque llamaba la atención que los datos eran muy cerrados, entre 3 y 6 puntos. Y con esa metodología con alto margen de error podía pasar cualquier cosa".
Desde Chuao se impartió la directriz: hay que insistir con mayor fuerza en el llamado a votar. Y comenzó entonces la seguidilla de declaraciones, entre ellas la del dirigente estudiantil Ricardo Sánchez activando la estrategia de los más jóvenes: "el 2 a las 2". Los estudiantes saldrían a votar en masa a partir de las 2 para materializar la idea del "vota y quédate a defender".
Cuando en las salas comenzaron a sumar y proyectar, al final de la tarde el panorama era otro. En Copei, dice su secretario general, Luis Ignacio Planas, tenían al No con un margen de 4 a 8 puntos por arriba. PJ ubicaba la diferencia a favor en 4 puntos. Pero comenzaban a recibir el supuesto exit poll de Seijas y Asociados que daba ganador al Sí y, más tarde, vía Reuters rodó por el mundo el anticipado triunfo del Gobierno.
Planas fue al centro de operaciones en Chuao alrededor de las 8 de la noche: "Les manifesté nuestra impresión de que estábamos ganando. Pero había algo de pesimismo. Henry Ramos decía que perdíamos, Rosales no estaba muy seguro, Julio Borges estaba cauteloso. Pero Armando Briquet (PJ) y Omar Barboza (UNT) creían que ganábamos. Allí tomamos la decisión de ir al CNE".
Esa "sala política" estaba en el Cubo Negro y cuando Planas, Borges y Barboza salieron para dirigirse al CNE encontraron una desagradable sorpresa: los choferes de todos los dirigentes de partidos estaban tendidos en el piso sometidos y encañonados por supuestos agentes de la DIM o la Disip. "A nosotros también nos apuntaron y nos revisaron", cuenta Borges: "Y pensé que si así comenzaba la noche, cómo sería después. Les mostramos nuestras credenciales del CNE y nos dejaron ir. La intención era decirle al país que teníamos nuestro conteo y que el CNE no podía jugarnos quiquirigüiqui. Y fue cuando dije que los resultados estaban cerrados, idea que después usó Jorge Rodríguez".
El alcalde Henrique Capriles e Ismael García llegaron al lugar al poco tiempo. Al escuchar al vicepresidente diciendo que la cosa estaba "reñida", García temió que el oficialismo retrasara la entrega de cuentas, pero eso que llama el "carómetro" le dio algo de tranquilidad: "La cara de Rodríguez hablaba sola". Capriles tuvo la misma sensación al llegar al CNE: los guardias lo trataron de forma amable, los periodistas "del Gobierno" estaban con caras largas, "aquello parecía un funeral". Y la confirmación del triunfo se las dio a todos el único que estaba por allí representando al Sí: el diputado Luis Camargo.
Pasada la medianoche los opositores acumulaban más datos sobre la victoria del No y manejaban informaciones sobre el retiro de avisos pautados por el Gobierno en diarios nacionales; pero el retraso en la difusión del primer boletín del CNE generaba inquietudes y suspicacias que se alimentaban de la incesante ola de rumores que se esparcía por el propio Poder Electoral: "Nos decían en los pasillos que iban a poner a ganar al Sí con un punto porque Chávez no quería aceptar la derrota", recuerda Capriles: "También que el Alto Mando Militar le dijo a Chávez que si el No ganaba tenía que reconocerlo".
Los rumores sobre el papel disuasivo de los oficiales activos no constituían una sorpresa. Comenzando la noche, reunido con García y Teodoro Petkoff en El Recreo, el general Baduel les habría comentado que las señales recibidas del mundo militar indicaban que se respetaría la decisión de la mayoría. Petkoff y García transmitieron la información a la dirigencia del Bloque del No, aunque García -quien prácticamente fue ese día el enlace entre el Bloque y Baduel y además habló varias veces con Jesse Chacón- prefiere no dar detalles de esas conversaciones.
Andrés Velásquez asegura que el episodio de la presión del Alto Mando es tal como se ha contado: "Chávez lo puede tomar como sea, pero los militares fueron a Miraflores a decirle que esos eran los resultados. Chávez quería desconocerlos, eso pasó por su cabeza". "La Fuerza Armada jugó un papel importante", concede Planas.
La fiesta frente a Miraflores languidecía. Pero las horas pasaban y Tibisay Lucena prolongaba la tensión con su silencio. Desde el CNE y desde la quinta Holliday, la sala de fiestas de La Castellana transformada en set de prensa del No, se intensificó la presión pública pidiendo los resultados casi hasta el punto de cruzar la línea de lo permitido. "Ismael supo por Baduel que el Presidente ya había admitido la derrota", apunta Capriles. Pero hasta que no se hiciera el primer anuncio oficial las peores expectativas parecían posibles. "Tenían que organizar la derrota", señala Planas: "Ya Jorge Rodríguez había preparado la cama, habían recogido a los motorizados, pero al final de la noche nos pasó por la cabeza que no reconocer´ían los resultados. No entendíamos por qué tanto retraso".
Los minutos de tensión y forcejeo con la GN al momento cuando los rectores se dirigían a la sala de totalización tras las últimas palabras de Baduel coincidieron con una decisión ya tomada: los opositores esperarían unos 20 minutos más por el boletín, después de eso se la jugarían declarando abiertamente sus números y llamando a la gente a defender el resultado. ¿Qué habría sucedido en ese caso? Mejor ni preguntarse. Lucena apareció justo a tiempo.
Por Oscar Medina y Joseph Poliszuk
http://www.eluniversal.com/2007/12/09/pol_art_domingo-de-vertigo_630059.shtml
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