La semana pasada Eduardo Semtei localizó los 3 millones de votos que el chavismo perdió el 2-D. Hoy, en la columna que publica en “El Mundo“, analiza las 6 claves que, a su entender, llevaron a la derrota de la propuesta de reforma. “El que tenga ojos que vea“, dice Semtei.
Cuando yo comencé a oír esa frase entre los taxistas. Entre los estudiantes y profesores. Entre las personas que ejercen oficios domésticos. Entre mecánicos, plomeros y enfermeras. Entre los intelectuales. Entre los mesoneros de areperas y restaurantes. Entre los funcionarios públicos. Por allí, por acá, por acullá. Cuando la frase “Viva Chávez, Abstente o Vota NO” se hizo ensordecedora. Cuando los profesionales que hasta “ayer mismito” se la juraban por el Presidente, repetían Viva Chávez, Abstente o Vota NO, llegué al convencimiento absoluto que el PRC no tenía vida.
Le trasmití a los interesados la existencia del maremoto que sacudía a las bases chavistas, a cuantos quisieron oírme. Fue inútil. Los comandantes zamoranos no le hacían caso a la base, a los pendejos de abajo. Se sentían poseedores de la verdad. Por el contrario, la humildad cedió paso a la soberbia, a la vanidad que enferma al poderoso. Aumentaban sus niveles de ataque, de sarcasmo y hasta de desprecio contra estudiantes, contra sacerdotes, contra militares, contra partidos. En el blanco de una campaña alocada, apurada y peor ejecutada fueron sacrificados Podemos, los chavistas confundidos, Baduel, Marisabel, los estudiantes, los curas, las inversiones españolas, en fin, ¿qué pensar?
Los mandamases del Psuv y del Comando Zamora se creían invencibles, sagrados, poderosos, imbatibles. Qué sacudón. Qué batazo (no con s, sino con z).
Doy aquí mis explicaciones de la derrota.
Primero: toda la campaña se basó en la figura de Chávez. Viva Chávez. Es único. En nada se defendió la reforma propiamente dicha. La oposición, mientras tanto, cifró sus ataques en varios puntos flacos, débiles, mal concebidos, erráticos, confusos, inconvenientes de la reforma, tales como la geometría del poder, para que Chávez nombrara a todos los nuevos gobernantes en los nuevos territorios. El manejo unipersonal de todas las reservas internacionales, una chequera para el presidente. El problema de la propiedad. La reelección únicamente de Chávez y de más nadie.
Segundo: la agresividad gratuita. El ataque inmisericorde contra todo aquel que osara discrepar, aunque fuera lo más simple y sencillo de la reforma. En lugar de tender puentes, de invitar a quienes no compartían la reforma a debatir, a abrirle puertas al disentimiento, todos fueron acusados de traidores, de canallas, de corruptos, de desleales (eso se ratifica con el uso posterior de la palabra mierda).
Tercero: el error de no tener un partido como el MVR, acostumbrado a las batallas electorales, aceitado, engrasado como una gran maquinaria política. El MVR fue sacrificado en el altar de lo inexistente. Un fulano Psuv que fue concebido como el partido único de la revolución sin saber que ni Podemos, ni el PCV, ni el PPT aceptarían disolverse en la nada. Al final, el Psuv es el mismo MVR pero más fraccionado, dividido, enfrentado.
Cuarto: la realidad económica y social. Los mercados desabastecidos y el ministro de alimentación con una propaganda abusiva afirmando que la escasez era un invento de la oposición. En lugar de buscar medidas urgentes, se limitó a anunciar un aprovisionamiento que no existía sino en sus ilusiones oníricas. La inflación descontrolada. Tan sólo en noviembre fue del 4,4% más alta que la inflación anual de Chile. Un despelote en Cadivi. Miles y miles de millones de dólares que se que se esfuman. La construcción de viviendas atrasadas.
Quinto: un uso abusivo de los bienes públicos y del tiempo de ministros, gobernadores, alcaldes, diputados, concejales, embajadores, policías, en la campaña por el SÍ. Un despliegue propagandístico abusivo.
Y finalmente, en sexto lugar, el poco tiempo para discutir. Mientras el presidente tardó 8 meses en redactar la reforma en un conciliábulo, sólo dejó para su discusión pública poco más de 3 meses.
Una desigualdad. El que tenga ojos que vea.
¡Viva Chávez!, abstente o vota no
EDUARDO SEMTEI ALVARADO
El Mundo
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