domingo, 16 de diciembre de 2007

La mayor derrota


Entre los votantes del NO y del SÍ dieron una paliza a Chávez

La derrota sufrida por Chávez el 2 de diciembre es mucho mayor de lo que él quiere reconocer y de lo que la oposición ha sido capaz de advertir. Pero no tiene nada que ver con los números finales, sino con una actitud colectiva. Lo que fue derrotado de forma aplastante aquel día es la inútil pelea de Chávez desde 1992, por hacerle perder a los venezolanos su confianza en la eficacia del voto. Esa derrota le fue propinada tanto por los que votaron NO como por los que votaron SÍ: ambos confiaron en que el voto era un arma eficaz de pelea. Solo un grupo llegó a ser convencido por Chávez: los abstencionistas, tanto los del Gobierno como los de la oposición. Ellos son los verdaderos chavistas. Quienes votaron por el SÍ no son chavistas: son demócratas que se ignoran. Nuestra tarea es pues hacerles ver eso: si hay algo que hoy une a la aplastante mayoría de los venezolanos, es su confianza en la eficacia del voto como arma incluso victoriosa. Aislado queda Chávez con sus gorilas y con sus abstencionistas de ambos bandos.

Los pedantes semicultos
La mayor estupidez posible sería la de detestar a alguien porque sea inculto, mucho menos si eso es involuntario. En cambio, nada hay más detestable que la plaga de los semicultos, a saber esos que se leen la solapa de un libro y pretenden dar lecciones sobre la obra entera de su autor. Hasta ahora, el tipo más acabado de eso sería Hugo Chávez Frías, ejemplo de crítico literario "solapado" (de solapa). Eso sigue siendo así, pero el problema es que se contagia. Testigo el señor Willian Lara.

El cual creyó ¡por fin! haber logrado ennoblecer lo que desde 1992 trata de hacer el propio Hugo Chávez después de haberlo derramado copiosamente en la batalla del Museo Militar. Para él, esa palabra, pronunciada en un paso de luna por el atarantado de Sabaneta, es tan noble que la escribió nada menos que Gabriel García Márquez al final de El coronel no tiene quien le escriba. El problema es que el pobre Willian Lara sólo leyó esa línea del libro. Si se lo hubiese leído completo, habría sabido que el resto de la novela cuenta la pelea del coronel por no pronunciarla jamás, porque "en sus 75 años" jamás ha dicho una mala palabra, y mucho menos esa.

"No está maduro"
La explicación que está dando Chávez a su derrota del 2 de diciembre, aquello de que el pueblo venezolano "no está maduro para el socialismo" se parece demasiado a aquel dogma del gomecismo según el cual "el pueblo venezolano no estaba maduro para la democracia". La verdad es otra: el conocimiento que el pueblo venezolano tiene de qué cosa sea el socialismo es la misma de todo el mundo, según el grado de cultura de cada quien. Y me atrevería a decir que el más inculto elector tiene una idea del socialismo más clara que la que tiene Chávez, cosa por lo demás nada difícil.

El pueblo venezolano, como todos los otros, tiene cierta idea de qué cosa sea el socialismo, y según su experiencia o conocimiento, lo acepta o lo rechaza, pero la frontera no es la de los resultados del dos de diciembre. Porque lo que se le propuso entonces no fue escoger entre el socialismo y el capitalismo, sino entre la alternabilidad y la presidencia vitalicia. Plantearlo demostraba sólo una cosa: que quien no está maduro para la democracia es Chávez. Inmaturo: no ha superado la etapa narcisista de su evolución emocional e intelectual.

Un pueblo pacífico
En el cuarto capítulo de mi libro Las crisis de la Venezuela contemporánea, sostengo que el 14 de febrero de 1936 el pueblo venezolano se libró de dos miedos: el del despotismo y el de la guerra civil. Pareja cosa puede decirse del dos de diciembre del 2007: el pueblo venezolano perdió el miedo que algún segmento suyo pudiera haber tenido a la represión y a lo que podría llamarse "el listasconismo", o sea el miedo a una nueva y eventual "lista Tascón". El otro miedo que se derrumbó era el que había hecho correr ese hombre que, en materia de miedos, tiene un PhD aprobado en la batalla del Museo Militar: que si la oposición ganaba correría la sangre, pues para rellenar la vacía panza, los "escuálidos" comerían sancocho de chavista.

Por su parte, en cierta oposición se creía que las hordas chavistas pondrían en práctica la vieja amenaza de Chávez friendo en aceite a los opositores. Ni una cosa ni la otra sucedió: se derrumbaron dos mitos concomitantes. El venezolano "no está maduro " para el canibalismo. Como yo lo aseguraba en ese mismo libro, es un pueblo pacífico.

¿Quién mató a Bolívar?
En los últimos días, se me ha preguntado qué opino, en tanto historiador, de la tesis de Chávez según la cual Bolívar no murió de tuberculosis sino que fue envenenado por el oligarca ese de Santander. Me cuesta mucho hacerlo, pero debo decir que en este tema, estoy de acuerdo con Chávez. Eso que él dice "lo sospeché desde un principio". Pienso además que las Academias de la Historia y la de Medicina deberían iniciar en conjunto una investigación sobre el tema. Pero no quedarse allí: es necesario investigar si, por orden de la CIA, no se hizo lo mismo con Miranda en La Carraca, a donde había sido enviado por la traición de un agente de la misma CIA a quien se le ordenó decir que su nombre era "Simón Bolívar" para manchar así la futura memoria del Libertador.

Pienso, además, que se debe ir más allá. Con la anuencia de Chávez, propongo investigar si en la muerte de Jesús el Cristo no tuvieron su mano metida la Agencia Central de Inteligencia o el Pentágono.

PD: en uno de esos gazapos típicos de la prosa de prisa, atribuí a Diosdado Cabello lo de "impresionable", producto de la mente privilegiada del ministro de la Defensa. No fue, pues, Diosdado, pero el cariño es el mismo.

Manuel Caballero

http://opinion.eluniversal.com/2007/12/16/opi_33975_art_la-mayor-derrota_631312.shtml


No hay comentarios: