domingo, 23 de diciembre de 2007

Así lo viven los Kirchner: de la paranoia de Néstor a las “historias de espionaje”



Mientras Néstor Kirchner trataba de averiguar desesperado si alguien le había tomado una foto con Antonini en su “presunta visita” a la Casa Rosada, la prensa argentina analiza hoy la forma en que los Kirchner están abordando el asunto. El editorial de La Nación les pide que “dejen de inventar historias de espionaje“.

La crónica de Fernando González en Clarín destaca el terror de Néstor Kirchner a que le hubieran sacado una foto junto a Antonini:

Ya no hay ninguna cuestión que lo supere. Desde mediados de esta semana, cuando se mencionó en declaraciones judiciales que Antonini Wilson había estado en la Casa Rosada, el escándalo de la valija con los 800 mil dólares se convirtió en el tema excluyente de los diálogos que mantienen la Presidenta, Néstor Kirchner y sus colaboradores de máxima confianza.






La comprobación de que el venezolano había estado recorriendo los pasillos de la Casa de Gobierno generó la exasperación de Cristina y un ataque de paranoia en el ex presidente, quien dedicó varias horas del jueves y el viernes a chequear si en la confusión alguien le había sacado una foto junto a Antonini en aquel lunes 6 de agosto en el que el valijero compartió una reunión entre funcionarios argentinos y parte de la delegación de Hugo Chávez.

Las fuentes consultadas por Clarín aseguran que, al menos hasta ayer, no se habrían encontrado testimonios gráficos que comprometan a Kirchner.

De todos modos, la desconfianza habitual en el ex presidente lo llevó a poner en marcha un operativo interno entre su gente para evitar filtraciones informativas indeseables y declaraciones periodísticas que escapen a la estrategia oficial.

La tensión que el caso Antonini produjo con EE.UU. llevó a Kirchner no sólo a acusar a ese país de conspirar en contra del Gobierno de su esposa, sino a afirmar en algunos diálogos íntimos que hasta algún colaborador suyo podría participar de esas presuntas maniobras.

Está tan enojado que llegó a decir que Saín era un hombre de la CIA“, se sorprendió un funcionario. Marcelo Saín es el jefe de la Policía Aeronáutica, cuyo personal detuvo y detectó los 800 mil dólares en la valija de Antonini. Y la CIA, claro, es la legendaria Agencia Central de Inteligencia de EE.UU.

En términos más analíticos, a Kirchner le preocupa la imposibilidad de prever cuáles serán los pasos que dará la Justicia estadounidense en este caso. Y cree que EE.UU. no concederá la extradición de Antonini. La cuestión es que el Gobierno argentino no puede hacer nada para influir sobre las decisiones judiciales en aquel país. “La cosa es contra Venezuela y no contra nosotros; por eso sólo podemos esperar a ver qué pasa“, especula un kirchnerista sobre las derivaciones del escándalo en Miami.







Por su parte, Darío Gallo, en el Blog que escribe en el diario español El Mundo, destaca como Cristina Kirchner no pudo gozar del período de gracia (”luna de miel” le llama el editor de Noticias) que tiene todo gobernante ya que, a sólo 48 horas de asumir la Presidencia, estalló el escándalo.

Para Darío Gallo, “la conmoción que produjo las derivaciones de la maleta no deja de agigantarse ante cada nuevo hecho que se descubre”.






Mientras, un reporte de Mariano Obarrio en el diario La Nación, destaca como, cuanto estalló el escándalo, los Kirchner culpaban a PDVSA y a Venezuela y por ello reclamaron la dimisión de Uzcátegui, gerente de PDVSA Argentina, mientras que ahora culpan a EE.UU.. El articulista lo resume así:

En Pdvsa, con o sin Uzcátegui, no se mueve un papel sin la venia de Chávez. ¿El dinero era de la petrolera venezolana? ¿La CIA programó el acarreo de la valija? ¿Uzcátegui era chavista o de la CIA? El Gobierno dice ahora que la “operación sucia” consistió en captar luego a Antonini. Pero sobre el viaje de la valija no hay explicaciones. También niega que Antonini haya ido el 6 de agosto a la Casa Rosada, pese a que Bereziuk dijo que se lo encontró allí.

Joaquín Morales Solá analiza, en su columna dominical en La Nación, el papel de los Kirchner en el escándalo y pone énfasis en la relación con EE.UU. Morales Solá destaca como Cristina está intentando ahora bajar la tensión con Washington después de las arremetidas de los primeros días.

Cristina Kirchner está convencida de que Antonini Wilson fue siempre un agente de la inteligencia norteamericana y de que el episodio de la valija forma parte de una especie de guerra fría entre Washington y Caracas. Con todo, en las últimas horas la oyeron más serena con respecto a su propio papel en aquella supuesta trama.

He disentido en algunas políticas recientes de los Estados Unidos, pero nunca fui antinorteamericana, dijo ante un grupo de colaboradores. Deslizó también que había usado el término “basural” para referirse a ese mundo del espionaje y el contraespionaje en Florida que expresa Antonini Wilson . Aunque no lo precisó, sus interlocutores entendieron que estaba diciendo que nunca se había referido de esa manera al gobierno norteamericano. No habrá más referencias públicas de la Presidenta al caso.

El conflicto entre Argentina y Washington es, para Morales Solá, motivo de preocupación en varios países:

La crisis en la relación de la Argentina con los Estados Unidos provocó ya preocupación en los países vecinos, que detestan la idea de tener que optar entre Washington o Buenos Aires. El presidente Lula, por caso, tiene un trato muy bueno con Bush, a pesar de sus disidencias, pero privilegia también su relación con la Argentina. Un alto funcionario de Itamaraty resumió de esta manera la posición de su país: Esperamos que Buenos Aires no siga tensando la cuerda con Washington y que Washington no empuje a la presidenta argentina a los brazos de Chávez.





El editorial del mismo diario argentino, con el título “La Argentina, EE.UU. y la valija” fustiga el papel que está jugando el Gobierno de los Kirchner:

Son muchas, demasiadas, las preguntas que deberán contestar las autoridades argentinas como consecuencia de este escandaloso episodio. Pero no pocas de ellas van dirigidas a quienes tienen a su cargo la investigación judicial y a quienes, dados sus nulos avances, parece faltarles voluntad para hurgar en el corazón del poder político salpicado por este hecho irregular.

Sorprende, en efecto, que ningún juez haya citado a declarar a los argentinos y venezolanos que arribaron aquel 4 de agosto al aeroparque porteño en el avión de Enarsa, con excepción de la secretaria del ex funcionario Claudio Uberti, quien reveló la presencia de Antonini Wilson en la Casa Rosada el 6 de agosto.

En síntesis, mientras representantes del gobierno nacional abusan del latiguillo “Manden al prófugo”, dirigido a las autoridades norteamericanas, nadie ensaya la más mínima autocrítica por las 72 horas en las que el “prófugo” se paseó alegremente por Buenos Aires y por la propia sede presidencial antes de partir rumbo a Montevideo.

Es menester, por todo eso, que las autoridades argentinas dejen de inventar historias de espionaje tan insólitas como el hecho de que una presunta operación de la CIA haya empleado un avión contratado por Enarsa. Resulta imprescindible, por la seriedad que se deben nuestros gobernantes, que se abandonen hipótesis que sólo pueden apuntar a desviar la atención de la opinión pública del grave hecho en sí.

Del mismo modo, urge descomprimir la tensión existente con los Estados Unidos, de manera de reencauzar la madura relación que tradicionalmente ha existido entre ambos países.


http://www.noticias24.com/actualidad/?p=10629


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