También: Conozca a Victoria Bereziuk la octava pasajera del avión de Antonini
Simpático, irónico y con toda la pinta de un apacible jubilado, el defensor Ed Shohat le tendió la misma trampa a Guido Alejandro Antonini Wilson que antes le había rendido frutos cuando interpeló a otro testigo, Moisés Maiónica. Lo dejó hablar y distenderse, hasta que detectó su primera oportunidad y le asestó el mazazo. “Usted tenía una relación sexual con Victoria Bereziuk, ¿no es cierto?”, le vociferó, más que preguntarle. Antonini reculó en su asiento, el fiscal Thomas Mulvihill objetó el ataque y la jueza Joan Lenard le recriminó lo inapropiado de su ataque, pero el daño ya estaba hecho. A los ojos del jurado, sea cierto o no ese supuesto vínculo amoroso con la entonces asistente de Claudio Uberti, la credibilidad de “el Gordo” cayó de manera estrepitosa.
No fue su única estocada. Primero dejó que Antonini afirmase que ignoraba que en el almuerzo del 3 de agosto -horas antes de emprender el vuelo del escándalo- se hablaría de un posible negocio con tubos de gas en una licitación del luego fallido Gasoducto del Sur que uniría a la Argentina y Venezuela. Pero en cuanto dijo eso, Shohat le mostró las copias de los mensajes de texto que se cruzó con Daniel Uzcátegui, el hijo del presidente de Pdvsa para la Argentina, Diego, durante los dos meses previos. En ellos hablan de ese negocio.
Peor aún, aunque Antonini también había señalado anteayer al gerente de seguridad de Pdvsa, Rafael Ernesto Reiter, como el hombre que llevó las maletas hasta el avión -algo que también repite en las grabaciones y en la carta que le envió a Hugo Chávez-, ayer, y bajo el interrogatorio sin cuartel de Shohat, aclaró que él no lo vio.
Forzado por Shohat, Antonini volvió a aquella madrugada del 4 de agosto en el Aeroparque. Otra vez acusó a Uberti de ser el dueño de las maletas -habló de dos- y planteó que él había terminado con la que contenía US$ 800.000 por voluntarioso. “Los hombres estaban llevando las maletas hasta los autos, mientras las mujeres estaban afuera fumando”, explicó.
-¿Alguien le dijo que la llevara? -le preguntó Shohat.
-No. Vi a Victoria [por Bereziuk] que venía por la maleta y la ayudé -replicó, en línea con lo que relató en su carta al presidente Hugo Chávez.
Allí habló de que la había tomado en un “gesto caballeresco” hacia una mujer que no identificó.
Antonini también reflotó un comentario que levantó polvareda en Buenos Aires. Fue cuando recordó que la agente María Luján Telpuk le preguntó qué había dentro de la valija. Ayer, él dijo que había respondido: “Deben ser libros, porque es muy pesada”, una frase muy distinta del asertivo “libros”, a secas, que le endilgó la agente ante la justicia argentina.
Antonini reiteró, sin embargo, el supuesto gesto que le hizo Uberti cuando abrieron la maleta con los US$ 800.000 que anteayer había recreado para Mulvihill. Se encogió de hombros e hizo una suerte de puchero con la boca. Shohat no ahondó sobre eso.
Para entonces, sin embargo, dentro de la sala se respiraba tensión extrema, lo que se explicitó en cuanto la jueza concluyó la sesión del día y se retiraron el jurado y Antonini. Fue entonces cuando Shohat y Mulvihill se reprocharon mutuamente actos indebidos.
“Antonini tiene mujer y dos hijos, y Shohat no tiene pruebas, evidencias de esa supuesta relación sexual”, le planteó el fiscal a la jueza. “Tengo mensajes de texto que prueban esa relación”, retrucó el defensor, versión que agigantó cuando reveló una carta sorpresa: “Hablé durante horas con Daniel Uzcátegui, que nos expuso en detalle esa relación”.
Lenard lo paró en seco. Le advirtió que no le permitiría meterse en “asuntos privados”, que esa línea de preguntas no tenía “nada que ver con este caso” y, si le quedaban dudas, le aclaró: “Le ordeno que pare con eso”.
-¿Cuál es el límite? -le preguntó Shohat.
-Creo que sabe cuáles son los límites.
Shohat puso mala cara, pero se calló. En cualquier caso, ya le había propinado su primer gran golpe a la credibilidad de Antonini
Peor aún, aunque Antonini también había señalado anteayer al gerente de seguridad de Pdvsa, Rafael Ernesto Reiter, como el hombre que llevó las maletas hasta el avión -algo que también repite en las grabaciones y en la carta que le envió a Hugo Chávez-, ayer, y bajo el interrogatorio sin cuartel de Shohat, aclaró que él no lo vio.
Forzado por Shohat, Antonini volvió a aquella madrugada del 4 de agosto en el Aeroparque. Otra vez acusó a Uberti de ser el dueño de las maletas -habló de dos- y planteó que él había terminado con la que contenía US$ 800.000 por voluntarioso. “Los hombres estaban llevando las maletas hasta los autos, mientras las mujeres estaban afuera fumando”, explicó.
-¿Alguien le dijo que la llevara? -le preguntó Shohat.
-No. Vi a Victoria [por Bereziuk] que venía por la maleta y la ayudé -replicó, en línea con lo que relató en su carta al presidente Hugo Chávez.
Allí habló de que la había tomado en un “gesto caballeresco” hacia una mujer que no identificó.
Antonini también reflotó un comentario que levantó polvareda en Buenos Aires. Fue cuando recordó que la agente María Luján Telpuk le preguntó qué había dentro de la valija. Ayer, él dijo que había respondido: “Deben ser libros, porque es muy pesada”, una frase muy distinta del asertivo “libros”, a secas, que le endilgó la agente ante la justicia argentina.
Antonini reiteró, sin embargo, el supuesto gesto que le hizo Uberti cuando abrieron la maleta con los US$ 800.000 que anteayer había recreado para Mulvihill. Se encogió de hombros e hizo una suerte de puchero con la boca. Shohat no ahondó sobre eso.
Para entonces, sin embargo, dentro de la sala se respiraba tensión extrema, lo que se explicitó en cuanto la jueza concluyó la sesión del día y se retiraron el jurado y Antonini. Fue entonces cuando Shohat y Mulvihill se reprocharon mutuamente actos indebidos.
“Antonini tiene mujer y dos hijos, y Shohat no tiene pruebas, evidencias de esa supuesta relación sexual”, le planteó el fiscal a la jueza. “Tengo mensajes de texto que prueban esa relación”, retrucó el defensor, versión que agigantó cuando reveló una carta sorpresa: “Hablé durante horas con Daniel Uzcátegui, que nos expuso en detalle esa relación”.
Lenard lo paró en seco. Le advirtió que no le permitiría meterse en “asuntos privados”, que esa línea de preguntas no tenía “nada que ver con este caso” y, si le quedaban dudas, le aclaró: “Le ordeno que pare con eso”.
-¿Cuál es el límite? -le preguntó Shohat.
-Creo que sabe cuáles son los límites.
Shohat puso mala cara, pero se calló. En cualquier caso, ya le había propinado su primer gran golpe a la credibilidad de Antonini
Victoria Bereziuk: la octava pasajera del avión de Antonini
Victoria Bereziuk es la mujer que más secretos conoce de la relación entre el kirchnerismo y el gobierno venezolano de Hugo Chávez. Como ex secretaria del ministro Claudio Uberti, llevaba el día de la agenda pública y personal del director del Occovi y, si su jefe no podía, conversaba ella misma, algunas veces, con el propio líder bolivariano o con el presidente de la petrolera Pdvsa, Rafael Ramírez. Tenía trato frecuente y amistoso, casi, con las secretarias privadas de los altos funcionario venezolanos.
Quienes trabajaron muy cerca de ella, según pudo constatar LA NACION, observaron que Bereziuk, licenciada en relaciones internacionales, con 29 años, llegó a transformarse en una pieza clave en la línea directa de Uberti con Caracas. Tenía manejo en cuestiones delicadas.
Pese a dirigir el Organo de Control de Concesiones Viales (Occovi), Uberti tenía como misión paralela, aunque principal, aceitar los negocios energéticos, comerciales y financieros con el régimen chavista. Uberti los gestaba y los cerraba. Algunos incluso aseguran que, pese a haber renunciado al cargo, sigue operando en las sombras.
Según fuentes judiciales, Bereziuk no sólo reveló en su testimonio que Antonini Wilson estuvo en la Casa Rosada con Chávez, dos días después de intentar ingresar en la Argentina con una valija llena de dólares, sino que ella lo había visto "en muchas otras oportunidades" y en un restaurante de categoría de San Isidro esa misma noche del lunes 6 de agosto.
La fiscalía no reveló detalles de esto último, porque pertenece al secreto del sumario. Pero ex compañeros de Bereziuk recuerdan que la secretaria vistosa, exuberante y verborrágica, solía imitar todos los rasgos compulsivos de su ex jefe, entre los cuales sobresalía la tendencia al consumo de prendas, accesorios y perfumes de marcas de alta gama, pese a que su sueldo no era muy alto.
No llegó a trabar buena relación con sus compañeras de oficina, a quienes casi ni saludaba: su meteórico ascenso profesional y su aire avasallante le habían creado recelos.
Algunos ex compañeros señalan que ella hacía y deshacía, ordenaba y mandaba, como si fuera Uberti.
No siempre trabajaba para Uberti, claro. A veces, cuando lo ameritaba, colaboraba con De Vido en algunas tareas. Por ejemplo, cuando llegaba Chávez, Bereziuk se encargaba de organizar todas las recepciones y de garantizar al visitante bolivariano las mejores comodidades. No era cuestión de defraudar al socio bolivariano.
Viajó con Antonini
El principal involucrado y testigo estrella en el llamado "escándalo del maletín", Guido Alejandro Antonini, negó ayer en Miami haber sostenido una relación íntima con Victoria Bereziuk, quién viajó con él el día que le decomisaron la valija en Buenos Aires.
En el juicio, el abogado defensor de Franklin Durán, Ed Shohat, estaba cuestionando a Antonini sobre su experiencia en el tema de los gasoductos y su justificación para viajar en el avión, cuando intempestivamente le preguntó: "¿Usted tenía relaciones sexuales con Victoria Bereziuk?".
"¡No!", alcanzó a contestar Antonini, por debajo del grito de protesta del fiscal: "¡Objeción, su señoría!". La jueza, Joan Lenard, miró por encima de sus gafas redondas al abogado defensor y en seguida dictaminó: "Ha lugar".
Según el testimonio que ha dado hasta ahora Antonini en el juicio, Bereziuk y Marjorie Gutiérrez, una directiva de PDVSA, le insistieron que abordara el avión privado que voló la noche del 3 de agosto del año pasado de Caracas a Buenos Aires.
Además de Bereziuk, Uberti y Antonini, en el avión también viajaban Daniel Uzcátegui, hijo de un directivo petrolero venezolano, Exequiel Espinoza, el presidente de Enarsa, la empresas estatal argentina de energía, Ruth Behrends y Wilfredo Ávila, de protocolo de PDVSA, y Nelly Espinoza, asesora jurídica de esa empresa.
Durante su comparecencia en la Corte, Guido Antonini admitió haber estado en contacto con Bereziuk semanas antes del viaje a Argentina y que intercambió con ella algunas llamadas y correos electrónicos relativos a su posible participación en el proyecto del gasoducto.
Terminada la sesión de preguntas en la audiencia judicial, el fiscal le presentó una moción a la jueza Lenard para que el abogado defensor se comprometiera a no volver a mencionar al tema de la supuesta relación íntima de Antonini con Bereziuk. "No tiene pruebas y no es relevante para el caso", argumentó el fiscal.
Pero Shohat replicó que, al contrario, está en capacidad de presentar como evidencia decenas de mensajes de texto que prueban que había más que una relación de negocios entre los dos. Y que tenía también el testimonio de Daniel Uzcátegui que había contado los detalles de la relación "con lujo de detalles".
Al final, la jueza Lenard dictaminó que el tema no tiene relevancia para lo que se está juzgando y determinó que ni esta ni otra relación debe traerse a colación ni en los interrogatorios ni en las pruebas que presentará la defensa de ahora en adelante.
El Impulso / El Nacional / La Nación
http://www.megaresistencia.com/portada/content/view/3370/1/
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