viernes, 28 de marzo de 2008

Crisis con Quito es una historia sin fin


Los presidentes Rafael Correa y Álvaro Uribe coinciden en que sea la OEA la que se ocupe de esclarecer la muerte del ecuatoriano.

CUANDO VOLABA rumbo a Barranquilla en la tarde del martes 25 de marzo para intervenir como orador principal en la asamblea de la Unión Nacional de Comerciantes, Undeco, el presidente Álvaro Uribe recibió información desde la Casa de Nariño en Bogotá que lo dejó preocupado.

Según esos reportes, algunos medios de comunicación de Ecuador y Venezuela, así como funcionarios diplomáticos de esos países habían logrado darle credibilidad en el exterior a una hipótesis según la cual una de las personas muertas al lado de 'Raúl Reyes' en Ecuador y trasladada a Bogotá para su reconocimiento oficial, era poco menos que un arcángel.

El disgusto y la preocupación del mandatario se sustentaba en el hecho de que el Gobierno colombiano no tenía duda alguna de que en el destruido campamento del número dos de las Farc se encontraba Franklin Ponelia Molina, 'Lucho', quien aparece en los registros de los organismos de seguridad como enlace logístico de ese grupo rebelde en Quito.

Al jefe del Estado le pareció inaudito que tanto los familiares del presunto subversivo como algunos altos funcionarios ecuatorianos aseguraran que la persona muerta al lado de 'Reyes' era en realidad Franklin Guillermo Aizalia, un humilde cerrajero de Quito que no había tenido relación alguna con la guerrilla colombiana.

Minutos antes de intervenir en la asamblea de Undeco, y aún inquieto por el tema, Uribe llamó a la Casa de Nariño y dio instrucciones para que algunos altos funcionarios del Gobierno se

reunieran para escribir un comunicado en el que no quedara duda respecto a que el ecuatoriano muerto en el campamento de 'Reyes' era de tiempo atrás un hombre importante en las Farc.

En efecto, en el palacio presidencial se encontraron el canciller Fernando Araújo; el ministro del Interior, Carlos Holguín Sardi; el comandante del Ejército, general Mario Montoya; el asesor de comunicaciones, Jorge Mario Eastman, y el secretario de prensa César Mauricio Velásquez.

Después de evaluar las pruebas aportadas por el servicio de inteligencia del Ejército, que seguía la pista de Ponelia Molina desde 2003, los asistentes a la cumbre ordenada por Uribe no tardaron en redactar un comunicado en el que el Gobierno manifestaba en tono afirmativo que el ciudadano ecuatoriano era un guerrillero disfrazado de cerrajero.

Una vez terminado su discurso en Barranquilla, el Presidente recibió copia del texto escrito en Bogotá, pero, contrario a lo que se esperaba, dio la orden de engavetarlo pues consideró que lo mejor era bajarle el tono a la nueva polémica con Ecuador y manejar el tema por los canales diplomáticos normales. Al mismo tiempo instruyó a su equipo de Gobierno para que evitaran declaraciones altisonantes que enrarecieran el ambiente con el vecino país.

No obstante las instrucciones del jefe del Estado, pocas horas después, en la mañana del miércoles 26, en un foro en la Universidad de Los Libertadores, el canciller Araújo volvió a referirse al tema y no precisamente para bajarle el tono. El jefe de la cartera de asuntos exteriores insistió una vez más en señalar que Ponelia Molina era un guerrillero de las Farc y que su presencia en el campamento de 'Reyes' el 1º de marzo de este año, cuando fue bombardeado por la Fuerza Aérea, no era fortuita.

En el auditorio del centro educativo, Araújo fue más allá y denunció que la semana pasada guerrilleros de las Farc hostigaron desde territorio ecuatoriano a un grupo de erradicadores de cultivos ilícitos que trabajan del lado colombiano. "Ningún Gobierno se va a quedar con los brazos cruzados siendo testigo de cómo sus nacionales son asesinados desde el otro lado de la frontera", agregó el Ministro al tiempo que insistió en que Colombia tiene la intención de restablecer las relaciones con Ecuador y de continuar la agenda positiva que se estaba empezando a construir.

A pesar de que las relaciones entre Colombia y Ecuador siguen muy tensas, y seguramente las afirmaciones del Canciller producirán escozor en el vecino país, las dos naciones coinciden en agotar los canales diplomáticos y en dejar que sea la Organización de Estados Americanos, OEA, la entidad que defina el delicado asunto, que tiene que ver, por un lado, con la violación del territorio de otro país y, de otro, con la falta de acción contra organizaciones señaladas como terroristas.

Es ese escenario donde tienen que ser dirimidas las nuevas diferencias, esta vez por cuenta de Franklin Ponelia Molina o Franklin Guillermo Aizalia.

Mientras tanto, ese organismo internacional deberá examinar el fólder que contiene las pruebas que según el Gobierno colombiano demostrarían que el hombre muerto al lado de 'Raúl Reyes' era un guerrillero de las Farc. El expediente acumulado por el Ejército y el Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, contiene, entre otras pruebas documentales, videos, grabaciones y testimonios que demostrarían que desde junio de 2003 le seguían la pista en Ecuador y el sur de Colombia a 'Lucho'.

Las evidencias dejan en claro que el acompañante de 'Reyes', de 'Simón Trinidad' y de Rodrigo Granda en Ecuador cumplía una importante función para las Farc en ese país, donde tramitaba documentos falsos, conseguía alojamientos y organizaba foros a favor del movimiento rebelde.

Ecuador, desde la otra orilla, deberá responder muchas preguntas, cosa que no ha hecho hasta ahora. Entre ellas, qué hacía en el campamento del segundo hombre de las Farc un humilde cerrajero de Quito vestido de camuflado. Y esa respuesta se requiere con urgencia.

Revista Cambio, Colombia

http://www.cambio.com.co/paiscambio/769/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR_CAMBIO-4035813.html

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