martes, 6 de mayo de 2008

Medio lunático


Si todavía existiera el Guaicaipuro de Oro, el Presidente lo ganaría fácilmente en la mención "mejor guionista", submención "truculento". Su reciente creación, la de la "Media Luna" venezolana, marca un momento cumbre en su larga y prolífica producción de dislates y ocurrencias disparatadas. Resulta, pues, que según los desvaríos de nuestro guionista, los partidos de oposición estarían tramando ganar las gobernaciones de Zulia, Táchira, Barinas, Apure y Portuguesa con el propósito siniestro de proclamar su autonomía, como paso previo hacia su separación de la república.

Oyéndolo, cualquier observador distraído podría creer que las elecciones en esos estados estarían siendo organizadas por su cuenta por los propios opositores, tal como los santacruceños en Bolivia, con su referéndum, y no por el CNE, según mandato constitucional. O el Presidente cree que sus "compatriotas" son imbéciles o ha perdido la chaveta. Es probable que sea lo primero, porque la chaveta se le extravió hace rato; en cambio, su tendencia a subestimar y despreciar a sus partidarios, creyendo que puede hacerlos comulgar con ruedas de tractor, forma parte de su particular modo de relacionarse con sus fieles. Ya debería saber, sin embargo, que sus votantes son más críticos, más escépticos, menos incondicionales –tal como se lo demostraron el 2D, cuando millones de sus supuestos seguidores le hicieron la señal aquélla, con el estirado dedo medio, entre anular e índice encogidos, creyendo que podría madrugarlos con la reforma constitucional.

Se nota que la angustia ha producido varios cortocircuitos en sus neuronas. Ya antes Chacumbele había insultado la inteligencia de sus partidarios anunciando que si la oposición osaba ganar en Miranda y Caracas habría "guerra" porque según, y que "vendrían por mí" (esto es, por él). Es la primera vez en nueve años que se le oye admitir públicamente que puede perder elecciones. Sabe que su PSUV está más enmarañado que la melena de la "Fosforito" y sabe también que las fuerzas de oposición están en condiciones de presentar candidaturas muy solventes. Por eso juega al miedo. Quiere asustar al país, pero, sobre todo, a sus votantes, a los cuales tuvo el tupé de responsabilizar de su derrota el 2D.

Sin embargo, más allá de lo risible que resulta su dramatismo de cartón piedra, hay algo que debe prender las alarmas. Un individuo que es capaz de apelar a tamaños absurdos está diciéndole a sus "duros" que deben ganar por las buenas o por las malas. La oposición tiene que extremar su esfuerzo unitario, para no dejar resquicio alguno a la dispersión de votos o a la abstención y, también, montar una maquinaria electoral eficiente y completa, para no dejar grieta alguna por donde se pueda colar la manipulación de resultados.

TalCual
Teodoro Petkoff

http://www.megaresistencia.com/portada/content/view/2069/1/

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