domingo, 4 de mayo de 2008

"Es alentador ver cómo ningún oficial ha caído en la trampa, tu insulto, quedó en el vacío"


Por Carlos Blanco


"Es alentador ver cómo ningún oficial ha caído en la trampa, tu insulto, quedó en el vacío"

Rangel, ¿qué has hecho?

Rangel, supongo que no te importará el tuteo aunque seas general en jefe. Después de haber tratado a tus colegas de cobardes y burros, es de imaginar que estarás abierto a que se trate de cualquier manera. Has complacido a Chávez, pero has disgustado a todos, a los que insultas y a tus compañeros del Alto Mando, que, como sabes, no pueden hablar salvo para hacer cosas como las que haces con desparpajo.

Es posible que no sepas el valor de lo institucional, cuestión que, al parecer, te disgusta en exceso, lo mismo que le ocurre al tercio aquel. No se osará en estas líneas intentar explicar lo que pasa en tu alma; eso hay que dejarlo a los especialistas para que se confronten con esas oquedades que suelen oscurecer las mejores intenciones. Hay psicólogos, psiquiatras y psicoanalistas excelentes, desde esos que curan con hipnotismo instantáneo hasta los que requieren años acostados en el diván, mientras cuentas algún nimio incidente de tu vida que, de pronto, se ilumina en tus recuerdos y explica esa vocación, por ejemplo, al insulto.

Como la cosa debe transitar caminos más discernibles para el análisis público, en tu caso, hay que limitarse a las frases proferidas por ti en los más recientes días.

Institucionalismo. En Fuerte Tiuna y en todos los cuarteles la palabra "institucional" ha adquirido, ciertamente, un significado especial. Allí podrías tener razón; esa palabra mágica resguarda una actitud concreta en estos días. Significa, sin duda, los que no quieren someterse a la servidumbre de Chávez. Ser institucional no es ser de oposición; pero, es no ser chavista. Para tu mala fortuna, no tienes forma de combatirlo como no sea provocándolos. Y, ¿sabes?, no parece que se deslicen en el desafío-trampa que les pones.

La institucionalidad quiere decir respeto a valores, normas y sobre todo a principios constitucionales y legales. Implica que tú sales de tu casa y no puedes orinarte en la calle, enfrente del Ministerio de la Defensa, por ejemplo. Nadie te va a sancionar, pero son normas que atañen a la conducta pública que se estima como sana.

En el caso de los militares, debe serte explicado con propósitos exclusivamente pedagógicos qué es ser institucional. Encarna un diseño en el cual la disciplina, la obediencia, la jerarquía, se constituyen en elementos sustanciales que deben concurrir para asumir los roles que la sociedad les asigna. Para que esos factores prevalezcan, deben ser acatados y enaltecidos por subalternos y superiores; si no das el ejemplo, no puedes aspirar a que te obedezcan y te respeten. No te olvides que siempre habrá alguien que sea más leal que tú o, para colocarlo en ese lenguaje socarrón de los tiempos que corren, siempre habrá alguien que tenga mayor capacidad que tú para hacerle la barba a Chávez. Recuerda que eres un recién llegado y que las lisonjas de los rezagados son detectadas muy rápidamente por el radar de aquéllos que experimentan ese templón por allá abajo.

Para que la FAN vuelva a tener alguna vez la capacidad de defender a la nación, tiene que ser una institución muy sólida, en la cual la lealtad debe ser a los principios, expresados en la constitución y las leyes, pero sobre todo en la defensa de la democracia y de la libertad que son ingredientes básicos, que no pueden depender de tus locuaces interpretaciones. El permitir que se mate a la Guardia Nacional, el dejar que el nivel de apresto operacional sea tan bajo, el propiciar que la compra de equipos tenga escasa relación con las misiones que tienen los militares en un Estado democrático, el violentar la decisión del pueblo venezolano el 2-D con el inflamante grito que clama al socialismo y, sobre todo, a la muerte, son violaciones de los principios que fundan y deben orientar a la FAN que, como sabes, se ha derrumbado en el aprecio ciudadano.

Cuando tus colegas defienden esos valores institucionales no son cobardes ni burros, sino valientes y sabios. No son cobardes, porque se enfrentan a quienes como tú son obsecuentes con el Sol Rojo que guía tu corazón y nubla tu cerebro; no son burros, porque saben que esto, así, no va a durar eternamente y recuperarán su carrera y su honor.

No das la impresión de ser un estudioso de la historia, pero puedes preguntar al general Jacinto Pérez Arcay que está allí, a pata de mingo, cómo en la época de Pérez Jiménez muchos jóvenes oficiales fueron marginados y expulsados de las FFAA y, ¿sabes qué?, apenas despuntó la democracia, éstos volvieron con honores a comandar sus respectivas fuerzas. Ustedes no van a durar siempre; fíjate las piruetas que tienes que hacer para prolongarte en la posición actual, así estarás de inseguro.

Es sumamente alentador ver cómo ningún oficial ha caído en la trampa, y tu gesto, tu insulto, quedó colgado en el vacío al que lo confinó el desprecio de tus colegas.

Socialismo o Muerte. En la celebración que hizo Chávez de los sucesos de abril, en los cuales, como recordarás, Raúl Isaías Baduel tuvo la gentileza de traerlo desde La Orchila, se produjeron muchos hechos para reseñar.

El General comandante del desfile volvió a repetir la proclama socialista que también tú mencionas cuando estás atacado de sarampión; grito de guerra que termina con esa "muerte" que con tanto regusto pronuncias. Eso es ilegal, anticonstitucional y no les gusta a los oficiales institucionalistas, que son mayoría. Aquel oficial, cuando pedía permiso a Chávez para iniciar el desfile, en el parte al Jefe, enunció la participación de tropas, vehículos, aeronaves y semovientes, "todos adoctrinados". Tú te das cuenta de cómo un oficial general puede llegar a ese estado de postración intelectual que al proclamar el socialismo informa del adoctrinamiento de todos, hasta de los semovientes. La única salvaguarda que tienen los ciudadanos frente a este adoctrinamiento es que las vacas, los caballos, y, sobre todo, los burros, no pueden, al menos fácilmente, enunciar la fe socialista. Aunque tal vez tú tengas, como sorpresa, una secreta milicia de loros que sí pueden chillar "patria, socialismo o muerte" y después desternillarse de la risa en sus roñosas jaulas.

El problema, Rangel, es que se tiene la impresión generalizada de que tú no sabes nada de lo que es el socialismo. A lo mejor has sido buen oficial; pero en el último trayecto te has visto obligado a adoctrinarte y eso no es fácil. Hay que leer; ir a seminarios; escribir; ensayar la dialéctica; conocer revoluciones genuinas. Tú no pareces saber de socialismo, y los militares institucionalistas saben muy bien cuál es su obligación, su tarea, su vocación y su compromiso. No te olvides que los cobardes huyen y los institucionalistas no lo hacen, allí están, aguantando el chaparrón. Y los burros, hummm... los burros dan feroces coces.

Rangel, tienes una oportunidad impar delante de ti: la renuncia. No la desperdicies. Por cierto, saludos te manda el sargento Cristo Antonio, el alzado de Maracay.

El Universal

http://noticias.eluniversal.com/2008/05/04/opi_34919_art_tiempo-de-palabra_842670.shtml

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