Ahora se entiende el apuro del teniente coronel en correr a auxiliar a las narcoguerrillas colombianas: están boqueando y con las tripas al aire. Y como su liquidación se lleva consigo toda posibilidad de mantener con vida este esperpento llamado revolución bolivariana había que jugarse la vida a su legitimación comprándoles con la suculenta petrochequera de PDVSA el estatus de beligerancia para que pudieran sacar el cogote del pantano, respirar un poco y zafarse la soga al cuello del ejército colombiano.
Pruebas al canto: Raúl Reyes, Iván Ríos, Karina. Que no son más que la guinda de la torta. Las FARC están quebradas y en desbandada. Lo ha confesado con las piernas temblequeando la que fuera un monstruo de horror y sangre: Karina la asesina. Aterrada por correr la misma suerte de Iván Ríos y verse en la tumba sin uno de sus brazos, ha arrugado y se ha echado a correr hasta dar de bruces con un oficial del DAS colombiano. Cambia ocho años de cárcel – a sus cuarenta perfectamente llevaderos – por los cuarenta que le caerían encima si no se acoge a la sabia política de pacificación que le ofrece el gobierno. Que pueden reducirse a la mitad si muestra el buen comportamiento que están mostrando todos quienes se han acogido a dicha política y viven en condiciones carcelarias que, comparado con el horror de las cadenas, el hambre y las enfermedades tropicales que sufren los secuestrados de las FARC pasan por una estadía en Cancún.
La entrega de Karina es un golpe casi tan demoledor como la muerte de Raúl Reyes. Pone de manifiesto la crisis terminal de la guerrilla más antigua del mundo y anticipa, como en un efecto dominó, la desintegración inminente de quien Hugo Chávez pretendiera pasar por un ejército poderoso al que había que darle beligerancia. Llegó al colmo de pretender cambiar los límites de Venezuela, ejemplo que siguió su lacayo ecuatoriano Rafael Correa, cuando afirmaran que limitaban con las FARC y no con la Colombia republicana, constitucional y democrática.
Lo grave del hecho es que con la agonía de las FARC agoniza el proyecto andino de la expansión bolivariana. En el sur, Evo Morales pretende copiar el modelo corruptoelectoral para salvarse del revocatorio. Ya distribuye cheques venezolanos para comprar conciencias. Por ello, Chávez ya debiera estar preso. ¿Qué vaina es esa de estar robándonos nuestro dinero para mantener zánganos de poca monta? Si a Pérez lo castigaron los notables y el teodorismo por ayudar a una demócrata ejemplar como Violeta Chamorro, ¿de qué palo ahorcar a Chávez por apuntalar pedófilos centroamericanos y analfabetas andinos?
El bote en que ha venido a dar el portaviones hace agua por sus todos sus costados. Pronto, un simple empujoncito terminará por hundirlo. Salvo que Petkoff & Cia. sigan manteniéndolo a flote. ¡Qué vaina con la izquierda venezolana! ¡Qué vaina con el teodorismo!
Por Pedro Lastra
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