Esta caricatura de Idígoras y Pachi en “El Mundo” de Madrid ilustra como la prensa de España recoge la visita de Chávez. Las ofertas económicas del presidente venezolano son lo más destacado.
El diario español “El Mundo” destaca en su editorial que “la realpolitik’ nos acerca a Chávez:
Los gobiernos de España y Venezuela dieron ayer por zanjado el enfrentamiento producido en la Cumbre de Chile, en la que el Rey pronunció el ya célebre «¿Por qué no te callas?». La oposición a Hugo Chávez se hizo eco de aquella frase y el presidente venezolano pagó un coste político por su impresentable actuación, ya que poco después perdió el referéndum sobre su propuesta de reforma constitucional. La superación definitiva de aquel incidente se escenificó ayer en sendas entrevistas de Chávez con Don Juan Carlos -quien lo recibió en el Palacio de Marivent, en Palma de Mallorca-, y con Zapatero, en La Moncloa.
El presidente de Venezuela volvió a hacer gala de su obsesión por no pasar inadvertido. En ambas reuniones se prodigó en bromas y chascarrillos, entre los que no faltaron algunas referencias explícitas al episodio de Chile, una polémica para la Historia por la que, según su histriónica opinión, Don Juan Carlos y él deberían compartir «derechos de autor». El Rey, como gesto de distensión, regaló a Hugo Chávez una camiseta con la famosa leyenda.
Estas anécdotas ilustran la importancia de la diplomacia en un mundo cada vez más globalizado e interdependiente, en el que los requerimientos y necesidades de la realpolitik se imponen a las simpatías y fobias entre gobernantes. Las relaciones bilaterales con Venezuela no pueden estar supeditadas a la antipatía que suscita un personaje como Chávez. El presidente venezolano, que mereció que EL MUNDO le concediera el título de Enemigo del Año 2007 -extensivo a todos los caudillos-, ha perpetrado abusos de poder en su país, se ha entrometido en la política de Colombia, ha dado oxígeno a las FARC, a Castro y a los regímenes populistas de Ecuador, Bolivia y Nicaragua; también ha dado cobertura a Irán cuando la comunidad internacional procuraba su aislamiento y ha tratado de politizar la OPEP.
No obstante, España y Venezuela mantienen intereses comunes comerciales, en inmigración y en la lucha contra ETA que hay que cuidar junto al Gobierno legítimo de aquel país. Sobre todo en el actual escenario de crisis. Zapatero ha avanzado que promoverá una cumbre hispano-venezolana que podría ser clave para que Repsol participe en la explotación de la Faja del Orinoco, una de las mayores reservas petrolíferas del mundo. Venezuela proveería de combustible a precio estable a España a cambio de alimentos, tecnología y acuerdos en materia de construcción de infraestructuras.
Más allá de los réditos que puedan derivarse de la cooperación con un Gobierno como el de Venezuela, que no ha dudado en amenazar directamente a empresas españolas en más de una ocasión, el sentido común obliga a respaldar todo avance en la colaboración entre ambos países.
Por su parte, el editorial de “El Periódico” destaca que “el Rey y Chávez pasan página”:
El viaje del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, a Mallorca para reunirse con el Rey certifica, como no puede ser de otra manera, que las razones de Estado están por encima de la gesticulación vociferante y las simpatías personales. La puesta en escena en el palacio de Marivent, a pesar de la hora de retraso con que llegó Chávez, cierra una crisis que, a la vista de los intereses que comparten los dos países, carecía de sentido y perturbaba una relación necesitada de complicidades.
Ni el presidente venezolano puede prescindir de España en su relación a menudo difícil con la UE ni España puede dejar a su suerte las inversiones españolas en Venezuela, a las que ha aludido con frecuencia Chávez y no siempre en términos tranquilizadores. Todo esto pesa más en la balanza diplomática que la incontinencia verbal desbordada en la cumbre de Chile de hace siete meses. Por no hablar de la necesidad que tienen los gestores de nuestra economía, zarandeada por la crisis, de disponer de buenas líneas de comunicación con uno de los socios de la OPEP menos dispuesto a frenar la escalada de precios del petróleo. Porque, sin considerar a Chávez el director de la orquesta petrolera, es de los más decididos partidarios de mantener la tensión del mercado y aprovechar las maniobras especulativas para sobrevalorar el crudo.
Intereses al margen, conviene que ambas partes saquen algunas conclusiones que eviten en el futuro espectáculos muy poco rentables y que obligan inevitablemente a rectificar. Desde luego, el tono de Chávez en Chile no fue de recibo, pero lo que siguió a su baladronada no fue un ejemplo de oportunidad política y sentido del equilibrio. Más bien prevaleció a ambos lados de la crisis la voluntad de envolverse en la bandera y echar mano a los viejos resortes de los sentimientos a flor de piel.
De la inconsistencia de todo aquello han dado buena cuenta los intereses en juego, incluida la entrevista de ayer mismo de Chávez con Rodríguez Zapatero. Por esta razón, resulta igualmente inconsistente que el líder de la oposición se felicite de la normalización de los contactos hispano-venezolanos y, al mismo tiempo, espere alguna forma de disculpa de Chávez. Rajoy sabe que tal gesto es impensable en situaciones como la vivida en los últimos meses, y prolongarla o mostrar alguna forma de incomodidad no ayuda precisamente a pasar página, que es lo que debiera perseguir el jefe de la leal oposición.
El diario ABC es más crítico en su editorial titulado “Zapatero, balón de oxígeno a Chávez”
La visita de Hugo Chávez a España es una de esas decisiones extravagantes del Gobierno socialista que han sumido la política exterior española en un estado de confusión y error continuado. Aunque sean personajes muy dispares y se hallen en planos políticos no equiparables, hay motivos suficientes para preocuparse de que sea el autócrata venezolano y no el candidato demócrata a la Casa Blanca, Barack Obama, quien quiera venir a España. El Gobierno de Rodríguez Zapatero ha dado a Chávez un balón de oxígeno para que éste reconstruya su imagen internacional. Desde la Cumbre Iberoamericana celebrada en Santiago de Chile, donde su facundia incontrolable encontró la adecuada respuesta de Don Juan Carlos, Hugo Chávez ha jalonado su gestión con clamorosos fracasos. Perdió el referéndum de reforma constitucional con el que pretendía consolidar su régimen socialista. Se embarcó en un disparatado protagonismo mediador con los terroristas de las FARC, en medio de pruebas crecientes de su apoyo político -como mínimo- a este grupo narcoterrorista, que estaba, a mayor abundamiento, en cooperación «logística» con ETA. La liberación de Ingrid Betancourt y los golpes del Ejército colombiano a la cúpula de las FARC decantaron definitivamente a la opinión pública internacional a favor del presidente colombiano, Álvaro Uribe, en la misma medida en que las artimañas de Chávez para desestabilizar al país vecino perdían fuerza y quedaban al descubierto.
Estos antecedentes han forzado a Chávez a bajar su furor verbal, pero más por razones de táctica oportunista que por una voluntad real de rectificar su política autocrática, populista e intervencionista. El Gobierno de Rodríguez Zapatero ha hecho un gran favor al presidente venezolano dándole una alternativa diplomática con su visita a España y proporcionándole una coartada propagandística para enderezar -al menos, para intentarlo- su deterioro ante la comunidad internacional. Es evidente que España debe procurar mantener las mejores relaciones con los países iberoamericanos, pero siempre dentro de unas exigencias mínimas de respeto recíproco y de coincidencia en valores básicos. Cuando nada de esto se cumple, las relaciones deben adoptar otro tono, que no necesariamente deben ser de ruptura, pero sí, al menos, de firmeza, sobre todo con personajes que, además de practicar políticas internas e internacionales contradictoras con los principios democráticos y de no injerencia, son poco dados al entendimiento de las convenciones diplomáticas y del lenguaje protocolario.
Por lo que se ve, el Gobierno socialista no ha aprendido lo suficiente en su primer mandato sobre los daños que han ocasionado a la posición internacional de España sus devaneos con autócratas populistas e indigenistas de Iberoamérica. La visita de Chávez ratifica esa inexplicable querencia de Rodríguez Zapatero por los gobernantes menos democráticos del continente. Sí son explicables las consecuencias de esta forma de gestionar los intereses internacionales de España, que tiene su continuidad en la poca confianza que inspira el Gobierno a sus aliados occidentales -si Obama quiere más soldados para Afganistán, ¿por qué no ha venido a España, que tiene desplegado un importante contingente en el país asiático?-; o en los errores de elección de socios en Europa, basada inicialmente en un puro seguidismo antiatlantista -con Schröder y Chirac- y rectificada a duras penas tras la llegada de Angela Merkel y Nicolas Sarkozy al poder en Alemania y Francia.
La relación de España con Iberoamérica debe ser privilegiada y ha de asentarse en el reconocimiento del patrimonio histórico y cultural común, y en el capital de oportunidades económicas que ambas partes pueden explotar conjuntamente. La inmigración, por otro lado, es un reto bilateral que no puede recaer sólo en España. La proximidad de los bicentenarios del proceso de independencia de Iberoamérica es un motivo añadido para reforzar los vínculos y superar las discrepancias, tarea que exige un esfuerzo diplomático serio por parte de España y una dirección política del Gobierno socialista que sea capaz de distinguir entre un aliado democrático respetable y un gobernante locuaz y con tendencias dictatoriales, por muy socialista que se proclame.
El diario escenifica, en su caricatura, el “brindis con petróleo”:
Este es el aspecto general que destacan las crónicas de los diarios: la oferta de petróleo barato que hizo Chávez a España.
- La Razón titula: “Reconciliación por petróleo”
- El País: Chávez ofrece 10.000 barriles diarios a 100 $
http://www.noticias24.com/actualidad/?p=16260
2 comentarios:
Siento mucha verguenza por esta bajada de pantalones de mi país hacia este personaje nefasto. Ayer hice una entrada comparándolo con un personajillo del fútbol español llamado Lopera.
J.L. Martínez:
Supongo que son intereses económicos los que privan y por eso han recibido al orate en España.
Ofrece vender crudo a España con un importante descuento, eso sin contar con las inversiones españolas en Venezuela que corren riesgo permanentemente mientras Chávez esté en el poder.
¿Todavía no han notado que el sujeto es un desequilibrado, que está mal de la mollera y tiene una fijación con Fidel Castro y el socialismo-marxista?
En cualquier momento vuelve a insultar al Rey, a España, amenazará con expropiar las empresas españolas, etc. Chávez es así, amanece con "puntadas" que le hacen cambiar de parecer de un día para otro.
Hizo las paces, supuestamente, con el presidente Uribe, pero hoy mismo ha vuelto a atacar al ministro Santos.
Saludos
Publicar un comentario