lunes, 7 de julio de 2008

En cautiverio, Ingrid Betancourt se reinventó para no ser más la mujer de la 'Rabia en el Corazón'


Foto: Sergio Acevedo / EL TIEMPO

Judith Valencia, madre del sargento Ricardo Marulanda Valencia, celebró al verlo libre en televisión.





Foto: AP

Íngrid Betancourt con el presidente de Francia Nicolás Sarkozy.


Ya no es la senadora que, al igual que el título de su libro publicado en 2001, muchos recuerdan como provocadora, pendenciera, que descalificaba a sus propios colegas.

Y así lo recuerda en su libro (Siete años secuestrado por las Farc) su hoy entrañable amigo, compañero de curul y de cautiverio, Luis Eladio Pérez.

Y no es solo por sus palabras o por sus conceptos. Es también por su hablar pausado, por la manera como acompasa sus gestos con sus pensamientos. Por esa forma de bajar la mirada cuando relata sus duras experiencias, como si quisiera indultar ese pasado triste o un acto de humildad frente al destino inexorable. Por su afán de abrazar y acariciar.

Pero, sobre todo, por su actitud de perdón. "Le pido a Dios que los bendiga, que los guarde, que los perdone. Todos hemos perdonado todo", le dijo Íngrid al presidente Álvaro Uribe, en la Casa de Nariño, refiriéndose a sus victimarios. Esta es la Íngrid, que según sus propias palabras, vino "más liviana", y que dejó en la selva "cosas como el orgullo, la soberbia, la terquedad".

Sí, pero también hay una nueva Íngrid con nuevas concepciones del poder. La Íngrid que el presidente francés Nicolás Sarkozy y su esposa Carla Bruni recibieron el pasado viernes en la mañana en París, en las escalerillas de un imponente avión, casi con honores propios de un jefe de Estado.

La misma que será recibida la próxima semana por el Papa Benedicto XVI, que seguramente comenzará a codearse con líderes de todo el mundo y que en sus primeros mensajes les habló a los mandatarios vecinos de tú a tú.

"Espero que así como Chávez y Correa lograron llegar al mando en sus países, por la vía democrática, les pido que nos ayuden a que las transformaciones en Colombia se den por la vía democrática", les dijo a los mandatarios de Colombia y Venezuela, con dejo de autoridad.

Aún es una rebelde

Lo que Íngrid no perdió fue esa especie de rebeldía natural de la que todos hablan, que la hace una mujer dura, recia, que llevó a 'Raúl Reyes' a definirla como una mujer de "temperamento volcánico, grosera y provocadora con los guerrilleros encargados de cuidarla".

Esa misma que hasta el último minuto de cautiverio se negó a admitir que le ataran las manos o, siquiera, que le ayudaran a cargar el pesado morral que llevó sobre sus espaldas durante los 6 años y cuatro meses de secuestro.

La Íngrid post secuestro es una mujer con mucho sentido de la realidad política. Si se quiere, sabia. O pragmática, un concepto moderno utilizado para definir a aquellos que hacen lo que hay que hacer. O lo que conviene. Esa es la percepción que Íngrid dejó y que a muchos desconcertó, cuando se puso de lado de la nueva reelección de Uribe.

"Primero fueron cuatro años, luego fueron ocho y ahora la posibilidad de que sean doce. Eso tiene que poner a pensar seriamente a la gente de las Farc. Entonces, sí, a mí me gusta la reelección", dijo el jueves en una conferencia de prensa, antes de viajar a París.

Íngrid no dio vueltas para reconocer los méritos de Uribe, a quien su madre no ha dejado de criticar durante todo el mandato. "No, no, mamita (le dijo, acariciándole su rostro, con actitud de tierna represión, en los corredores de la Casa de Nariño, cuando quiso cuestionar al jefe del Estado): para tomar esa decisión (la del rescate) se necesita ser valiente".

Con más olfato político

En la nueva Íngrid, su olfato político también parece acrecentado. Claro que hay mucho de nobleza, de sabiduría y espiritualidad en su decisión de no hablar mal de nadie. Pero no se puede negar que, en su actitud, también hay cálculo político.

Su sorpresivo consentimiento con un tercer período de Uribe, sin que haya dicho siquiera que va a votar por él, la aproxima al hombre de mayor capital político de todos los tiempos en Colombia. Pensar en una fórmula Uribe-Íngrid, es pensar en una fórmula demoledora. Sería la unión de los dos capitales políticos más grandes en la actualidad. Íngrid no tenía esto cuando se la tragó la selva hace más de seis años.

A Íngrid se la llevaron las Farc en el 2002, cuando era candidata presidencial, rival de Álvaro Uribe, y solo marcaba un uno por ciento en las encuestas de favorabilidad, y regresó el pasado miércoles, como admiradora de Uribe, con el 60 por ciento de opinión favorable y con todo para buscar su candidatura presidencial.

Y como dice su antiguo asesor, Eduardo Chávez, " Íngrid y Uribe representan hoy el gran consenso nacional contra las Farc. Ambos se han enfrentado al monstruo. Él con la fuerza del Estado y ella con la fuerza de su dignidad. Ella desde la negociación política, él, desde la acción armada. Los dos son complementarios".

En opinión del ex alcalde de Bogotá Luis Eduardo Garzón, el retorno de Íngrid "cambió radicalmente el mapa político colombiano", hasta el punto de admitir que ese hecho lo ubicó, a él, en la orilla de "los perdedores, por ahora".

¿Por qué se produjo el cambio?

Hay muchas cosas que pudieron haber cambiado sustancialmente a Íngrid. Para no ir tan lejos, el mero paso del tiempo en esas condiciones produce sus efectos. Pero hay hechos puntuales, que por sus relatos, se infieren como puntos de quiebre: la muerte de su padre, Gabriel Betancourt Mejía, por quien profesó un amor intenso; su grado extremo de enfermedad, que ella ubica en el segundo semestre del año pasado, cuando literalmente quiso morir; o la degradación extrema a la que fue sometida por sus captores. Pero también, descubrir cosas bellas, como la "generosidad y la solidaridad" del cabo William Pérez, un hombre humilde, a quien ella reconoce como "salvador de su vida".

A punto de cumplir 47 años de edad, Íngrid regresa visiblemente fuerte. No solo física, sino sicológica y espiritualmente. O por lo menos, mucho mejor que como fue presentada en las últimas pruebas de supervivencia y como la mayoría de los colombianos la intuían, después de las especulaciones sobre su inminente deceso, hace apenas un par de meses.

Imposible negar su transformación espiritual. No ha habido intervención pública en la que Íngrid no reconozca la influencia divina en el desenlace de lo ocurrido.
Al llegar al aeropuerto militar Catam, el pasado miércoles, Íngrid y su madre se pusieron de rodillas y dieron gracias a Dios.

Después confesó que nunca había leído la Biblia, que la descubrió en cautiverio y que gracias a ella descubrió y se enamoró de la Virgen, a la que considera su "faro".

La fuerza del amor

Las cientos de fotografías de Íngrid abrazada a sus hijos (Melanie y Lorenzo), a quienes dejó siendo apenas unos niños (16 y 13 años, respectivamente), hablan más que las horas de relatos sobre su secuestro. Pero, sobre todo, han conmovido al mundo.

Aunque se da por descontado que Íngrid se meterá de lleno a la política, advirtió que eso lo pactará con sus hijos, a quienes admitió que impuso "muchos sufrimientos", pues por razones de seguridad se habían ido del país desde mucho antes de su secuestro.

Por eso ahora Íngrid sueña con "acurruncharse" junto a su Lorenzo, al que no deja de mirar con asombro.

Si bien los primeros análisis coinciden en que el secuestro cambió a Íngrid, lo que ahora millones de colombianos esperan es que su regreso a la libertad contribuya también a cambiar sus vidas.


Algunas frases de la nueva Ingrid


  • "¿Fui terca? De pronto. Hoy en día, con la perspectiva de los años, siento que era mi destino, que viví lo que tenía que vivir y conocer lo que conocí".
  • "Que (las Farc) sean buenos perdedores... Es el momento de rectificar. Estamos dispuestos a tenderles la mano, pero no a participar en una farsa".
  • "Sueño con que les de becas de estudios a los liberados y a los que siguen allí, para que tengan ilusión. Fui profesora de francés en la selva, una muy mala...".
  • "Comprendí que la muerte era una posibilidad (...) He visto a mis compañeros morir, sabía que la muerte llega muy, muy rápido en la selva".
  • "Yo no creo sino en la paz, en nada más (...) me siento tan bendecida por Dios por haber vivido este momento, por que fue una operación de paz".


JANED RAMÍREZ Y
CARLOS IBARRA
REDACCIÓN POLÍTICA

El Tiempo, Colombia
http://www.eltiempo.com/colombia/politica/2008-07-06/en-cautiverio-ingrid-betancourt-se-reinvento-para-no-ser-mas-la-mujer-de-la-rabia-en-el-corazon_4363533-1


Análisis/ ¿Qué harán las Farc?

El grupo guerrillero tiene como opciones un endurecimiento militar, la superación política de la lucha armada o estar fragmentado y sin rumbo.

Entre los episodios que engarza la tersa prosa de Jorge Enrique Botero en el libro sobre Simón Trinidad se encuentra el siguiente. Un funcionario de la embajada norteamericana con quien sostiene una conversación en un café le extiende una servilleta y le pide que escriba una cifra, la necesaria "...para no tener que trabajar nunca más en su vida". La contraprestación: "...que nos ayude a rescatar a nuestros compatriotas secuestrados por las Farc". Indignación de Botero. Ante una insistencia le habría dicho al gringo: "... que si hacía lo que él me estaba pidiendo transgrediría una de las reglas de oro de mi profesión, la reserva de las fuentes". Para el historiador, la regla de oro es la contraria. Debe señalar con toda precisión sus fuentes y agotar la consulta de todas aquellas que le sea posible incorporar en el tejido de una narrativa o en la construcción de una explicación. Sobre los hechos del 2 de julio de 2008 no tenemos acceso a información plural y contamos con una versión única: la oficial. Por ahora hay que partir de allí.

La liberación de Ingrid, siete militares, cuatro policías y tres contratistas norteamericanos por parte de las Fuerzas Armadas, secuestrados por las Farc, ha constituido un acontecimiento que tendrá enorme repercusión no solo por el impacto sobre el conflicto interno sino por su influencia en la vida política. Han recibido las Farc un golpe demoledor, sobre todo porque se inscribe en una saga de derrotas que se iniciaron con el desalojo que sufrieron por parte del Ejército de la región de Gutiérrez en Cundinamarca en 2003. Pero las Farc siguen vivas, mantienen, aunque maltrecha, una estructura, conservan unidad de mando y disponen de miles de hombres con apoyo de una cierta base geosocial integrada por población agraria en un país donde la frontera agraria aún no se cierra y en el que nunca se ensayó una verdadera reforma agraria.

Ante las Farc aparecen diversos caminos: desesperado endurecimiento militar, búsqueda de un modelo realista y urgente de superación política de la lucha armada, fragmentación en grupos comandados por caudillos autónomos sin ideología y abiertos a toda suerte de alianzas con paras y narcos.

Una alternativa diferente a la salida política implicaría sufrimiento para grandes sectores de la población, renovado peligro de muerte para los cautivos que aún están en la selva y un factor de degradación de la guerra así como de estímulo a la militarización y al reforzamiento del autoritarismo "carismático" y del debilitamiento institucional del proceso político nacional. En la organización guerrillera hay factores que alimentan cualquiera de las opciones. En apoyo de la hipótesis de solución política se pueden mencionar varios.

El secretariado está hoy integrado, con una excepción, por personas procedentes de un medio urbano, poseedoras de formación profesional universitaria que estuvieron involucradas en actividad política antes de su ingreso a la guerrilla. En todos los casos se trata de una generación postmarulanda distinta a la de los "marquetalianos". Por estas razones 'Cano' resulta muy representativo de las Farc actuales. Al 'Mono Jojoy' se le presenta como la figura militarista por excelencia. Habría que recordar lo que dijo cuando languidecía el proceso del Caguán: "Ahora, pasarán algunos años y volveremos para solicitar varios departamentos o simplemente para ir a salvar lo que quede de nosotros, sentados a la mesa, en algún pueblito en Alemania" (León Valencia, 2002). Los años pasaron y es obvio que las Farc no están hoy en condiciones de solicitar varios departamentos.

Las Farc no actúan en el vacío. Están inmersas en realidades nacionales e internacionales. El que en su seno se imponga uno u otro modelo de acción depende en modo apreciable de la manera como actúen otras fuerzas e instituciones. Las Fuerzas Militares han obtenido triunfos que les permitirían asumir la posición que expresara en su momento el general Fernando Tapias, comandante de las Fuerzas Amadas, uno de los iniciadores del proceso de reingeniería militar, en el sentido de que el objetivo no es el del aniquilamiento de todos los guerrilleros sino el de obligarlos a la negociación. ¿Será este el punto de vista prevaleciente en las instituciones armadas y en el gobierno de la Seguridad Democrática o se impondrá el modelo mental que reflejara hace unos días el entonces Ministro del Interior y Justicia Holguín Sardi quien al interpelar al nuevo comandante de las Farc usó la palabra exterminio?

Resulta de alta significación el hecho de que la mayor victoria militar del establecimiento haya sido incruenta. Cabría esperar que esa circunstancia contribuya a cierto acopio de responsabilidad y serenidad en la dirigencia actual del Estado. Pero en este campo también están abiertos los caminos.

En la sociedad civil deben crearse núcleos de opinión que puedan sustraerse a la compulsión revanchista y plebiscitaria y que coloquen referentes para una controversia democrática sobre los temas de la paz y de la guerra en Colombia. En el orden de urgencias se destaca la necesidad del acuerdo que ponga en libertad a los secuestrados. En cualquier esquema de entrega organizada interviene siempre una condición de bilateralidad o multilateralidad. La unilateralidad absoluta no es realista. Desde muchos lugares e instancias pueden salir millones de voces que le den una respuesta con sentido a Doña Margarita Sánchez, madre del Mayor de la Policía Enrique Murillo aún en cautiverio, quien en medio del llanto formuló el 2 de julio un sentimiento y un desolador interrogante: "Estoy contenta por los que liberaron, pero, ¿y los que quedan ahora que ya no está la doctora Ingrid?". La entrega convenida de los secuestrados sería sin duda un paso seguro en dirección a la resolución política del conflicto colombiano.

MEDÓFILO MEDINA*
Especial para EL TIEMPO
* Historiador, miembro de la Fundación Razón Pública
www.razonpublica.org.co

El tiempo,Colombia
http://www.eltiempo.com/colombia/politica/2008-07-06/analisis-que-haran-las-farc_4363692-1


32 nuevas caras en sus casas encontraron los 15 liberados por la 'Operación Jaque'

Les nacieron tres hijos y 29 sobrinos. Íngrid perdió a su padre. Tres papás, dos mamás, dos abuelos, dos hermanos, siete tíos y un sobrino de los uniformados rescatados murieron sin verlos de regreso.

Estas son las historias de cómo cambiaron las familias con el cautiverio

Castellanos vio a Britney

Ocho años tuvo que esperar el intendente de la Policía Armando Castellanos para ver frente a frente a su hija Britney, que nació en Ibagué cuando él llevaba siete meses en cautiverio. En una carta pidió que la registraran con el nombre de la cantante de pop.

Ahora ella juega con sus primos, sobrinos que el intendente no conocía: Maicol, Gisell, Catalina, Valentina, Harold y Jaime. En este tiempo, la familia tuvo una gran pérdida: el hijo de su hermano mayor, de apenas seis años, murió tras una hepatitis en Cali.

Rodríguez: otros 4 sobrinos

El teniente de la Policía Vaney Javier Rodríguez perdió a su abuelita, Alicia Rodríguez, tan solo 17 días después del secuestro.

"Falleció de 90 años, por la preocupación que le causó el secuestro del nieto", dice Lucila Porras, mamá del rescatado.

La tía Saturia Rodríguez falleció en marzo del 2000 en un accidente de tránsito. Y su hermanastro Luis Hernando Porras, de 60 años, también murió. A cuatro sobrinos no los conocía: María Paula, Juan José, Santiago y un bebé de seis meses.

Buitrago conoció a su hija

El sargento de la Policía Julio César Buitrago perdió a su mamá, Amparo Buitrago, y a cuatro de sus tíos: Amparo, Rafael, María y José Buitrago. Todos por enfermedades.

"De la única muerte que se enteró durante el secuestro fue de la de mi mamá", contó Amparo Chavarro, hermana del suboficial.

Su gran alegría fue conocer a su hija. El mismo día del secuestro, 16 de noviembre de 1999 en La Arada (Tolima), nació en Neiva Íngrid Lorena. La niña, de 9 años, es la menor de tres pequeñas.

Farc mataron a tío de Flórez

En cautiverio, el cabo primero del Ejército Amaón Flórez Pantoja supo que su tío Fidencio Pantoja había muerto, pero no que había sido un homicidio y mucho menos que lo habrían matado las Farc.

Eso fue hace siete años, cuando Pantoja desapareció en Puerto Asís (Putumayo) y luego le avisaron a su familia que recogieran el cadáver en un paraje. Aunque los allegados dicen que lo mataron los guerrilleros, la investigación nunca arrancó.

Pero también hay buenas nuevas. Lo esperan cuatro sobrinos: Carol Gabriela, la hija que llevaba en el vientre su hermana María Fernanda cuando a él lo secuestraron. Laura, de 9 años, y José Luis, de 3, los hijos de su otra hermana, Deyra; y Karen, la hija de su hermano José.

Cáncer mató a tía de Bermeo

Durante el secuestro del teniente del Ejército Juan Carlos Bermeo Covaleda murió una tía que estaba enferma de cáncer. En esos años su hermana María Angélica se casó y su sobrina ya tiene 11 años.

"Todo eso se lo hemos contado a Juan Carlos por radio, ahora lo único que queremos es abrazarlo y decirle que lo amamos", dijeron sus familiares en el aeropuerto de Neiva. En la casa de los Bermeo, en Pitalito, lo esperan su padre, Ascencio Bermeo, de 57 años, y sus dos hermanas, Patricia y María Angélica, todos ansiosos por recuperar los diez años que el secuestro les robó, desde el 3 de agosto de 1998, cuando las Farc arrasaron la base de Miraflores (Guaviare).

Pérez, sin papá ni abuelo

Anselmo Medina, el abuelo del cabo primero del Ejército William Humberto Pérez, murió el pasado jueves de un paro cardiaco tras conocer la noticia de la liberación de su nieto. Lo más trágico es que el papá del militar, Pedro Pérez, había fallecido el 20 de mayo en un hospital de Barranquilla, un día antes de que William cumpliera 36 años.

Tan solo 42 días lo separaron de reencontrarse con el mayor de sus seis hijos, el enfermero que le salvó la vida a Íngrid Betancourt. Don Pedro no hizo más que trabajar por la liberación de su hijo e, incluso, al presidente Uribe le pidió que facilitara el despeje de Florida y Pradera para el acuerdo humanitario. Una de las últimas cosas que le dijo a su familia era que quería que William supiera que hizo todo lo posible por verlo libre.

Romero: un hijo que no conocía

Erasmo Romero, papá del sargento segundo del Ejército Erasmo Romero Rodríguez, murió el primero de agosto del 2001 en el Hospital Militar de Bogotá, tres años después del secuestro de su hijo en la toma de Miraflores (Guaviare). Al día siguiente de la muerte de su padre, sus familiares le dijeron la mala nueva por radio.

Su padre era agricultor y falleció de 62 años por una infección renal que padecía hacía varios años, pero que comenzó a agravarse después del cautiverio del hijo. El secuestro de su hijo también le causó depresión.

En el tiempo de cautiverio nació su hijo Julián Andrés, quien hoy tiene nueve años y estudia tercero de primaria. También hay cinco sobrinos y su hija mayor, Jessica Andrea, tiene hoy 11 años.

Durán encontró a un hijo de 10 años

Cuando las Farc secuestraron al sargento de la Policía John Jairo Durán Tuay, en Miraflores (Guaviare), su hijo tan solo tenía 10 meses. Esta semana encontró un niño sano, grande y correlón de 10 años.

"A pesar de las cadenas, a través de fotos estuve pendiente de los cambios que registraba cuando iba creciendo. Y mi suegra, Myriam Turreago, me contaba que preguntaba mucho por mí, que veía mis fotos y las abrazaba", recuerda el suboficial. Además, el niño le envió cartas que firmó como 'Tu Osito'.

En su cautiverio nacieron los sobrinos Michel, de nueve años y Sebastián Camacho, de tres. Hasta ahora los conoció personalmente. Sabía que existían a través de mensajes por emisoras de radio pero no los había visto ni siquiera en fotos.

Murió madre de Malagón

Con la voz entrecortada, entre la risa y el llanto, Efraín Malagón agradeció a Dios la oportunidad de poder volver a ver su hijo, el subteniente del Ejército Raimundo Malagón, después de diez años.

"Mi esposa murió al mes del secuestro de Raimundo. La pena moral la llevó a la tumba; afortunadamente pude resistir estos diez años de sufrimiento y de penas amargas para poderle contar a ella, cuando nos toque, que su hijo es libre", dice el anciano, de 78 años.

Los ochos hermanos esperan al militar. Natividad Malagón, hermana de 'Rai', como cariñosamente lo llaman, aseguró que desde ahora va a tratar de recuperar el tiempo y de sanar las heridas que les causó el secuestro.

El padre de Marulanda se agravó al verlo en una jaula

Cuando el sargento del Ejército José Ricardo Marulanda Valencia regrese a su casa materna en Chinchiná (Caldas) enfrentará el vacío dejado por las muertes de su padre y dos hermanos, pero también hallará las risas de cuatro nuevos sobrinos.

Su padre, José Guillermo Marulanda Buitrago, murió el 16 de noviembre de 2000, a los 68 años. No pudo superar sus dolencias cardíacas, pero lo que lo minó más fue el secuestro de su hijo.

"Cuando mi papá vio a los policías y a los soldados secuestrados por las Farc, en esas jaulas rodeadas de alambres en medio de la selva, se sintió muy mal. Encendió una veladora y comenzó a orarle a la Virgen de Fátima", recuerda Esperanza, la mayor de las hermanas del sargento.

Jorge Alberto y Rigoberto, sus hermanos mayores, fueron asesinados en un lapso de año y medio. Al primero, quien asumió la vocería de su familia ante los medios de comunicación y le mandaba mensajes por la radio, lo mataron en Manizales el 21 de diciembre del 2006. Jorge Alberto se había retirado de la policía hacía tres años. La familia no sabe aún los móviles del crimen.

Rigoberto fue asesinado cuando estaba en frente de su casa, el 27 de abril de 2005. Su madre y Esperanza le achacan su muerte a problemas personales.

La otra cara de la moneda la vivió con el recibimiento de su hijo Brian José, a quien vio por última vez cuando tenía 3 años. Ahora es un adolescente de 13 años.

Sus dos hermanas menores, María Eugenia y Diana, le presentarán a los cuatro hijos que engendraron mientras él se perdía en la manigua: Luis Felipe, de 6 años, y los mellizos Samuel y Daniel, de 23 meses, hijos de la primera, y Tomás, de 3 años.
Fernando Umaña Mejía

Arteaga: cuatro sobrinos más

El cabo primero del Ejército José Miguel Arteaga perdió hace cuatro años a su tío Jairo Lozano. Cuando le contaron, el jueves pasado, preguntó a su sobrina Paola Callejas por qué no le habían informado por radio y le contestaron que prefirieron no darle malas noticias, aunque se tratara de un tío lejano. Cuando la guerrilla lo secuestró en los combates de El Billar (Caquetá, en marzo de 1998) tenía cuatro sobrinos de 18, 13 y dos de 5 años; ahora hay cuatro sobrinos más: Diana Pinto, de 9 años, Alex Pinto, de 5; Emily Santos, de 3 y Valerya Rodríguez, de 2 años.

"El conocía las voces de algunos niños, como Alex, porque cuando empezó a hablar lo llevamos a las emisoras para enviar mensajes", cuenta Callejas, a quien José Miguel no reconoció porque la última vez que la vio tenía 13 años.

Consejos para ayudar en el reencuentro

Los explica Julieta Aristizábal, miembro del equipo de psicólogas del Fondo Nacional para la Defensa de la Libertad Personal. entrega seis consejos para ayudar en la reintregación de los rescatados a sus hogares:

  • Preguntarles una y otra vez por el rescate, porque les permite ser conscientes de su libertad.
  • Que cuenten sus experiencias, pero sin interrogarlos sobre lo que no quieran contar.
  • Ser pacientes y no acelerar la integración de la familia.
  • Un secuestrado puede tener hasta 150 comportamientos distintos al volver a la libertad.
  • Los familiares deben asesorarse para manejar las diferentes reacciones.
  • Para dejar atrás la sensación de abandono, hay que mostrarles fotos y videos de eventos realizados para exigir su libertad. También entregarles registros de sucesos familiares que les permitan asimilar lo que pasó durante su ausencia.
  • Mucho afecto. Ofrecerles constantemente besos, abrazos y caricias, pero sin obligarlos a recibirlos.
El Tiempo, Colombia
http://www.eltiempo.com/colombia/politica/2008-07-06/32-nuevas-caras-en-sus-casas-encontraron-los-15-liberados-por-la-operacion-jaque_4363542-1






1 comentario:

c324r dijo...

Que bárbaro blog!

Tienes tanta información... mis respetos.