domingo, 21 de octubre de 2007

El discurso de la locura


Viviendas plásticas o ''petrocasas'' fabricadas de policlorulo de vinilo a partir de gas venezolano y sal cubana; América Latina convertida en una Confederación de Repúblicas Bolivarianas, martianas, caribeñas, sudamericanas; Cuba y Venezuela son un solo gobierno con dos presidentes; Bolivia sería un Vietnam de ametralladoras, el meridiano 66 se encuentra entre el 60 y el 80. Son algunos de los disparates de Hugo Chávez en su Aló Presidente número 298, transmitido desde Santa Clara, Cuba.

Si a esas barbaridades añadimos otras, como las de Ramiro Valdés y Leonardo Tamayo, el Urbano de la guerrilla boliviana del Che, se podría decir que fue uno de los maratones mediáticos más locos vistos desde los discursos de Fidel Castro sobre las ollas arroceras, los grupos electrógenos y los bombillos ahorradores.

En ese sentido, el evento fue de colección. Ramiro Valdés hizo gala de su vasta ignorancia. Afirmó que el imperialismo yanqui estaba acabando con decenas de miles de millones de seres humanos. Se ve que el comandante no está al tanto de los estimados acerca de la población mundial, que nunca han superado la cifra de seis mil millones.

Urbano, por su parte, dijo que el brillo del Che opaca las pupilas de quienes pretenden buscar en él manchas que nunca tuvo. Sin entrar en discusiones políticas, cabe aclararle al ex guerrillero que el brillo deslumbra; lo que opaca es la oscuridad. Debe haberle traicionado el subconsciente. Porque si algo hay oscuro en este mundo, es la figura del Che.

Otro de los desatinos planteados durante el Aló Presidente, que según datos de Chávez tiene 32 por ciento de audiencia, fue la elaborada concepción geopolítica del mandatario sobre la influencia bolivariana en el hemisferio. Según él, los países del ALBA avanzan a convertirse en una potencia regional con Cuba y Venezuela a la cabeza. En Sudamérica, por ejemplo, el eje de esta esfera bolivariana va de Caracas a Potosí, Bolivia.

A juzgar por lo que el ex coronel dibujó, dicha esfera era un círculo y los ejes no dividen a las circunferencias. Son el diámetro y el radio los encargados de hacerlo.

Casi al pie de la base de la esfinge de Guevara, Chávez pidió a los cubanos y, vía satélite, a los venezolanos no apartarse del televisor. Faltaba por decir lo que él mismo quería oír: el mensaje político del miedo, el elogio a la locura de la violencia.

Evo no es bruto, dijo refiriéndose a su amigo el presidente de Bolivia, y los venezolanos no nos vamos quedar cruzados de brazos si Morales es derrocado o asesinado por la ``oligarquía boliviana''.

``Cuidado, mucho cuidado, porque entonces no sería el Vietnam de las ideas, ni el Vietnam de la Constituyente, sería el Vietnam de las ametralladoras, el Vietnam de la guerra''.

Esa amenaza la hizo el domingo. Al día siguiente Hugo Chávez firmó con Raúl Castro millonarios acuerdos para desarrollar proyectos comunes energéticos, en materia de petroquímica y telecomunicaciones, así como para la creación de varias empresas mixtas, como el tendido de un cable telefónico submarino entre Cuba y Venezuela y la puesta en marcha de una refinería de crudo en Cienfuegos. Esta idea, titulada por Chávez ''polo petroquímico'', se suma al acuerdo de los 355 proyectos firmados en febrero por valor de $1,500 millones.

Chávez puede seguirle regalando a Fidel réplicas de sus cuadros, por muy mal que pinte; puede seguir entonando desafinadas canciones al Che en sus Aló Presidente. Lo que de veras preocupa es que este discurso a la locura está comprometiendo los destinos de más de 61 millones de latinoamericanos en Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador.

MIGUEL COSSIO - - 2007-10-16

Director Editorial y de Noticias

América TeVe Canal 41


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