La nave de los locos.
La extración de la piedra de la locura (o será la "verruga de la locura").
Las últimas amenazas descubren unas intenciones no reveladas completamente
Cada día y con cada nueva medida puesta en práctica por este régimen disparatado se pone en evidencia la inviabilidad del llamado "proceso", ergo, neocomunismo. Como se dice coloquialmente, no pegan una. Ni con cola. Aprueban y desaprueban. Afirman y desmienten. Anuncian y aclaran. El propio pasito tun tun. Uno para adelante, dos para atrás. Lo que vale es lo último que dijo (¿o lo que todavía no dice?) el profeta. Esa será la ley. Y, mientras tanto, el país cayéndose. La matriz de que todo está bien, boyante, es una quimera. Detrás de la fantasía se oculta una gran insatisfacción, angustia, incertidumbre y miedo.
El socialismo del siglo XXI es anacronismo. Caos. Ineficiencia. Corrupción por todos lados. Es un fracaso. Las arcas del régimen, créanlo, están casi vacías. No hay platica suficiente para comprar votos (referendo) y cubrir gastos de aquí a diciembre. Mercal está en crisis. Bien vacío. Los supermercados, panaderías y farmacias también. Se caen los hospitales, escuelas y carreteras. No hay para pagar y aumentar sueldos en la administración pública. ¿Y para los aguinaldos? El manirroto despilfarró los reales del soberano. Los regaló a Cuba, Nicaragua, Ecuador, Bolivia y otros países "hermanos".
En un impulso calculadamente demagógico, criticado por muchos conocedores de la materia, a quienes se descalificó ferozmente, el milagrero decidió rebajar el IVA. Ahora crea nuevos impuestos y proyecta otros porque hace falta ese dinero que se dejó de recaudar por esta vía. Lo más cínico e inmoral es que estos tributos extraordinarios se imponen cuando los precios del petróleo están en su nivel más alto.
Esto, por supuesto, tiene muy molesta a la población. Incluso a quienes simpatizan (ya no tanto) con el socializador agreste. Consideran un atropello la metida de mano en el bolsillo del pueblo. Un despojo abusivo. Más cuando no deja de donar a cuanto pedilón foráneo se asoma por la morada imperial lo que es necesario para atender las necesidades internas. A los damnificados por las lluvias, por ejemplo.
Pero no es esta la única arbitrariedad contra la población. El país completo observa con asombro y preocupación sus últimas intervenciones públicas en las que arremete contra todo y contra todos. No se trata de meros discursos electoreros. De bravuconadas. Son agresiones. Amenazas. Contra personas, instituciones, gremios. Contra la propiedad privada, la democracia, los derechos y libertades ciudadanas. Son signos que hasta ahora no había revelado. Como Fidel Castro cuando se confesó comunista furibundo. Es el temido autoritarismo militarista.
En paralelo la Asamblea Nacional profundiza la "deforma" in-constitucional de la Carta Magna. Restringe más derechos, aumenta los controles y las atribuciones del caudillo. Institucionaliza la dictadura sin tapujos. ¡Dale que te estrellas!
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