jueves, 18 de octubre de 2007

La tibieza del 11-A lleva a los venezolanos a la "noche totalitaria"


Para Vicente Echerri, en su columna de hoy en “El Nuevo Herald“, Venezuela ha entrado en la noche totalitaria y lamenta la “tibieza” de los golpistas del 11-A, “acaso la última oportunidad real que tuvieron los venezolanos de abortar el peligro que significaba Chávez”.

Esta es su columna:


El apetito de poder de Hugo Chávez, el dictador electo de Venezuela, se torna insaciable. Esto era obvio, la gula de poder es una de los vicios más difíciles de controlar. De estos viciosos está llena la historia. Al que padece de ese mal, ninguna ración de mando lo satisface; por el contrario, sirve para acrecentarle el hambre de más, en tanto urde fabricaciones que lo justifiquen. El ‘’socialismo del siglo XXI” es el pretexto de Chávez: una fórmula tan grotesca como su progenitor y sus turbas de camisas rojas, aunque no precisamente garibaldinas.

En los últimos días Chávez se ha convertido en una boa a punto de tragarse las pocas libertades que quedan en Venezuela. Su amenaza a la independencia de la enseñanza privada es un asalto directo a la democracia: las escuelas que no son del Estado podrán seguir funcionando siempre y cuando acepten el currículo de adoctrinamiento comunista del que precisamente los padres de un quinto del estudiantado venezolano quieren librar a sus hijos. Como tal movida no podrá llevarse a cabo sin resistencia, la nacionalización de las escuelas ya está decretada, la dinámica de esta revolución lo exige.

Por otra parte, el Presidente ha enviado al Congreso una serie de nuevas medidas destinadas a oficializar, en la práctica, la perpetuidad de su régimen. Este martes, Chávez agregaba 25 nuevas enmiendas a las 33 anteriores que ya le habían aprobado, entre las que se incluyen la de detener a ciudadanos sin cargos en caso de emergencia (una medida a la que un régimen de fuerza siempre tendrá ”la emergencia” de recurrir). Aunque el poder legislativo venezolano no es actualmente –gracias al torpe abstencionismo de la oposición en las últimas elecciones– más que un club de obsecuentes chavistas, varios de sus miembros se sintieron alarmados por estos cambios de última hora y los han denunciado como fraudes constitucionales. Puede que la historia las recoja como las últimas voces disidentes de la legislatura en muchos años por venir.

Por otra parte, en el plano internacional, la injerencia de Chávez en los asuntos de otros países no conoce de límites: en días pasados trasladó su odiosa tarima de Aló Presidente a La Habana, donde proclamó una virtual federación de Cuba y Venezuela, al tiempo que amenazaba con intervenir militarmente en Bolivia si Evo Morales era asesinado o derrocado. ¡Grandes las ínfulas del coronelito!

¿Tienen necesidad los venezolanos de alguna prueba más, de alguna nueva mordaza, de otro grillete a sus libertades para quedar definitivamente enterados de su ingreso en la noche totalitaria? ¿Albergan todavía ingenuas esperanzas en que algún proceso democrático o algún instrumento legal pueda librarlos de la larga opresión que les tiene reservada el payaso a quien eligieron de presidente por indiscutible mayoría? Y, lo más serio, ¿saben que ya no les queda otra alternativa que escoger entre el sometimiento y la rebelión que, necesariamente, sería sangrienta? Bueno, para los que no lo sepan o no hayan querido saberlo, se los anuncio formalmente desde las páginas de este diario que no en balde se presenta como un “heraldo”.

El abortado golpe de Estado del 2002 fue acaso la última oportunidad real que tuvieron los venezolanos de abortar el peligro que significaba Chávez para la democracia venezolana y para la estabilidad continental. Los titubeos de los golpistas son tan responsables como la lenidad con que trataron a Chávez las instituciones contra las cuales alguna vez se sublevó. Hoy son muchos los que pagan, dentro y fuera de Venezuela, por esas imperdonables tibiezas.

Los cubanos no podemos ver con indiferencia lo que sucede en Venezuela y las repercusiones que el chavismo puede tener, no sólo para ayudar a mantener la tiranía castrista, sino como amenaza real a la soberanía de la nación, cuyos mandantes no tendrían escrúpulos en vender con tal de mantenerse en el poder. Cuando Chávez habla de que Cuba y Venezuela tienen dos presidentes o están a punto de confederarse no está haciendo una metáfora. Acaso a los cubanos aún les toque librar otra guerra de independencia: contra la opresión de Venezuela.


Venezuela y sus malas noticias
Vicente Echerri
El Nuevo Herald

http://www.noticias24.com/actualidad/?p=9119

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