Así lo dice, en su columna de hoy en El Mundo, titulada “Usurpadores consituyentes”, Mario Villegas.
Esta es su columna completa:
Por supuesto que la sensación primaria es de una enorme arrechera e impotencia. Pero la prepotente obscenidad con la que el obediente oficialismo desguasa la “mejor Constitución del mundo” bajo la apariencia de una simple e inocente reforma, tiene que conmover y convocar la inteligencia y la acción de todos los sectores democráticos del país, sin fanáticas exclusiones.
Salir del marasmo y estremecer el sentimiento nacional, tal como ha comenzado a hacerlo el movimiento estudiantil, es el camino para desenmascarar y derrotar la inconstitucional usurpación que ha hecho la Asamblea Nacional del poder constituyente.
Más allá de su contenido bueno o malo, ya no se sabe cuántos ni cuáles son los artículos que, a su antojo y en evidente acuerdo con el Jefe del Estado, viene modificando cada día un parlamento que, mediante la Ley Habilitante, abdicó ante el Presidente de la República sus funciones legislativas y, en acuerdo con éste, usurpó competencias reservadas por la Carta Magna a la Asamblea Constituyente. El llamado “parlamentarismo social de calle”, al que fue sometido el proyecto de reforma, no ha sido más que una caricatura de consulta nacional, una antidemocrática cantinflada liderada por Cilia Flores, Roberto Hernández y Desirée Santos Amaral, quienes componen la directiva del cuerpo parlamentario.
Usurpadores son también, por cierto, los activistas del chavismo que, con la venia gubernamental, aunque sin cumplir los extremos legales, se apostaron este martes a los alrededores del Capitolio Federal, con el propósito de entorpecer, hostilizar e incluso impedir la llegada de la combativa marcha estudiantil a la esquina de Sociedad, lugar hasta donde estaba permisada esta primera jornada de calle contra la reforma autocrática y absolutista. Fue el coraje democrático de los estudiantes el que se impuso y terminó por romper el fuerte cordón de la Policía Metropolitana y de la Guardia Nacional que, con el pretexto de que procuraba su seguridad, frenaba el paso de los jóvenes manifestantes.
El balance de esta jornada estudiantil no puede ser sino positivo para las fuerzas de la sociedad venezolana que rechazan los alcances de la reforma. Y no veo, por lo demás, razones válidas para justificar una contradicción entre las luchas de calle, como ésta realizada exitosamente por el movimiento estudiantil, y la combativa participación por el NO en el referendo previsto para el mes de diciembre.
A esa reforma hay que oponérsele en todos los terrenos legales, con crecientes movilizaciones de calle y una masiva participación en el referendo, con cientos de miles de testigos en las mesas y millones de votantes por el NO en las urnas electorales. A la promoción de esta conjunción de fuerzas y de esfuerzos democráticos continuarán dirigiéndose mis modestos aportes.
Usurpadores constituyentes
MARIO VILLEGAS
El Mundo
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