domingo, 20 de enero de 2008

Alan García: «El Rey hizo muy bien en la cumbre; había que poner orden»


Alan García Pérez (Lima, 1949) ha dado un giro radical a su política. El lema de su segunda presidencia es acabar con «el perro del hortelano» que, como en la obra de Lope, lo paraliza todo. Seductor, locuaz, poco en él recuerda su primer mandato, concluido en 1990.

-El perro del hortelano contemporáneo del que usted habla, ¿en quién se personifica en el Perú?

-En todos los peruanos. En nuestras ideologías que nos impiden ver lo práctico. Yo soy un hombre de izquierda social, trabajo para los demás, no para mí ni para mi empresa. Estoy convencido de que es necesario deponer las ideologías, que son las que nos impiden encontrar puntos de coincidencia o ver la realidad. Son muy deformantes, llevan a la intolerancia. De ahí ciertas ideas, como que no hay que dar propiedad en la Amazonía porque es un bien intocable que pertenece a la Humanidad. ¡Hombre! ¡La producción de oxígeno debe ser una obligación que pertenece a la Humanidad. Aprovechar la madera y renovarla es una posibilidad de generar trabajo haciendo inversión. Estamos en un mundo ideológico que dice que no se puede tocar la Amazonía porque es parte del idilio del comunismo primitivo. Y a todos los que me dicen esto les digo: «¿Y por qué no te vas a vivir tú al comunismo primitivo? ¿Y por qué no haces de tu barrio, de tu comunidad ahí en Fuenlabrada una comunidad campesina y no eres propietario de nada?». No se le puede aplicar a otras personas lo que uno no se aplica a sí mismo. El perro del hortelano aquí es el que dice «quedémonos con las cosas nosotros y que el Estado no promueva la inversión poniendo en valor las cosas». El mar del Perú es el más rico. Pero aquí no se permite la maricultura. No, porque «el mar es de todos los peruanos». Con ese razonamiento vamos a hacer una sociedad más pobre. El pan llega con trabajo bien pagado. Y lo que tenemos que garantizar no es el pan, es trabajo bien pagado y respetado. Esto sólo se hace abriendo posibilidades a que haya inversión.

-Usted denuncia cómo «el viejo comunista anticapitalista del siglo XIX se disfrazó de proteccionista en el siglo XX y cambia otra vez de camiseta en el siglo XXI para ser medioambientalista. Pero siempre anticapitalista, contra la inversión». ¿Hay hoy en el Perú una mentalidad preparada para abrir las puertas a grandes inversiones externas?

-Por lo menos yo tengo esa lógica. En el fondo de todos nosotros subyace el principio primitivo de creer que todo capital y toda riqueza es trabajo no pagado y arrebatado a alguien. Es posible que en algunos casos el capital sea trabajo no pagado, lo que no se dice es que el capital no puede vivir sin reinvertirse. Y la reinversión es la vuelta del capital a la sociedad. El ciclo del capital es el que nos interesa. Yo creo que la colectividad en su conjunto tiene que estar por encima del interés individual. Pero estoy convencido también de que en esta época el capital no puede ser diminuto. Es muy respetable el pequeño capital, pero el capital que avanza, el que progresa tecnológicamente, el que violenta las fronteras y pasa gracias a las telecomunicaciones y la revolución cibernética, ese capital es el único que puede, si es bien orientado, terminar con la destrucción del medio ambiente. El medio ambiente lo destruye el semi capital que tala árboles y no los repone o el que hace minas con mercurio y ácido sulfúrico. Con el gran capital usted puede ponerse de acuerdo y marcarle normas de medio ambiente. Y él tiene tecnología y optimización suficiente para trabajar con menores costos. Y todo eso tiene como consecuencia reducir la pobreza. Un gobierno de izquierdas jamás puede ser enemigo del gran capital. Es enemigo del monopolio, del abuso, del egoísmo absoluto, pero tiene que ser aliado del gran capital. Yo creo que eso, al final, es lo que hizo Felipe González.

-El auge indigenista parece una realidad en el país. Usted disputó la segunda vuelta electoral a un candidato de esa comunidad. En estos días vemos cómo el discurso étnico radical empieza a ganar adeptos en el sur. ¿Qué representa esto para la futura estabilidad política y social del país?

-En la última elección hubo un enfrentamiento entre Lima, que tiene la tercera parte de los habitantes del país, el norte, que tiene el mayor porcentaje del PIB y está muy desarrollado universitaria y tecnológicamente, y el sur, cercano a Bolivia. Este enfrentamiento es histórico en el Perú. Norte contra sur. Es evidente que la modernidad del país, que está en Lima y en el Norte, todavía no llega a la comunidad andina del Sur. Y ésas son zonas en las que todavía hay una situación marginal. El esfuerzo es incorporar esas zonas. En estos momentos se está haciendo una carretera de 1.400 millones de dólares. Eso para el Perú es mucho. Si lo compara con la T4 de Barajas no es nada. Esa carretera va a integrar todos los departamentos del sur. El crecimiento debe demostrar en este tiempo que alcanza a los peruanos comenzando por los más pobres. Estamos haciendo 1.400 obras de agua potable, porque el objetivo es que al final de mi Gobierno al menos el 95 por ciento tenga agua. Estamos en una campaña de alfabetización para liquidar ese mal que todavía afecta a dos millones y medio de peruanos. Espero que como consecuencia del crecimiento del país y de la mayor inversión social que permite ese crecimiento, disminuya ese enfrentamiento espacial y social. Si el modelo del Perú actual se mantiene 8 o 10 años más, le garantizo que llegaremos a ser como la España que yo conocí en 1972.

-¿Qué ha ocurrido en este continente para que haya podido desatarse la tormenta bolivariana con tanta fuerza?

-Que subió el precio del petróleo. Con dinero se agita cualquier cosa. De 20 a 100 dólares el barril, se ha quintuplicado y convierte en potencia a cualquier pensamiento. A lo largo de 2000 años de historia hemos visto que todo el que tiene los recursos se vuelve infalible. En todo caso, yo respeto lo que haga cada uno con sus recursos y su petróleo. Y si se decide ir a un modelo más confrontacional, como en el caso de mi amigo Chávez, él es libre de hacerlo. El problema es si será eficaz el modelo. Sigamos navegando y en tres o cuatro años comparamos nuestras cifras.

-¿Pero qué debe hacer la comunidad iberoamericana cuando se asiste a la creciente intervención de uno de sus miembros en los asuntos internos de los demás?

-Todo tiene un límite. Pero por el momento hay una cierta filantropía estatal por parte de Venezuela, que financia operaciones de cataratas. Creo que en Perú han sido 1.300. Yo quisiera que operen cien mil. Mil es para la foto, para la propaganda. Por cien mil le doy una condecoración. Pero claro, la respuesta es: «Usted tiene otro modelo confrontacional con los gringos y con Europa»...

-¿Qué pensó cuando escuchó al Rey espetar en Santiago el sonoro «Por qué no te callas»?

-Muy cervantino. Para no decir quijotesco. Pero en el buen y bello sentido del término. El buen Alonso de Quijano había dicho alguna vez «peor es meneallo Sancho». Estaban las cosas para hablarse francamente y no sé por qué se escandaliza todo el mundo con la frase del Rey despuésde lo que yo escuché allí dentro. Yo llamé al Rey para decirle «muy bien lo que has hecho, hay que poner un poco de orden y que dejemos de gritarnos y de recriminar cosas». Que si tú hiciste la conquista... ¡Por Dios! Si nos vamos a quejar de cosas ocurridas hace quinientos años...

POR RAMÓN PÉREZ-MAURA (LIMA).
ABC de Madrid.

http://www.abc.es/20080120/internacional-iberoamerica/hizo-bien-cumbre-habia_200801200245.html

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