Fracaso
Los regímenes totalitarios de izquierda, como son actualmente Cuba y Venezuela, fracasan económica y políticamente. Su visión marxista de la economía limita de tal manera la producción de los bienes de consumo, que lo único que se multiplica de manera sorprendente es la pobreza y la escasez. Los regímenes totalitarios de derecha, como fueron la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini, fracasan políticamente, aunque logran un importante pero pasajero crecimiento económico. Su alianza con el gran capital se lo permite. Este crecimiento económico se ve comprometido por la planificación centralizada, la negación del libre mercado y el beneficio exclusivo de privilegiados sectores de la población. Buenos ejemplos del fracaso económico de los regímenes totalitarios de izquierda son el naufragio de la Unión Soviética y, en cierta forma, el de la China Comunista, que se ha visto obligada para subsistir a establecer un régimen capitalista, pareciéndose más, en este momento, a un régimen fascista de derecha. El caso de Franco es particular. Tuvo la inteligencia de preservar la dictadura, pero permitió el fortalecimiento de una sociedad de mercado.
He dicho que los totalitarismos, tanto de izquierda como de derecha, fracasan políticamente. Su exagerada subordinación al "líder", al "Führer", al "caudillo", al "comandante en Jefe" les impide desarrollar liderazgos colectivos que puedan reemplazar, de manera pacífica, la conducción del Estado. De allí que otra característica de esos regímenes es la lucha interna para controlar el poder. No es fácil olvidar las purgas de Hitler y de Stalin. Los asesinatos de Rhön y de Trotsky, sólo para nombrar a dos, son trágicos ejemplos. También se debe recordar lo que significó la represión dirigida por la "Banda de los Cuatro" durante los últimos años del gobierno de Mao. La infalibilidad del líder impide la crítica, limita totalmente la eficiencia, ya que sólo la sumisión a sus ideas, aunque sean necias, es lo único que permite consolidar una posición política. Otra tendencia que caracteriza a esos regímenes es el partido único. El rechazo a la organización pluralista de la sociedad va transformando al régimen en una dictadura. Los ciudadanos que no coinciden con las ideas imperantes son traidores a la Patria y deben ser perseguidos. Estas son dolorosas lecciones de la historia del hombre durante el siglo XX.
Estas verdades las traigo a colación para analizar lo que ha venido ocurriendo, en estos últimos días, en Cuba y Venezuela. La caída en desgracia de Carlos Lage, de Felipe Pérez Roque y de otras figuras de su generación, tiene su origen en las normales ambiciones que durante años debieron haberse hecho de ser ellos los herederos de Fidel Castro al ocurrir su natural envejecimiento. En sus cálculos políticos nunca debió haber estado que una figura tan poco carismática como la de Raúl Castro, eterno segundón de su hermano, tuviera la capacidad no sólo de controlar el poder sino de imponer su propia visión en el rumbo de la Revolución. Lo más sorprendente para ellos tiene que haber sido darse cuenta de la posición oportunista de Fidel Castro. Una frase de su artículo indica definitivamente su decadencia política: "el enemigo externo se hizo ilusiones con ellos". El verdadero error cometido por esa nueva generación es no percibir que en los regímenes totalitarios el poder no cambia de manos sin el uso de la violencia. Los hombres que hicieron la revolución permanecerán en el poder hasta que desaparezcan físicamente o que mediante el uso de la fuerza se les obligue a abandonarlo. No hay otra manera…
Algo parecido ha ocurrido en Venezuela. Al imponer Hugo Chávez la reelección indefinida ha limitado la posibilidad del surgimiento de otros liderazgos dentro de su partido y en las demás fuerzas políticas que lo apoyan. No es una casualidad la repetición de ministros. Es verdad que el caso venezolano tiene unas características particulares que lo diferencian de Cuba y de otros procesos totalitarios. En nuestro país se ha preservado la estructura pluralista de la sociedad. Es imposible negar, que la mitad de los venezolanos se oponen al proceso. Hugo Chávez tiene que cumplir con la Constitución Nacional y convocar a elecciones. Es verdad, que el régimen hace todo tipo de triquiñuelas para ganarlas, pero, quiera o no quiera "el comandante en Jefe", deberá enfrentar a una oposición unida, que puede derrotarlo en las próximas elecciones para diputados y concejales como preámbulo de lo que puede ocurrir en las elecciones presidenciales de 2012. Los propios líderes de PSUV deben rogar a Dios porque eso ocurra. Es única manera de lograr una natural evolución en el liderazgo de su partido. De no ocurrir así, tendrán que ver envejecer a Hugo Chávez. El ejemplo de Fidel Castro no debe olvidarse.
Fernando Ochoa Antich
El Universal
http://politica.eluniversal.com/2009/03/08/opi_art_fracaso_08A2245305.shtml
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