martes, 24 de marzo de 2009

En la mira BsF 97 millardos en la banca. El régimen quiere manejar un equivalente a 44% de depósitos bancarios


Los fondos que el Ejecutivo nacional pretende tomar del sistema financiero equivalen a 44,1% del dinero que la banca ha captado de sus ahorristas.

La advertencia que hizo el presidente Hugo Chávez este sábado, en el marco del anuncio de sus medidas anticrisis, a las instituciones bancarias para que le entreguen los recursos del encaje legal y de las carteras obligatorias, implicará una movida poco ortodoxa que puede desbalancear las cuentas financieras.

En total son 97,79 millardos de bolívares los que están en la mira del Ejecutivo, entre el encaje legal y los recursos que obligatoriamente debe direccionar la banca para financiar ciertos sectores estratégicos.

De acuerdo al dato más reciente del Banco Central de Venezuela (BCV), las entidades financieras mantienen depositado en el ente emisor un total de 42,95 millardos de bolívares fuertes como reserva obligatoria, según ordena la autoridad monetaria.

El ente emisor bajó a partir de enero de este año el porcentaje de encaje legal de 30 a 27% de los depósitos. Ese dinero no puede ser tocado porque representa una garantía de los ahorros de las personas y porque, además, le funciona al BCV como uno de los mecanismos para determinar a qué velocidad debe avanzar la economía.

"Por ahí están diciendo: no, que Chávez va a poner en riesgo el encaje y la fortaleza del sistema bancario y la seguridad de los ahorristas. Es todo lo contrario, son recursos que se van a invertir y van a generar además un interés que en el Banco Central no generan", se defendió Chávez el sábado pasado.

Manejo gubernamental Pero además, el mandatario espera que la banca le entregue los porcentajes de financiamiento a sectores productivos que debe asumir por obligación y que actualmente suman cerca de 57,54 millardos de bolívares fuertes.

Este monto se deriva de las carteras crediticias que el Gobierno ha definido para varios sectores. Para la manufactura las instituciones financieras deben prestar este año 10% de su cartera de créditos bruta (13,22 millardos de bolívares fuertes), para la agricultura 16% (21,16 millardos de bolívares fuertes), para el sector hipotecario 10% (13,22 millardos de bolívares), para las microempresas 3% (3,96 millardos de bolívares fuertes) y para el turismo 2,5% de la cartera bruta de la banca (3,30 millardos de bolívares fuertes).

"Que nos entreguen el dinero a un fondo, y nosotros lo administramos pues. No hay mejor deudor, en este mundo hoy, que la República Bolivariana de Venezuela", dijo Chávez.

En el contexto de sus anuncios, el jefe de Estado informó que el tope máximo de endeudamiento para este año se expandirá hasta 34 millardos de bolívares fuertes, lo que implica un alza de 183% con respecto a la pautado inicialmente.

Se mostró confiado en obtener esos recursos de los bancos y dijo que, según cuentas que han sacado entre los ministerios de Finanzas y Planificación, conjuntamente con el BCV, el espacio de financiamiento es de 80 millardos de bolívares.

Todavía no está claro qué mecanismos se utilizarán para el manejo del encaje legal por parte del Gobierno ni cómo se captarán los recursos del sistema bancario. Sin embargo, existe un precedente de obligación al respecto, que llegó de la mano del Bono Agrícola.

De vuelta al empapelamiento A principios de este mes el Ejecutivo anunció la colocación de 4 millardos de bolívares fuertes en papeles para capitalizar al Banco Agrícola de Venezuela y al Fondo de Desarrollo Agrario Socialista. Con esta emisión de deuda el Gobierno esperaba ayudar a la banca a cumplir con la cartera agrícola obligatoria de este año.

El incremento en el tope de endeudamiento previsto abre la puerta de nuevo a un empapelamiento del sistema financiero, tal como ocurrió en el año 2003 cuando la actividad crediticia estaba decaída tras el paro petrolero, lo que obligó a los bancos a comprar deuda para lograr mantener su nivel de ganancias.

En aquel momento los papeles, emitidos predominantemente por el Gobierno, llegaron a representar más de 30% del activo bancario. La tarea para bajar la dependencia de la deuda en el sistema financiero no fue fácil, pero Sudeban logró reducirla progresivamente.

El BCV informó que al cierre del año pasado las inversiones en valores se situaron en 56,55 millardos de bolívares fuertes, monto que representaba 21,1% del activo bancario.

Las autoridades de supervisión financiera consideran que el porcentaje de deuda en manos de los bancos no debe ser superior a 35% de sus activos.

Lo que no se ve en los balances es que los bancos aún poseen 2.000 millones de dólares en notas estructuradas que no han podido vender, según dijo hace poco el superintendente de Bancos, Edgar Hernández Behrens.

Suhelis Tejero Puntes
EL UNIVERSAL





Rebelión en la granja

Tal era la ineptitud del verraco y los chanchos que en poco tiempo la granja estaba arruinada

George Orwell, escritor británico cuyo verdadero nombre era Eric Arthur Blair, escribió en la década de los 40 del siglo pasado una obra cuya lectura resulta imprescindible en la Venezuela de hoy: "Rebelión en la Granja".

Se refiere Orwell a una granja rica y de suelos fértiles. Con una buena administración hubiera podido ser un ejemplo de abundancia en beneficio de todos los habitantes de la granja. Pero no era así.

La única explicación que encontraban los animales que habitaban pobremente en la hacienda era que alguien se había apoderado de la parte de la riqueza que le correspondía a cada uno.

Entre los animales había un cochino llamado Napoleón. Era un verraco pendenciero, de raza indefinida y gran verborrea que se quería apoderar de la granja. Era tan elocuente que con sus discursos manipulaba las fibras más íntimas de los animales y promovía una rebelión en contra del granjero: "Expulsemos a los hombres y todos nos volveremos ricos y libres de la noche a la mañana".

Finalmente los animales se rebelaron y expulsaron al granjero. Napoleón tomó el poder e impuso su llamada "Doctrina del Animalismo" que pregonaba la igualdad entre todos los animales y el odio hacia los hombres: "Todos los hombres son enemigos. Todo lo que camine sobre dos pies es un enemigo. Todo lo que ande en cuatro patas o tenga dos alas es un amigo".

Propone entonces Napoleón a los animales votar una nueva constitución. Se trataba de los "Principios del Animalismo" o los "Siete Mandamientos". Los animales decidieron escribir aquellos principios que creían perennes en un muro sagrado, con grandes letras blancas, para que todos los recordasen.

Napoleón progresivamente se fue transformando en un dictador. El grupo de marranos que le acompañaban comienza a enriquecerse vilmente y a vivir con todos los lujos que antes le criticaban al granjero. Cada vez faltaban más cosas como por ejemplo la leche. Sólo los cochinos la obtenían.

Tal era la ineptitud del verraco y los demás chanchos, que en poco tiempo la granja estaba arruinada. Pero en larguísimos discursos, Napoleón convencía a los animales de que aquellos eran sacrificios que había que aceptar para que pudiera imponerse la "Doctrina del Animalismo". Sin embargo, a pesar de las frecuentes arengas del puerco líder, los animales se daban cuenta de que las cosas no estaban saliendo como originalmente habían creído.

Para colmo, valiéndose de artimañas, Napoleón comenzó a cambiar la constitución de los "Siete Mandamientos". Los animales estaban siendo engañados. Los "Principios del Animalismo", no eran para aquel puerco otra cosa que una excusa para imponer su voluntad a los otros animales. El único principio por el cual se regía era su sed de poder.

Los animales eran obligados a escuchar las interminables peroratas de Napoleón: "¡Cuatro patas sí, dos pies no!", repetía constantemente. Incluso llevaba a cabo frecuentes elecciones, las cuales ganaba, ya que las bestias parecían hipnotizadas y no encontraban argumentos para oponérsele.

El malestar era cada vez mayor. Aunque supuestamente había libertad de expresión, la realidad es que lo que imperaba era el miedo. Napoleón había creado círculos formados por feroces perros de presa que atacaban a cualquiera que se atreviese a disentir de las opiniones del líder.

Cuando los abusos del verraco y sus compinches se hicieron intolerables, algunos animales reclamaron ante la suprema instancia de la justicia, la Comisión de Cerdos Sabios. Estos últimos, después de deliberar concienzudamente, dieron su veredicto: "Napoleón siempre tiene la razón". Y es que el marrano ya se había apoderado de todos los poderes de la granja.

Finalmente, para sorpresa de todo el mundo, un buen día los cerdos comenzaron a caminar en dos patas. El mismísimo Napoleón salió en persona de la casa del granjero, erguido majestuosamente sobre sus patas de atrás.

¿Acaso los "Principios Animalistas" no estipulaban que todo lo que caminaba sobre dos patas era enemigo?, se preguntaron las bestias. Entonces todos corrieron al muro sagrado para revisar lo que decía la constitución en la cual se había aprobado la igualdad entre todos los animales. Con asombro que rayaba en la consternación, todos pudieron comprobar que Napoleón había cambiado los Siete Mandamientos. De aquella constitución inicial que todos admiraban, ahora quedaba sólo un mandamiento: "Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros".


José Toro Hardy
El Universal

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