Entrevista // Miguel Albujas, profesor e investigador del Instituto de Filosofía de la UCV
"Cuando la gente deja de obedecer los mandatos porque los considera irracionales o injustos aumenta la violencia del Estado"
Que si lo de Hugo Chávez es una dictadura, una "dictablanda", la irrupción del comunismo en nuestras vidas, el estalinismo de nuevo cuño, una suerte de nazismo tropical o un totalitarismo puro y duro.
Los conceptos se multiplican desde el discurso que le adversa en un intento por englobar una idea suficiente del mal, pero lanzados alegremente las más de las veces, tienden también a vaciarse de significado. La filosofía política aporta ahora nuevas luces desde una perspectiva crítica: el neototalitarismo.
"Con la globalización ocurren cambios estructurales que obligan a redefinir los términos políticos y uno de ellos es el concepto de totalitarismo", ilustra Miguel Albujas, filósofo y profesor de posgrado en la Universidad Central de Venezuela y en la UCAB e investigador del Instituto de Filosofía de la UCV.
Albujas es autor de uno de los ensayos recogidos en el libro El totalitarismo del siglo XXI. Una perspectiva desde Hannah Arendt -publicado recientemente por el Vicerrectorado Académico de la UCV y el Observatorio Hanna Arendt-, en el que plantea lo que considera como los rasgos neototalitarios del Gobierno venezolano evidenciados a la luz de un instrumento de estudio bautizado por Albujas como "Momento Totalitario".
Cuando se le consulta si estamos o no inmersos dentro de un proceso de esta naturaleza, el investigador se obliga a una aclaratoria: "Estos modelos operan con esquemas y procedimientos clásicos vinculados, entre otros aspectos, al manejo de la propaganda, exagerado culto a la personalidad, dirección vertical del líder, etcétera. Dado que la forma totalitaria permanece invariable o, si prefieres, se repite, el Momento Totalitario sirve para comprender las etapas de desarrollo de ese proceso, independientemente de que no podamos decir que estamos en un régimen totalitario clásico. La forma política del gobierno de Hugo Chávez se asemeja a la forma totalitaria, la recoge como su 'aroma espiritual', para usar una expresión de Karl Marx".
-¿El caso venezolano cumple con las condiciones para calificar como totalitario?
-Para que se den esos procesos deben coincidir tres cosas. La primera, una profunda crisis económica, política y social que deslegitime a los actores fundamentales. Y eso ocurrió. La segunda es que aparezca un liderazgo carismático de esos que pretenden salvarnos del mal y permanentemente se identifican con próceres históricos. Eso también se cumple en nuestro caso con la figura de Chávez.
-¿Y la tercera?
-Esa es la más importante y no se cumple. Ellos necesitan unas masas que tengan tendencia a someterse, a aceptar injusticias y convertirse en cómplices. Eso no ha ocurrido. No es que Chávez no tenga un proyecto totalitario. Chávez tiene un proyecto totalitario, sin duda alguna, su problema es que ha encontrado resistencia en una cantidad importante de población venezolana que ha profundizado en los valores de la democracia. Por eso le ha costado tanto.
-Si se cumplen dos de tres, ¿entonces cómo quedamos?
-Si me preguntas si el gobierno de Hugo Chávez es totalitario, te digo que no. Y no es que él no tenga la pretensión o que no exista dentro de sus acompañantes gente que tiene la vocación. Y hay rasgos muy claros: concentración de los poderes, criminalización de la disidencia, etcétera.
-Si tiene la pretensión, se supone que estarán intentando materializarla y en consecuencia tendrán que tomar medidas para lograrlo, ¿eso nos conduce al momento en que se instaure la violencia?
-Pareciera que todo apunta a eso. Otra característica de la vocación totalitaria es que el Gobierno ha venido cumpliendo con las etapas del Momento Totalitario. El Presidente mantiene el escenario democrático, pero al mismo tiempo comienza a anular a aquellos factores que son fundamentales para la contienda política. Explico: un candidato que aparecía arriba en las encuestas era Leopoldo López. Y lo inhabilitan. El segundo en el escenario es Manuel Rosales. Y lo convierte en un delincuente común. El tercero es Antonio Ledezma. Ya hemos visto cómo le han boicoteado la gestión. Entonces está la pretensión de dejar el sistema democrático, pero toma medidas para cerrar los caminos de la democracia. Se están quitando de encima a todas estas personas que pudieran tener opciones de triunfo y deja a una oposición desmantelada para que surja un candidato o de las propias filas del chavismo, como pudiera ser Raúl Baduel -a quien considero otro Arias Cárdenas- o a alguien que no sea un líder verdadero.
-¿Y eso no es estrategia política de sobrevivencia combinada con abuso de poder?
-Esa es una característica de una concepción totalitaria, sólo que yo la llamo neototalitaria porque no toma la medida definitiva. ¿Qué haría un totalitarismo clásico? Simplemente desechar las elecciones. Chávez procura mantener la forma democrática, pero el contenido lo va llenando en la medida en que sus posibilidades le permiten orientarse hacia el triunfo. Y cuando lo ve en peligro, la ataca.
-¿Se cuidan los modales de cara al mundo?
-Sí. Dado el desarrollo del sistema penal internacional algunos mandatarios temen ser enjuiciados en algún momento. Ellos no tienen el poder como lo tenían Hitler o Stalin para enfrentarse al mundo. Y después de la Segunda Guerra los proyectos totalitarios sólo pueden ser parciales, en zonas específicas y por momentos específicos. ¿Qué es lo que les queda para tratar de conservar el poder? Cuidar las formas políticas y tratar de llevar el proyecto totalitario por una vía disimulada. Chávez va a avanzar en un proyecto hegemónico de poder, sin duda, pero lo va a hacer conservando las estructuras formales de la democracia hasta donde pueda.
-Eso nos deja a las puertas de la violencia&
-Efectivamente, vamos hacia un proceso de violencia. Es una máxima de la filosofía política que cuando entra en crisis lo que Max Weber llama "la voluntad de obediencia", cuando la gente deja de obedecer los mandatos porque los considera irracionales o injustos, aumenta la violencia del Estado.
-Cuando ya no convence con razones, pasa a la violenci. Pero, ¿no le quedan aún razones para convencer?
-Cada vez menos. En estos diez años ha habido un proceso de agotamiento de un modelo político que nos ha llevado a una situación muy difícil. Convencer con razones al colectivo tiene un tope. Y creo que estamos llegando a ese límite. El Gobierno se ha dedicado a la construcción de un país imaginario. Vemos que dibujan un país perfecto, pero la realidad, que es terca, los contrasta de manera muy fuerte. Y en lo que la gente vaya enfocando cada vez más la situación, entrará en mayor conflicto con el Gobierno.
-Es muy difícil tragarse que Chávez pueda equipararse con Hitler o Stalin, ¿cómo se le puede explicar a sus seguidores que están apoyando a un líder totalitario?
-El modelo neototalitario tiene sus propias características y a veces no permiten que uno perciba la identidad que él pudiera tener con ellos. Uno tiene que ver, por ejemplo, con los crímenes. Durante las épocas de Stalin y Hitler los crímenes eran masificados, pero ahora se ha creado una tecnología del terror. El ejercicio del poder ya no está masificado, no necesito grandes exterminios sino escoger a aquellos emblemas que me permitan generar una postura de terror colectiva, sin entrar dentro de los patrones internacionales para enjuiciarme.
-¿Qué otra característica neototalitaria se identifica en el proceso venezolano?
-Ni a Pérez Jiménez ni a Gómez se les hubiera ocurrido la pretensión de que todo el mundo tuviera la misma ideología. Y ahora hay un proyecto que busca la construcción de una ideología que pase a ser la visión única: todos tienen que pensar como yo y yo soy quien decide e impone el proyecto y si alguien se sale será castigado. Los regímenes totalitarios clásicos buscaron siempre una ideología. En el caso de los procesos neototalitarios la ideología no tiene contenido, es pura forma. Cuando aquí hablan del socialismo del siglo XXI se refieren a algo que está en construcción. Eso permite un marco ideológico que hace posible la unidad de los fieles, pero no hay contenido. Y eso es así porque darle un contenido limitaría a este proyecto que avanza a tientas.
-¿Y el discurso de izquierda que tanto usa?
-Tengo 17 años dando clases de marxismo y lo que uno cada vez más encuentra en Chávez es la aplicación de un modelo neoliberal. Chávez tiene un discurso de izquierda pero una práctica de ultraderecha.
Oscar Medina
EL UNIVERSAL
No hay comentarios:
Publicar un comentario