miércoles, 22 de abril de 2009
El carácter junguiano en la formación de Axel Capriles resulta una ventaja invalorable a la hora de (psico) analizar el proceso político venezolano
Entrevista Axel Capriles, Psicólogo y doctor en Ciencas Económicas
El carácter junguiano en la formación de Axel Capriles resulta una ventaja invalorable a la hora de (psico) analizar el proceso político venezolano. Deslastrado de las prevenciones típicas de los dirigentes que sólo dicen lo políticamente correcto, es decir, lo que les conviene, Axel puede incursionar, a partir de la Psicología, en las múltiples pulsiones de un país que, no duda en afirmar, se debate entre la desesperanza y los sueños delirantes de un líder en el cual buena parte de la población se siente reflejada.
-Si antes la dirigencia política y la sociedad en su conjunto lograron refrenar ofensivas del gobierno dirigidas a liquidar "enemigos" políticos y a lograr un incremento de su poder, pareciera que eso no está ocurriendo ahora. ¿Estás de acuerdo?
-Sí porque poco a poco ha ido creándose un proceso de desintegración y ruptura de los valores, de la cohesión social, de las raíces morales, de las instituciones y de las normas. Hemos llegado así a un clima emocional diferente al que prevalecía en los años 2002 ó 2003. En este momento está ausente una serie de emociones. Es así como desapareció la sensación de seguridad, de tranquilidad, de entusiasmo, de alegría. Hace cinco o seis años había la esperanza, tanto en el gobierno, como en la oposición, de la realización de un proyecto y esa variable, tan fundamental en cualquier grupo humano, ha desaparecido.
-¿Qué nos queda entonces?
-Como contrapartida ahora nos dominan emociones como la perplejidad, la indefensión, la confusión, la incertidumbre, el miedo, la rabia, el resentimiento. Y ese, nuestro panorama emocional, sin ningún tipo de contrabalanza de otras emociones que puedan alimentar anímicamente a la población, nos plantea la condición de sumisión en que ha caído nuestra sociedad.
-El refrán reza que la esperanza es lo último que se pierde, pero si hemos perdido todos esos valores que nos dan razones para vivir, ¿cuáles van a ser las consecuencias?
-Uno está viendo aquella idea de una sociedad en estado de anomia, como la ha definido (Robert) Merton, sometida por el cerco de la ansiedad, el aislamiento y la falta de propósitos, donde las personas viven en una desconexión con el grupo, aferrados al presente y pendientes sólo de ellas mismas, en una sicología de supervivencia. Eso lo ha conseguido el jefe del Estado con un ataque sistemático a las instituciones y una reversión del discurso, caracterizado por un doble mensaje continuo. Esa, la del jefe del Estado, es para las mayorías una figura de modelaje, un faro para la sociedad.
-Cuando nos invade la perplejidad, la desesperanza e incertidumbre, ¿no estamos en la fase previa a un cambio de valores políticos, morales y sociales?
-Claro. Ese es el fundamento de todo proceso revolucionario. El dominio de la sociedad mediante la destrucción de los lazos entre los individuos. El cinismo del doble mensaje donde la persona dice descaradamente lo contrario a lo que está viendo y te lo dice con tal convicción que te hace dudar y entras en un estado de inseguridad sobre tus propias certezas. De manera que hay una inversión absoluta de valores donde predomina el liderazgo carismático de Chávez.
-Cuando describes esa situación, ¿te refieres a toda la población o sólo a una parte de ella, porque aquí, hasta ahora, por lo menos la mitad de los venezolanos ha permanecido en estado de resistencia y lo han manifestado con su voto?
-Efectivamente hay una voluntad mayoritaria de los venezolanos en la elección de ciertas autoridades. Pero luego las personas sienten que su voluntad no es tomada en cuenta por un poder omnímodo. De manera que van perdiendo su fe en su propia capacidad de participación. Por eso es necesario recalcar que la lucha es todos los días, que la libertad se pierde en cualquier momento y que hay tendencias, en todos nosotros, a la comodidad, la inercia y el miedo. Este gobierno tiene unos mecanismos tan perversos de dominio social que podemos considerar a la inseguridad como parte del mismo proyecto. Así el miedo ya no sólo es de naturaleza política, sino a perder la vida y la máxima aspiración, día a día, es llegar a tu casa a salvo.
-¿No neutraliza ese temor cualquier interés distinto al de conservar la vida?
-Una población que sólo puede pensar en el instinto básico que es la supervivencia, obviamente no tendrá mayor preocupación por la política. Esos grandes ideales que te pueden cohesionar hacia una acción política dirigida, deben ser convocados de nuevo. Pero eso es difícil ante un poder que bombardea constantemente a la población, penetrándola hasta en su vida privada.
-¿Dónde queda entonces la tendencia natural del hombre a vivir en libertad?
-El culto a Bolívar se cimienta en ideales de igualdad y de libertad. Pero esos valores pueden tener deformaciones, utilizadas por Chávez, para desvirtuar sus aspectos positivos. Por ejemplo, el ideal de igualdad, e incluso de libertad, en el venezolano, se puede expresar por el objetivo de no tener nadie por encima, que te mande. La tipología del venezolano alzado, altanero, retrechero, que no acepta órdenes o llamados de atención, está reflejada en el presidente, quien no en balde viene de un alzamiento militar. Su lenguaje, su actitud retadora se conecta, entonces, con ese aspecto perverso de la libertad.
-Si lo que prevalece es ese concepto errado de libertad...
-Pero por el otro lado se repotencia el verdadero sentido de la libertad en individuos que pueden desarrollarla a través de valores como la pluralidad, que tendríamos que resaltar en estos momento de absolutismo.
-¿No hay una contradicción entre el intento de someternos, de hacernos rebaño resignado y temeroso y ese concepto del alzado y retrechero que también esgrimes?
-Claro. Por eso el chavismo no es una categoría política, sino sicológica. Mucha gente ha perdido eficacia en la palabra al tachar al régimen de fascista o de comunista, sin advertir que se trata de un totalitarismo con rasgos muy propios que no necesita acallar todas las voluntades. Ahora, el desarrollo de la individualidad, el anhelo de libertad, de progreso, de ser grande, encuentra todo tipo de obstáculos en la mayor parte de los miembros de la sociedad en situaciones como la nuestra. El líder carismático busca llevar a las personas a un vida de supervivencia donde sólo se ocupen de los instintos primarios. De forma que toda esa grandeza y libertad la viven vicarialmente a través del líder. "Como carezco de esas vivencias, me identifico con quien sí las puede tener". Entonces el altanero vive su altanería a pequeño nivel y a gran nivel a través del líder, en este caso el presidente, en quien se siente encarnado.
-No reflejan todas esas tesis que el gobierno y el presidente están ganando la batalla del discurso y de la propaganda ante una dirigencia de oposición que no ha podido contrarrestarlo con una propuesta que se le contraponga eficazmente?
-Sí. No ha podido captar esos grandes símbolos con radiación emocional que atraiga a la gente. Gandhi no estaba todos los días en la acción política, pero cuando salía lo hacía con un símbolo que tocaba emocionalmente a la población y la unificaba en torno a él. Aquí el sentimiento de indefensión y perplejidad no sólo está en la oposición, sino que ha invadido a la sociedad por entero. Hay una serie de factores que provocan una carga emocional (rabia, frustración) poderosísima que está allí. Todo ese clima emocional puede ser captado por un liderazgo positivo, al contrario del que impera actualmente.
-¿No puede ocurrir también que esa carga emocional conduzca a un estallido social que no necesariamente perjudique al gobierno?
-Lo que está sucediendo es el caldo de cultivo. Hay una especie de latencia que uno no sabe, exactamente, hacia dónde va. La parte utilitaria, la compra de la población por la parte económica contribuyó a la paz social. Y estaba también la picardía del venezolano que no enfrenta al poder y se aprovecha de la situación. Pero eso ya no es así y estamos en el peligro de que se produzca una eclosión social porque no hay nada que la contenga. El único factor regulador existente es el presidente, pero resulta muy frágil.
-¿Quiere decir eso que la dirigencia de oposición no tiene ninguna incidencia sobre lo que pueda ocurrir?
-En estos momentos no. Tal vez Antonio Ledezma sea uno de los líderes que han surgido de este caos y está como capitalizando fuerzas. Pero el resto está como muy disminuido porque no puede reponerse frente a los ataques. Por eso la oposición no ha podido armar una argumentación propia que capte la atención del público. Hasta ahora ha sido reactiva ante las acciones del gobierno Pero estamos en un momento de crisis que llaman a una reorganización de los factores sociales de donde surgen nuevos valores y liderazgos que uno ni se imagina. Aquí viene una toma de conciencia individual donde cada quien actúe y tome la iniciativa, más allá de que la gente espere otro liderazgo carismático. De la actual reactivación de grupos y de formación de redes sociales puede surgir algo importante porque aquí hay un gran potencial y mucho arraigo. La gente no se va y se aferra a lo que tiene.
El mal terminal del gobierno
"Creo que es posible entender la revolución bolivariana como un proceso de purga de la sociedad venezolana, de agudización de una enfermedad terminal, de profundización y retorno de nuestros principales complejos históricos para la producción de un colapso del cual pueda surgir un aprendizaje. Es una política homeopática donde lo igual cura lo igual, donde la exageración de un mal produce el anticuerpo que lleva a la cura. Lo vemos, por ejemplo, en el anacrónico retorno del caudillismo, la autocracia y el centralismo en pleno siglo XXI.
Cuando las sociedades son pequeñas y sencillas, es posible apelar a instancias de control jerárquico y centralizado. Pero a medida que las sociedades crecen y se hacen más complejas, más plurales y diferenciadas, dichas formas de gobierno se tornan disfuncionales. La tendencia de casi todas las naciones que ofrecen mayor bienestar a sus ciudadanos es a la descentralización, a la creación de múltiples instancias de decisión y control en la base. Las unidades de manejo centralizadas no tienen la variedad de acciones y respuestas requeridas para coordinar los sistemas complejos.
Un gobierno personalista, concentrado y jerárquico está condenado al fracaso en las poblaciones contemporáneas. Produce demasiados cuellos de botella que impiden su funcionamiento, se hace excesivamente lento e ineficiente.
Es de la imposibilidad misma del sistema bolivariano que nace la esperanza, de la comunidad de actitudes e intereses modernos que se entrelazan hoy detrás de las cámaras, en silencio.
El fenómeno chavista es básicamente propagandístico y sicológico.
Por eso, en cualquier momento puede haber un ruptura de la magia donde aparezca el rey desnudo.
El discurso está agotado, el modelo no es viable y la realidad demasiado poderosa. En esas circunstancias uno se pregunta hasta dónde puede durar la ganancia simbólica, la promesa de inclusión, el sistema de alimentar pasiones continuas de confrontación y un totalitarismo que si bien pretende llegar hasta la vida íntima de las personas, en otros escenarios está completamente ausente.
Entonces, en un momento las cosas llegan a un punto de saturación y se voltean."
Roberto Giusti EL UNIVERSAL
Cita:
¡Pobres miserables gentes, pueblos insensatos, naciones obstinadas en vuestro propio mal y a ciegas a vuestro bien! Dejáis que os arrebaten, ante vuestras mismas narices, la mejor y mas clara de vuestras rentas, que saqueen vuestros campos, que invadan vuestras casas, que las despojen de los viejos muebles de vuestros antepasados.
Vivís de tal suerte que ya no podéis vanagloriaros de que lo vuestro os pertenece. Es como si considerárais ya una gran suerte el que os dejen tan solo la mitad de vuestros bienes, de vuestras familias y de vuestras vidas.
Y tanto desastre, tanta desgracia, tanta ruina ni proviene de muchos enemigos, sino de un único enemigo, aquél a quien vosotros mismos habéis convertido en lo que es, por quien hacéis con tanto valor la guerra y por cuya grandeza os jugáis constantemente la vida en ella. No obstante, ese amo no tiene más que dos ojos, dos manos, un cuerpo, nada que no tenga el último de los hombres que habitan e nuestras ciudades. De lo único que dispone además de los seres humanos es de un corazón desleal y de los medios que vosotros mismos le brindáis para destruiros.
¿De dónde ha sacado tantos ojos para espiaros si no de vosotros mismos? Los pies con los que recorre vuestras ciudades, ¿acaso no son también los vuestros? ¿Cómo se atrevería a imponerse a vosotros si no gracias a vosotros? ¿Qué mal podría causaros si no contara con vuestro acuerdo? ¿Qué daño podría haceros si vosotros mismos no encubriérais al ladrón que os roba, cómplices del asesino que os extermina y traidores de vuestra condición?
Sembráis vuestros campos para que él los arrase, amuebláis y llenáis vuestras casas de adornos para abastecer sus saqueos, educáis a vuestras hijas para él tenga con quien saciar su lujuria, alimentáis a vuestros hijos para que él los convierta en soldados (y aún deberán alegrarse de ello) destinados a la carnicería de la guerra, o bien para convertirlos en ministros de su codicia o en ejecutores de sus venganzas. Os matáis de fatiga para que él pueda remilgarse en sus riquezas y arrenallarse en sus sucios y viles placeres.
Os debilitáis para que él sea más fuerte y más duro, así como para que os mantenga a raya más fácilmente.. Podrías liberaros de semejantes humillaciones -que ni los animales soportarían- sin siquiera intentar hacerlo, únicamente queriendo hacerlo. Decidíos, pues, a dejar de servir, y seréis hombres libres. No pretendo que os enfrentéis a él, o que lo tambaleéis, sino simplemente que dejéis de sostenerlo. Entonces vereéis cómo, cual un gran coloso privado de la base que lo sostiene, se desplomará y se romperá por sí solo.
La Boetie año 1553
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