John McCain se está configurando, tras los resultados de este martes, como el gran ganador de las primarias republicanas y como la gran esperanza de ese partido para mantener la Casa Blanca.
Para muchos McCain, por su capacidad de atraer el voto de los independientes, es la gran opción de los republicanos para no perder el poder en Washington.
El País publica este miércoles un artículo titulado “La resurrección de McCain“, que puedes leer completo pulsando aquí, donde destaca:
Lo cierto es que el Ave Fénix, el hombre que resucitó de sus cenizas tras dársele casi por muerto políticamente el pasado verano, cuando los fondos para su campaña escaseaban, podía haber estado ensayando los últimos días el que será su papel de ahora en adelante. El héroe de guerra torturado en Vietnam que ha unido su voz con el senador Ted Kennedy para lograr una reforma de la ley de inmigración y que se unió a otro demócrata, Russ Feingold, para reformar la financiación de las campañas, considera a los teleevangelistas que le atacan como “agentes de la intolerancia”. Los analistas ya especulaban, antes de concluido el supermartes, contra quién concurrirá McCain: ¿Obama o Clinton?
También Aníbal Romero, en su crónica desde Nueva York, comentó este martes en la noche que si John McCain es seleccionado como candidato por su partido, transformará la venidera elección en un debate sustancial sobre los desafíos primordiales de los Estados Unidos como superpotencia.
Esta es su crónica de este martes en la noche:
Tuve ocasión de visitar esta ciudad apenas un mes después de los atentados del 11 de septiembre de 2002. Recuerdo vívidamente que Nueva York se hallaba entonces sumida en el miedo. Encontré la Catedral de San Patricio rodeada por equipos especiales de la policía. Se esperaban nuevos ataques terroristas y parecía inminente una tragedia aún mayor. Corrían rumores sobre la posibilidad de atentados masivos con antrax en el metro y otros lugares públicos, no solamente en la Gran Manzana. Por fortuna tales temores no se materializaron. Han transcurrido cinco años, Estados Unidos prosigue dos guerras en Irak y Afganistán y se prepara a escoger nuevo presidente y representantes parlamentarios en cuestión de pocos meses. La economía está dando tropiezos y la sociedad norteamericana experimenta un momento complejo, caracterizado por un perplejo pesimismo. En este contexto he observado con detalle las campañas políticas de los precandidatos demócratas y republicanos que hoy, el Super Martes, se enfrentan a una jornada decisiva. Debo aseverar con objetividad que el único entre ellos al que he oído hablar sobre la amenaza que representa el radicalimo islámico ha sido el senador John McCain. Las demás figuras de la contienda hacen caso omiso del tema o lo refieren exclusivamente a la guerra de Irak. Cabe preguntarse: ¿es que acaso lo que una vez se percibió como una grave y palpable amenaza ha desaparecido? ¿Es que acaso Bush tuvo éxito en la llamada guerra contra el terrorismo? ¿O quizás el electorado norteamericano no desea que le hablen de estos asuntos y los políticos así lo sienten y callan?
Es evidente que los estadounidenses están ahora procupados principalmente por sus perspectivas económicas, y muchos entre ellos perciben las distantes guerras de Irak y Afganistán como una especie de estorbo. Cabe sin embargo preguntarse si están perdiendo de vista que su bienestar económico existe dentro de un marco de seguridad que no es gratis. El papel que los Estados Unidos ha cumplido en el mundo a partir de la segunda guerra mundial, durante la guerra fría y luego del colapso del comunismo ha sido y continúa siendo básicamente el mismo: proveer el marco de seguridad dentro del cual se desarrolla el capitalismo a nivel global. Ello incluye entre otras cosas la seguridad de las vías de transporte marítimas y aéreas y de los intercambios financieros mundiales. Nadie más ha tenido ni tiene los medios para dar vigencia a ese marco de seguridad. Hoy se discute si las guerras de Irak y Afganistán han contribuído a suscitar los problemas económicos que en este momento acá se viven; pero también es válido especular si la continuación de los regímenes de Saddam Hussein en Irak y de los talibanes de Al-Qaeda en Afganistán hasta el presente no habría resultado mucho más costosa para ese marco de seguridad del que con demasiada frecuencia nos olvidamos. En un sistema internacional como el que tenemos, confiar en entelequias como la ONU para proveer la seguridad que requieren el capitalismo y las democracias liberales sería, aparte de iluso, en extremo peligroso.
Todo lo anterior me conduce a las siguientes consideraciones: lo que está en juego en los Estados Unidos este año electoral es la redefinición de su papel en el mundo. Esto puede sonar un tanto exagerado a algunos, y ciertamente los precandidatos tanto demócratas como republicanos están hablando de asuntos aparentemente mas concretos como la seguridad social. La única excepción la aporta el senador McCain. Esta misma mañana muy temprano asistí a un mitin público en pleno Rockefeller Center de Nueva York en el que McCain habló. Me llamó la atención que por primera vez en el trascurso de los pasados siete días un político de su talla, involucrado en la contienda electoral, se refiriese con tanta fuerza y convicción al reto del extremismo islamico y además tuviese el coraje de denunciar las posturas equívocas y confusas de sus adversarios demócratas sobre las guerras en Irak y Afganistán.
La senadora Clinton afirma que en caso de ser electa presidente, comenzará un retiro gradual de las tropas norteamericanas en Irak. Lo que no queda claro es si ella pretende hacer esto sin que importen las consecuencias posteriores de semejantes acciones. En particular está por verse si Al-Qaeda reclamará para sí una victoria en tales circunstancias. Por su parte el senador Obama habla de establecer una fuerza de tarea norteamericana basada fuera pero cerca de Irak (en Kuwait por ejemplo), que actúe en el futuro para impedir que Al-Qaeda restablezca centros de entrenamiento en ese país y en Afganistán. El senador Obama también sostiene que Estados Unidos debe retirarse de Irak “honorablemente”, pero no resulta claro qué quiere expresar exactamente con ese término. En cambio esta mañana McCain habló de victoria y acusó a sus adversarios demócratas como proponentes de la rendición.
Al momento de escribir estas líneas aún no se conocen los resultados electorales del Super Martes, pero luego de haber visto y escuchado al senador McCain, quedé convencido que si este formidable personaje, héroe de guerra y republicano moderado, es seleccionado como candidato por su partido, transformará la venidera elección en un debate sustancial sobre los desafíos primordiales de los Estados Unidos como superpotencia. Hillary Clinton o Barak Obama no podrán, frente a John McCain. eludir las interrogantes más apremiantes acerca del papel y destino del coloso estadounidense en el mundo. Se tratará por tanto repito, si McCain emerge como triunfador, de una elección en extremo interesante e importante, cuyos efectos se harán sentir alrededor del globo.
Qué está en juego en Estados Unidos
Aníbal Romero - Desde Nueva York
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