domingo, 17 de febrero de 2008

Campesinos desertan de los fundos zamoranos





Abandono endógeno

Los fundos zamoranos están lejos de garantizar la soberanía alimentaria. En El Charcote se iluminan con velas y el Pueblo Paraima no tiene más que caminos de tierra. Muchos vendieron y se fueron.
Por Joseph Poliszuk

San Carlos.- En casa de los Alviárez no hay medias tintas. Si mañana hay que ir a la guerra para defender al Presidente, no tendrán problemas en tomar un fusil. Lo dicen ellos. Pero también dejan claro que están perdiendo otra guerra: la de la soberanía alimentaria. "Aquí no hay nada", lamenta Mercedes desde una de las haciendas que el Gobierno expropió a principios de 2005.

Cinco años atrás llegó junto con su esposo a lo que era la hacienda El Charcote y desde hace tres es copropietaria de esas 12.150 hectáreas que hay en el estado Cojedes. Ellos mismos lamentan, sin embargo, que los conucos que el Ejecutivo ideó con la premisa de democratizar la tierra están lejos de garantizar su sustento.

En los llamados fundos zamoranos no hay las "tierras y hombres libres" que publicita el Gobierno. Al menos no en los seis de Cojedes. En El Charcote, por ejemplo, no hay luz. Mucho menos médicos o enfermeros. Las mejores viviendas son de madera y bambú aunque abundan ranchos de cartón y lata. Los más afortunados han construido pozos de agua, pero las aguas negras y sanitarios son un lujo en una de las haciendas emblemáticas que el Ejecutivo expropió con el discurso de repartir la riqueza en la clase campesina.

Los días en El Charcote son calientes, y las noches largas. Las velas y lámparas de gas, los retrasos en la entrega de créditos y las denuncias que acusan a la Guardia Nacional de sobornar los permisos para talar madera, han ayudado a convencer a varios a revender las 15 hectáreas que continúa adjudicando el Instituto Nacional de Tierras a los que todavía tienen ganas de sembrar en ese lugar, situado a 30 minutos de San Carlos.

"Aquí hay 'sancocheros'", denunciaba esta semana el delegado del INTI para El Charcote, Richard Aguilera, en alusión a los que sólo pasean por allí en vacaciones. El funcionario admite que "queda 50% de los parceleros y ni siquiera, porque muchos se han ido sin pagar sus créditos".

Añade que hay personas que piden créditos sin necesitarlos, por lo que insiste en que los propios afectados tienen que organizarse. "¿Cómo es posible que aquí haya personas con quintas y carros en Barquisimeto y Tinaquillo?", preguntó a los que el martes le demandaban créditos, carreteras y un módulo de la misión Barrio Adentro.

Este no es un caso aislado. Al otro lado de Cojedes, una valla en medio de la llanura dice que en el Pueblo Paraima "Zamora vive y muere el latifundio". Bajo la sombra de ese letrero, ubicado en lo que fue la hacienda de la familia Branger, Anderson Guilarte denuncia que vive en un pueblo fantasma: "Aquí vino gente que tenía casa, vendieron sus parcelas por 2 y 3 millones de bolívares y se fueron".

Revendieron. Se trata de una práctica ilegal porque el Gobierno no otorgó la propiedad de esos fundos, los adjudicó para evitar las malas experiencias de otras reformas agrarias. Es el mismo guión de otros casos de la misión Zamora. En Juanmontey, cerca de Tinaco, había 200 asociados y "si quedan 80 es mucho", dice un funcionario bajo el anonimato. Sólo en carne de res, cada año salían 142.700 kilos de esas 2.577 hectáreas. Aunque los campesinos acaban de cosechar 80 toneladas de maíz allí, aún se produce más en el hato que dejaron al propietario, Orlando Licón, a quien no han cancelado esas extensiones.

Tres años después

César y Mercedes Alviárez son parte de los más de 400 familias que siguen en El Charcote. Esperan por el crédito que un año atrás pidieron para comprar reses que les permitan aportar varios litros de leche y kilos de carne al país.

El Ministerio de Agricultura y Tierras expropió El Charcote en 2005. Desde entonces allí no producen carne. Las cifras de la Asociación de Ganaderos del Estado Cojedes indican que, sólo de El Charcote, 5.000 reses cada año salían al matadero, lo que es 1.250.000 kilos de carne listos para consumir. Se trata, según su presidente, Juan Manuel Cabrera, de una hacienda que resolvía la demanda anual de tres supermercados.

Basado en "garantizar el desarrollo endógeno y la seguridad agroalimentaria", el gobernador de Cojedes, Jhonny Yánez Rangel, decretó el 9 de diciembre de 2004 la intervención de El Charcote y otras haciendas que después fueron parte de las que expropió el Gobierno nacional. Han pasado tres años desde entonces y hoy se produce menos carne. Las cifras de la Federación Nacional de Ganaderos indican que en 1996, 13,5 millones de cabezas de ganado alimentaban a los 18 millones de habitantes que había en todo el país. La población aumentó 11 años después a 27 millones y las reses bajaron a 12 millones.

Cabrera no puede decir que el desabastecimiento es el resultado de la expropiación de tierras, pero seguro de que los fundos zamoranos han desaparecido la producción que anteriormente había en varias haciendas, suma esta situación a las causas que obligan a los venezolanos a recorrer establecimientos, hacer colas o pagar sobreprecios a la hora de hacer mercado.

Sólo 35.000 de las 2 millones de hectáreas que el Ministerio de Agricultura y Tierras ha entregado son productivas, según el balance que Fedenaga concluyó en 2007. No es que no haya nada. Los parceleros de El Charcote cosecharon en diciembre 750 toneladas de maíz blanco y otras 414 del amarillo, pero ellos mismos creen que están muy lejos de lo que prometía el Gobierno.

Aunque el MAT ignoró la solicitud que desde hace dos semanas pedía un balance sobre los fundos zamoranos, Aguilera, el delegado del INTI para El Charcote, advierte que "la revolución no se hará en tres años". En la gobernación de Cojedes, por su parte, no tienen cifras sobre el cambio. Alfredo D'ascoli, redactor de los decretos zamoranos, dice que "el Ejecutivo regional no puede dar un balance porque el programa pasó a manos del Gobierno central". De todas formas, cree que "ha habido un cambio social, que ha ayudado a garantizar la justa distribución de la tierra".

"¿Cuál es el rollo?"

Cuando inauguraba el primero de los fundos zamoranos, Chávez anunció el 20 de noviembre de 2001 un modelo de viviendas rural que facilitará a cada familia "una propiedad de varias hectáreas, servicio de energía eléctrica, vías de penetración...". Desde el asentamiento La California, al sur de Táchira, decía que de nada vale entregarle al campesino un papel mientras que no tiene créditos y apoyo técnico. "Sería un engaño". En el Charcote juran, entretanto, que el engañado es precisamente el Presidente.

"Estamos avanzando", asegura Ferboss Quintero. "Pero lentamente". El miembro del consejo comunal del sector Flor Amarillo de El Charcote advierte que "es necesario instalar electricidad y más aún vías de comunicación porque en invierno no hay forma de trasladar la cosecha cuando el agua inunda las parcelas".

"Aquí hace falta un Aló Presidente", añade Mercedes Alviárez. La vecina de El Charcote quisiera que los jalones de orejas que Chávez dio el domingo pasado se repitan por Cojedes. Le entró un fresquito cuando el primer mandario pidió al ministro de Agricultura, Elías Jaua, y al presidente del INTI, Carlos Loyo, renunciar si no se sentían capaces de desarrollar el campo.

"¿Loyo cuál es el rollo?", preguntó Chávez el domingo. "Explícale al país por qué aquí a cinco kilómetros, a 10 kilómetros de la capital de Barinas, donde hay carreteras asfaltadas, sistemas de riego, energía eléctrica, tierras tipo uno, tipo dos, todavía nosotros, una revolución, permite que haya tierras ociosas?".

El agro sigue en primera plana. Aunque el Gobierno insiste en que hay acaparamiento, la producción nacional de cualquier forma es insuficiente. "80% de las caraotas las estamos importando, y la leche y la carne", lamentaba Chávez hace una semana. Los productores han reiterado desde el año pasado que recuperar el sector tarda años. El olmo no da peras.

jpoliszuk@eluniversal.com

http://www.eluniversal.com/2008/02/17/eco_art_abandono-endogeno_711580.shtml

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