El presidente ha mostrado como una de sus principales virtudes, ser el muro de contención de unas masas desesperadas por falta de atención. Desde 1990 el país se encuentra sin a auténticos partidos políticos que logren canalizar ni las peticiones ni las soluciones a nuestros ciudadanos. Estamos en una etapa parecida a la que permitió la aparición del actual jefe de estado en el escenario político.
Chávez se desangra políticamente, y la oposición se mantiene con salud estable gracias a un entubamiento artificial que le permite mantener algunos niveles de aceptación que le alargan la vida, pero no garantizan su recuperación total. La situación es grave, no es momento de llamarnos a engaños. No somos del grupo que odia al presidente, por el contrario lo respetamos como jefe del gobierno nacional. Tampoco somos de aquellos que lo idolatran. Somos ciudadanos preocupados por la situación que actualmente vive el país y queremos lo mejor para los chavistas y los antichavistas.
No existe partido de gobierno y luce que llegará tarde a su propio nacimiento. Tal y como lo dijimos en su momento con el referendo, el presidente, se jugaba a Rosalinda, y perdió. Ahora los efectos están en marcha. Del “reformazo” al “Caracazo”, no hay gran distancia. El problema de desabastecimiento producido por una ineficiente política de seguridad alimentaría y una absurda fórmula de controlar la inflación a través de la militarización de la economía, ha producido la desaparición de importantes rubros alimentarios que están afectando fundamentalmente a los más necesitados.
Mientras el presidente era la esperanza, la gran mayoría, es decir, los más pobres esperaban confiados por la solución de sus problemas aunque sólo les llegaran buenos deseos.
Ahora luce que se han conjugado varios factores en lo que pudiéramos denominar la tormenta social perfecta. El único líder nacional ha perdido la confianza de la mayoría del pueblo. No hay partido de gobierno que sirva de catalizador de las necesidades sociales. Tampoco hay partido de oposición que aglutina en un número importante, suficientes seguidores para garantizar la estabilidad política del país.
La inseguridad ciudadana, el desabastecimiento, la saturación de la imagen del presidente, la ineficiencia en el tema de la vivienda, la caída de mercal, la pérdida de los valores relacionados con un proceso revolucionario, el estancamiento en la renovación del liderazgo, la incapacidad en el manejo de las cooperativas y otros programas sociales, la falta de control en muchos proyectos, la exuberante riqueza mostrada por los altos jerarcas del gobierno, la excesiva exigencia partidaria , el uso abusivo e indiscriminado del poder para imponer una doctrina, la discriminación política y el desinterés en combatir la corrupción han creado un malestar pre insurreccional contra el gobierno nacional.
Por su lado la oposición sigue al igual que en 1990 haciendo pactos que no responden a los intereses del colectivo, sino por el contrario a sus propias conveniencias para alcanzar el poder por cualquier trocha o atajo. Las nuevas caras siguen usando las viejas mañas. Se hace necesario el organizar movimientos en donde se aglutinen las mejores capacidades sin caer en el simplismo de ideologías que no resuelven problemas sino que crean innecesaria división.
En un partido moderno, en un partido del siglo 21, tiene que ser válido el que dentro de él se encuentren distintos pensamientos políticos. Es artificial el considerar necesario el debate filosófico entre quienes piensan igual. El mejor partido en esta nueva etapa, será el que asuma el reto de debatir las soluciones con nuevas metodologías, en lugar de chocar entre nosotros por viejas ideologías.
El reto es resolver los inmensos problemas que aún aquejan a nuestra sociedad. Abrir espacios para que nacionales y extranjeros se sientan incluidos en el esfuerzo común de hacer posible un país próspero para todos sus ciudadanos. El tema ahora no es cuestión de socialismo o capitalismo, es simplemente de un humanismo en donde se respeta tanto al individuo como el colectivo en su derecho a la felicidad, garantizando sin distingo una mejor calidad de vida a cada uno de nuestros habitantes. Preparémonos para la unión no para la confrontación.
Tormenta Social Perfecta
Braulio Jatar Alonso.
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