La locura surrealista que ha caracterizado el desgobierno de Chávez ha llegado a límites desaforados. El Nuevo País graficaba los desvaríos presidenciales el miércoles con este titular: “Dengue explosivo y Chávez preocupado por salud de Simón Bolívar”. El sumario añadía que “La OMS confirmó explosión de dengue en el país desde el año pasado (hay más de 87 mil casos), en tanto que el Presidente le mandó al vicepresidente, al ministro de Salud, a medio gabinete ministerial y hasta a la Fiscalía a estudiar las causas de la muerte de Bolívar ocurrida hace 177 años”.
La guinda del dislate es que será el director del Cicpc quien dirigirá las pesquisas policiales que seguramente concluirán -dada la obsesión del comandante- con el auto de detención de los restos del general Santander y la declaración de guerra a los herederos de la oligarquía cachaca. Y todo esto ocurre en Venezuela, donde apenas se resuelven y se castiga 4% de los más de 15 mil crímenes que se cometen cada año.
Las encuestas registran una caída tan acelerada del apoyo a Chávez que ni él mismo, a pesar de su histrionismo, es capaz de disimularlo cuando se dirige a su cada vez más desencantado auditorio. Estos días declaró que la oposición podría ganar las elecciones de gobernadores y alcaldes en puntos neurálgicos para la supervivencia de su moribunda revolución, como Caracas, Miranda, Lara, Anzoátegui, Táchira, Mérida y otros. Trasluciendo el mismo miedo del 12 de abril cuando lloraba sobre la sotana de monseñor Baltazar Porras, añade: “y si ganan, vienen por mí”.
Sin pueblo que le apoye, aquí no habrá guerra alguna, como él amenaza ante su segura derrota en las elecciones regionales. Sin soberano, no hay coartada. Chávez se creía invencible. Su desesperado pedido los días anteriores al 2D de que votar por el “SÍ” era apoyar a Chávez y votar por el “NO” era traicionarle, fue desoído por el soberano. Ya en muchos estaba roto aquel cordón umbilical afectivo que Chávez supo enlazar con los desposeídos del país, a los cuales prometió amar y defender.
Les aseguró que con él mandaría el pueblo. Los pobres sintieron que por primera vez tenían la representación social y política que las últimas décadas de la democracia les había negado. A pesar de la inseguridad en aumento, de la “regaladera” en el exterior, de las misiones-limosnas que sustituían la carencia de un empleo digno y de la inflación, los pobres estuvieron aferrados a esa esperanza, Oscar Schemel, de la encuestadora Hinterlaces, fue el primero en detectar que Chávez era valorado por los pobres como un líder religioso. Era como su Dios. Creían en sus promesas de amor . La primera ruptura afectiva que trajo estos lodos del pantano en el que ahora chapotea HCHF, fue el cierre de RCTV. Los barrios y pueblos de Venezuela estaban seguros de que, a pesar de las amenazas, él los complacería y no cerraría el canal. Pero lo hizo y, en su lugar, impuso el bodrio que hoy nadie ve. Muchos comprobaron entonces que Chávez sólo piensa en sí mismo. Por eso le dijeron “NO” el 2D a sus intenciones de eternizarse en el poder y de reducir a Venezuela a una sucursal de Cuba.
El 2D, lejos de haber sido una “derrota de m..” fue el Waterloo de Chávez. Desde entonces va en picada.
El desabastecimiento ha llegado a límites insoportables y la brutal militarización en los estados fronterizos es un polvorín. Los sondeos revelan que más del 80% culpa al Gobierno de la escasez (64% acusa directamente a Chávez) y 87% está en contra del apoyo a las FARC. Crece la deuda de Pdvsa mientras cae su producción y vende alimentos comprados en EEUU, prueba del fracaso de las cooperativas y los fundos zamoranos. La absurda expropiación de los proyectos de la Faja acaba de pasar a Pdvsa su primera factura por $11 mil millones que deberá pagar a la Total y Statoil. Detrás vendrán los pagos obligados a Conoco y Exxon por $16 mil y 18 mil millones respectivamente. Como la Pdvsa descapitalizada no podrá honrarlos, no se descarta que le expropien Citgo y hasta las refinerías en Europa. Por si fuera poco, ahora Pdvsa está “pidiendo cacao” a las transnacionales para aumentar la alicaída producción de la Faja.
Mientras el país se derrumba, Chávez está más preocupado en vengarse de Uribe y defender a las FARC. Explotan en Venezuela enfermedades endémicas anteriormente erradicadas, mientras sus autoridades culpan a una inventada cepa satánica sembrada por el “imperio” como parte de su guerra biológica contra “la revolución del siglo XXI”.
Una lider comunitaria de Petare explicaba a la cronista el por qué muchos de sus vecinos -ella incluida- estaban convencidos de que Chávez los había engañado. La dirigente nos ilustró -y hasta tarareó su desamor- con una vieja canción que hace años cantaba Amanda de Miguel: “él me dijo que me amaba… y no era verdad“.
Marta Colomina“El Universal”.
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