La permanencia indefinida de Chavez en el poder es el objetivo de esta escalada contra la Constitución Nacional. Esa permanencia sin término sólo puede ocurrir pasando por encima de los derechos de cada uno de los venezolanos garantizados en la Carta Magna vigente. Por eso hay que alterar la Constitución actual para adecuarla a las pretensiones de Chavez y que todo parezca legal.
Lo demás, será pan comido y lo decidirá Chavez estampando su huella dactilar en los decretos. Entonces será tarde, no para resolver esto, sino para conseguirlo a un menor costo.
Todo lo que Chávez hace ahora puede ser calificado de arbitrariedad en virtud de lo que está escrito en la Constitución de marzo del 2000. De aprobarse la nueva Constitución, esa que Chávez quiere que votemos en diciembre próximo, todo lo que haga estará embadurnado de esa legalidad.
Este es el panorama que tenemos por delante, a menos que nos pongamos de acuerdo, antes que para decir no, para impedir que nos pongan a escoger entre el sí y el no, porque ahí está la trampa.
Los asuntos fundamentales que contiene la nueva Constitución que Chávez pretende legitimemos con una masiva concurrencia a las urnas, no pueden ser sometidos a referendo de ninguna clase. En su artículo 25, la Constitución vigente establece que "todo acto dictado en ejercicio del Poder Público que viole o menoscabe los derechos garantizados por esta Constitución y la ley es nulo y los funcionarios que lo ordenen o ejecuten incurren en responsabilidad penal, civil y administrativa". Chávez está convocando a un evento electoral para erigirse en dictador. Esto ocurre dentro de un marco Constitucional que consagra la democracia, la descentralización, la alternabilidad, el pluralismo y el mandato revocable. Concretamente, lo que Chávez nos está proponiendo es que violemos la Constitución, que lo acompañemos a cometer ese delito, que nos empatuquemos todos, con el fin de que más tarde ninguno pueda alzar su voz para cuestionar las consecuencias, sencillamente porque aceptamos votar un proyecto totalitario. Lo más patético es que lo haremos a sabiendas de que no hay la menor posibilidad de transparencia ni de justicia. En otras palabras, autorizaremos el sometimiento. Allí hay una celada.
Esta Asamblea Nacional se cocina en su propia salsa, se diluyen en el descrédito y se devoran entre ellos porque más del 80% de los venezolanos no la votó. Carecen del balance que aporta la diversidad y el debate. De la misma manera, si no cuadramos con la agenda de Miraflores, este referendo será nulo y Chávez claramente responsable por merendarse la Constitución vigente, aunque siga en el poder. Pero el plomo en el ala pesa. Si aceptamos su incitación a delinquir sus disparates encontrarían sentido en una Constitución "prèt-a-porter".
Mi abuela, en una clara condena a la complicidad, repetía a los nietos: "Tanta culpa tiene el que mata la vaca como el que le sujeta la pata". Chávez quiere matar la vaca. No le sujetemos la pata.
Macky Arenas
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