sábado, 15 de septiembre de 2007

CARTA A LOS MILITARES VENEZOLANOS

Mérida 8 de septiembre de 2007: Cumpleaños de la Virgen María


Estimados Oficiales, Suboficiales y soldados

de las

Fuerza Armada Nacional de Venezuela.


Quería escribir un artículo como tantos que aparecen en los periódicos. Pero me salió una carta y en ese estilo me dirijo a todos Ustedes Oficiales y Soldados que un día escogieron una manera difícil y comprometida de servirle a Venezuela. Desde niño pienso que los militares están para defender a todos los venezolanos y no para ser guardia pretoriana de una persona o de una parcialidad política. Esta carta se me ocurre porque no hace muchos días murió un capellán del Ejército. Un gran capellán. Yo que fui su alumno en San Cristóbal y su compañero de trabajo durante muchos años puedo hablar con pleno conocimiento de la obra de este capellán del Ejército venezolano. Su trabajo fue siempre de calidad. Como capellán de la Escuela Militar se entregó totalmente al servicio de los cadetes. La puntualidad para él era sagrada. Su sentido del orden era total. A veces quizá exagerado. Pero le gustaba que todos marchara muy bien. Que hubiera amor por la profesión que sus cadetes habían escogido libremente. Quienes fueron sus oyentes y discípulos tienen que recordarlo por la cercanía que tuvo con los alumnos de la bien llamada Casa de los sueños azules.


El entregó parte de su vida de capellán y de educador para animar en la construcción de una gran Venezuela. Una Venezuela unida. Una Venezuela pacífica. Una Venezuela constructora de futuro y de un futuro donde todos nos sintiéramos hermanos. Defendía a la institución armada con el mismo empeño con que amaba a la Iglesia. Muchos de los Oficiales del 92 fueron sus alumnos. Muchos fueron testigos de su preocupación por formarlos y sembrar principios y valores humanos y cristianos en el corazón de sus cadetes. Durante los primeros años del llamado proceso revolucionario quiso creer en la buena intención de los ejecutores del mismo. Pero ya de 83 años en su eterna casa comunitaria de San Gabriel prácticamente lloraba por lo que sucede en Venezuela. Creo que lloró en silencio una noche en que vio a los cadetes voceando consignas políticas de muerte, de odio y de exclusión. No fue lo que él soñó para Venezuela. El esperaba orden, reconciliación, paz, desarrollo, unión de todos. Jamás se imaginó que algunos alumnos formados por él tuvieran un lenguaje tan ofensivo para la Iglesia o para quienes no pensaran de la misma manera. Yo que fui su alumno y luego su hermano de comunidad compartí con él, ya anciano, el dolor de su alma. Nunca se podía imaginar (y eso que en los tres primeros años estuvo con el llamado proceso) que la Constitución y las leyes de la República fueran objeto de tanta violación y abuso.


En sus clases de formación social y cívica invitaba a sus alumnos al respeto de la ley y sobre todo al respeto del otro, del que piensa de manera diferente.


Murió un gran capellán del Ejército venezolano. Murió el Padre Alfonso Monsalve Castilla. Murió un maestro del orden y de la disciplina y del trabajo productivo. Murió mi Profesor de Castellano. Me enseñó la gramática de Don Andrés Bello. Murió el capellán de muchos oficiales militares de Venezuela. Quería la Academia militar con pasión, con entrega, comprometido en la formación de quienes tienen la obligación de protegernos a todos sin distinción de partido o religión. A los militares actuales y a quienes fueron alumnos del Padre Alfonso Monsalve Castilla van dirigidas estas letras. Sean todos dignos seguidores de un capellán de la Academia militar de Venezuela. Recuerden sus enseñanzas. Ciertamente fueron enseñanzas para la democracia con equilibrio de poderes y no para la autocracia con estructuras de centralización. En la noche, cuando vean a sus hijos, Ustedes los militares tienen que ser capaces de mirarlos de frente sin avergonzarse de sus acciones u omisiones. No piensen en sus intereses materiales sino en los intereses ciudadanos de todos los venezolanos.


Venezuela es grande a pesar de quienes se aprovechan de ella para medrar, para insultar, para mandar sin gobernar. En esa llamada casa de los sueños azules se les enseñaron muchos principios. Y uno de esos principio es el respeto a la vida. Me angustia cuando de boca de los militares oigo esa expresión de patria, socialismo o muerte. Es una consigna antihumana y como el hombre es creado a imagen y semejanza de Dios es también anticristiana. Nosotros los humanos apostamos por la vida y hasta el soldado que va a la guerra lo hace con la esperanza de regresar. El Padre Alfonso Monsalve Castilla cjm ciertamente en sus charlas semanales sembró en Ustedes tales valores: un profundo respeto a la vida y al hombre que es la gran criatura de Dios. Ustedes como militares tienen que pensar en las generaciones futuras. En sus hijos, en sus nietos y tataranietos.



Que esas generaciones no vayan a llorar por nuestros pecados de omisión. Ahora le pido al Padre Alfonso Monsalve, ya en la presencia de nuestro Padre Dios, que ilumine a todos los militares del mundo y de Venezuela para que sepan ser verdaderos servidores de la patria y respetuosos de la dignidad humana. Hay militares que pasaron también por Seminarios y allá ciertamente aprendieron amor por la democracia y por la justicia, por la paz, por la vida. A quienes estuvieron en los Seminarios debe herirlos cualquier consigna de muerte ya que para nosotros los cristianos, la muerte no es un objetivo ni una alternativa. Es un paso a la casa del Padre Dios. No nacimos para morir sino para la vida eterna. Que la Santísima Virgen María del Carmen hoy en el día de su cumpleaños los proteja a todos para que puedan encontrarse con Cristo que es camino, verdad y vida.



Atentamente



Monseñor Luís Alfonso Márquez Molina,
Obispo Auxiliar de Mérida
http://megaresistencia.com/foro/viewtopic.php?t=3267

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