domingo, 9 de septiembre de 2007

La lucha de los estudiantes contra el virus de la división

La victoria electoral es una posibilidad real que está en sus manos.

Nunca antes había estado la oposición tan cerca de ganarle unas elecciones a Chávez como ahora. A tres meses escasos del referendo, que debería ser aprobatorio para que tenga carácter vinculante, la mayoría de los venezolanos se pronuncia no sólo en contra de la presunta reforma constitucional, "propuesta" por el Presidente (39% contra 30% según encuesta de Datanálisis), sino que cuando la pregunta se enfoca en la reelección continua (indefinida) la oposición llega hasta un 49,9% y el apoyo se reduce al 28%.

La prisa que mueve a Chávez

¿Quiere decir esto que el Presidente tiene perdido el combate? Obviamente no, porque hace tres meses el rechazo a la reelección era del 63%, no estaba sobre el tapete la reducción de la jornada laboral, ni los planes sociales a ser incluidos en la Constitución y aún no afloraba, como ya está ocurriendo, el eterno dilema de la oposición sobre si participar o no participar.

A un año del referendo revocatorio del 2004, Chávez perdía de calle. Con la complicidad del CNE (Jorge Rodríguez como gran factótum) logró dilatar por ese mismo período las elecciones y en el interregno volteó la tortilla. Hoy hace todo lo contrario. Apresura los tiempos, apura plazos y pasos, siente que mientras más se prolongue el proceso, menos posibilidades tiene de ganar, aun cuando en dos meses haya podido recortar la ventaja.

La prisa tiene varias explicaciones. Una primera sería la inevitabilidad del proceso de descomposición política, económica y moral que ya se hace sentir en el chavismo con signos palpables para la opinión pública. En diversos escenarios, los casos Antonini, Ameliach (Tascón-Varela) ponen de manifiesto las resquebrajaduras de un Gobierno, de un partido y de un sistema político con dificultades en áreas tan sensibles como la Fuerza Armada, la Asamblea Nacional Legislativa, el PSUV y Pdvsa, esta última sacudida por la corrpción y la incapacidad operativa.

Otra razón del apresuramiento responde a la inexistencia de una oposición firmemente estructurada, con un programa único, una sola estrategia y un cronograma para desarrollarlos. De nuevo Chávez tiene, por ahora, a la mayoría en contra, mas no gracias a una política coherente de una oposición organizada y movilizada en bloque, sino gracias a su ambición insaciable, a su intención de perpetuarse en el poder y a la frustración que ya se siente entre los más pobres, cansados de esperar una redención que nunca llega.

El tiempo se le agota a Hugo Chávez, pero ese inmenso ejército sin carta de navegación y sin un capitán que lo guíe, amenaza con la autodiluirse, una vez más, en la eterna disputa que lo extravía, lo disgrega y lo conduce a una nueva derrota.

No hay más, son los estudiantes

A pocas semanas del cierre de RCTV el filósofo chileno Fernando Mires advertía, desde estas mismas páginas, que debía tenerse mucho cuidado en no colocar todo el peso de la carga política sobre los hombros, aun poco curtidos, del movi miento estudiantil. "No sobrecarguen a los estudiantes", advertía Mires y a continuación sentenciaba: "Es un error pedir a un movimiento estudiantil que recién nace que lo liberen de aquello que los partidos políticos no han podido hacer". Mires escribiría luego, desde Alemania, que al reunirse con los dirigentes estudiantiles durante su visita de junio pasado a Caracas "...vi en esos rostros atentos algunos líderes del mañana".

Sólo que el mañana parece haber llegado ya y a casi cuatro meses de la emergencia súbita del movimiento estudiantil, se ha convertido en la única referencia política con inserción social, capacidad de convocatoria y suficiente frescura como para aglutinar y darle cauce a un colectivo desasistido y ávido de conducción. Que no ha debido ser así, que los fenómenos políticos necesitan tiempo para madurar y asentarse, debe ser un sano y pulcro convencionalismo, pero aquí, en una muy determinada realidad, los estudiantes son, en este momento, el eje alrededor del cual parece gestarse un gran movimiento nacional democrático.

En otras palabras, fatalmente hemos colocado la sobrecarga sobre los estudiantes porque con su juventid y su inexperiencia, es lo único que tiene el país inconforme sobre lo cual apoyarse y ellos la están resintiendo y resistiendo.

Contra el virus de la división

Las primeras señales de dificultades están en las conclusiones del recién finalizado parlamento estudiantil, entre las cuales no aparece un punto que luce vital: "cómo enfrentar la reforma constitucional".

El tema no ha sido dilucidado porque no existe un consenso sobre la estrategia. En otras palabras, el eterno dilema sobre votar o abstenerse, si no divide al movimento estudiantil, por lo menos lo ha llevado a posponer una decisión que sería adoptada luego de palpar sobre el terreno la actitud de la mayoría durante las jornadas de agitación y propaganda que ya están realizando en todo el país.

Esa que parece, hasta ahora, una reproducción del esquema que divide a grupos y partidos de oposición entre participacionistas y abstencionistas, puede alejar a un país insatisfecho con el chavismo, pero reticente a sumarse a fracciones debilitadas por la pugna estéril.

De manera que con la madurez que hasta ahora les ha permitido mantener un alto nivel de credibilidad, el movimiento estudiantil tiene la responsabilidad de conjurar el virus de la división y ofrecer una alternativa clara en defensa de la democracia y de las libertades. Si hasta ahora han logrado deslindarse de los viejos aparatos políticos, insurgiendo como un poderoso factor aglutinante, también deben hacerlo de sus vicios y hacer prevalecer sobre los egoísmos la amplitud y la claridad en sus objetivos políticos.

Los resultados de las encuestas quizás puedan ayudarlos a tomar una determinación que exige prontitud en las decisiones. Y es que según Datanálisis 41% de los venezolanos considera "incorrecta" la dirección asumida por el Gobierno y cada día un mayor porcentaje, en este caso 44%, está dispuesto a acudir a las urnas en diciembre, contra 33% que pensaba lo mismo en el mes de junio.

Una vez más y pese al ventajismo escandaloso del Gobierno, no sin razón calificado por algunos dirigentes como "fraude continuado" durante las campañas electorales de los últimos años los venezoalnos parecen decantarse por la única vía sensata, la electoral, para frenar el impulso totalitario. Y esa es una señal, casi que de alarma, para los jóvenes dirigentes estudiantiles. En este momento, Chávez tiene perdida la mayoría y ésta puede aumentar si hay claridad en la lucha y poder de convencimiento a la hora de explicar porque la razón y la democracia están de este lado.

Obviamente está en ellos tomar la otra vía, la abstencionista, y seguramente la mayor parte de la sociedad democrática los seguiría, pero eso los obligaría a explicar cuál sería la estrategia al día siguiente de las votaciones. Lo cierto es que la suerte del país está en sus manos y en este momento la victoria luce como una posibilidad que no pueden darse el lujo de perder, como ocurrió con otros.

Roberto Giusti

www.eluniversal.com



1 comentario:

Carlos A. Pérez Zeledón dijo...

Muy interesante el análisis, estoy completamente de acuerdo con la posición del autor. El estudiantado venezolano erigido en motor de las transformaciones políticas de su país debe asumir su papel de liderazgo con responsabilidad mayúscula. Considero apropiado que en lugar de una política abstencionista se proclame una política en pro del voto y de la defensa de ese voto, para que sea respetada la decisión popular. Aunque imagino la magnitud y disposición de la maquinaria fraudulenta chavista en el Poder, aún los más avezados y déspotas tiranos han tenido que replegarse cuando toman conciencia de que la inmensa mayoría adversa sus funestos designios. Arriba hermanos venezolanos sacúdanse ya de encima a su Dictador. Ánimo y valor, muchos pueblos del mundo apoyamos su lucha.