Fotos de los disturbios en Curiepe. GNazi reprime a la poblaciónSorprendente: VTV alega guarimbas en Curiepe
Noticiero Digital:
La Sala de Prensa de la Gobernación del estado Miranda nos envió más de 22 fotos de lo acontecido en Curiepe este miércoles. Las fotos son cortesía de Juan Camacho y de Juan Coronel.
Los hechos
Desde las 5:30 de la mañana, un piquete de la Guardia Nacional -compuesto por cerca de 120 funcionarios- tomó violentamente las instalaciones de la sede de la Policía de Miranda en Curiepe. Los efectivos además de lanzar bombas lacrimógenas y ráfagas de perdigones, golpearon a varios de los manifestantes, dejando varios heridos, entre ellos un adulto mayor quien fue hospitalizado al verse seriamente afectado por los gases y un camarógrafo de RCTV, quien ameritó 5 puntos de sutura en el rostro.
El gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles Radonski, rechazó los hechos ocurridos en Curiepe y manifestó que “Venezuela es el único país del mundo en el que la Guardia Nacional se presenta en una comisaría a sacar a los funcionarios policiales”.
Reiteró que el Presidente de la República dice que en Honduras hay un “Gorileti”; pero en Venezuela tenemos un “Gorilonzo”, al referirse al comandante de la Guardia Nacional. “Varias veces lo he dicho, no sean cobardes aquellos que se esconden detrás de las armas y del uniforme. Yo invito al comandante de la Guardia Nacional a que se quite el uniforme y pase a ser parte de un partido político. Esa es la triste realidad de la Guardia Nacional Bolivariana que actúa como una milicia de un partido político”
La Secretaria de Gobierno de Miranda, Adriana D’ Elia, indicó que esde hoy la Policía de Miranda funcionará en la sede de la Casa de la Cultura de Curiepe. “No nos vamos a ir y dejar a nuestro pueblo desamparado, porque lo más importante para la Gobernación de Miranda es la seguridad”.
Con información de la Sala de Prensa de la Gobernación de Miranda: Hermilet Báez / Ronny Mújica.
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=552905
Editorial
El Nacional
Teatro del absurdo
Caen las máscaras
Cada día que pasa sigue creciendo el debate internacional sobre la vigencia de la democracia en América Latina. En el centro de la discusión está, a no dudarlo, la falsa democracia participativa que ha estado vendiendo por todas partes, a fuerza de petrodólares, la revolución bolivariana.
Sin embargo, el hecho desencadenante de toda esta discusión ha sido la crisis de Honduras y los errores en cadena cometidos tanto por el Presidente de Venezuela como por sus tres enanitos del ALBA: Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega. Ávidos de petrodólares, el trío de mandatarios se montó en el escenario centroamericano y dio inicio a la función sin haber ensayado lo suficiente. Desde luego, el resultado del montaje fue un fiasco.
En primer lugar, a los tres presidentes actores se les notaba a leguas que no se sabían el papel, que exageraban los gestos y los movimientos y que el vestuario se correspondía más con los payasos de un circo que con protagonistas de un drama. El actor principal, sir Hugo Chávez, desencantó desde el primer momento pues repitió, gesto a gesto, su viejo papel de militar golpista. A mitad de la función, cuando comenzaron las pitas del público, se retiró esgrimiendo el gastado argumento de que en la sala había un francotirador.
Tampoco impactó al público el debut de Mel Zelaya, un viejo terrateniente convertido en predicador rojo rojito, con un costoso sombrero de hacendado millonario y bigotes de charro, haciendo ostentación de un lujo más propio de un narco colombiano que de un mandatario consagrado a su pueblo.
Por algo será, dicen por allí, que Honduras es un gran cementerio de avionetas venezolanas estrelladas. De manera que al público no le extrañó cuando Mel se montó en una avión, con doña Patricia, su canciller íntima, y fue a dar vueltas por Washington, Panamá y Nicaragua. Al final de la escena, se ve a la esposa de Mel cuando lanza furibundos insultos al avión y a sus ocupantes, para correr luego a refugiarse en la embajada de Estados Unidos en Tegucigalpa. Allí contó todo, incluso las estrechas relaciones de la canciller Patricia con Hugo.
Como suele suceder en estos casos, la obra de teatro no pudo continuar y el público se subió al escenario a discutir.
Entre los puntos más resaltantes discutidos surgió uno que llamó la atención: ¿Puede un golpista confeso, que atentó contra la democracia, acusar a otro militar de ser golpista? La discusión se concentró en Venezuela: el presidente golpista no sólo se sintió orgulloso de lo que hizo, sino que declaró el 4 de febrero como fiesta nacional. Incluso una promoción de oficiales de la FAN adoptó en este mes el nombre de "27 de noviembre", fecha de otro golpe.
Los participantes del debate se preguntaban cuál era la diferencia esencial entre el golpe militar del 4 de febrero contra la democracia, protagonizado por un grupo de oficiales comandado por Chávez, y la acción militar ocurrida en Honduras por orden de la Corte Suprema, de la Fiscalía y del Congreso. El debate sigue.
El Nacional
Teatro del absurdo
Caen las máscaras
Cada día que pasa sigue creciendo el debate internacional sobre la vigencia de la democracia en América Latina. En el centro de la discusión está, a no dudarlo, la falsa democracia participativa que ha estado vendiendo por todas partes, a fuerza de petrodólares, la revolución bolivariana.
Sin embargo, el hecho desencadenante de toda esta discusión ha sido la crisis de Honduras y los errores en cadena cometidos tanto por el Presidente de Venezuela como por sus tres enanitos del ALBA: Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega. Ávidos de petrodólares, el trío de mandatarios se montó en el escenario centroamericano y dio inicio a la función sin haber ensayado lo suficiente. Desde luego, el resultado del montaje fue un fiasco.
En primer lugar, a los tres presidentes actores se les notaba a leguas que no se sabían el papel, que exageraban los gestos y los movimientos y que el vestuario se correspondía más con los payasos de un circo que con protagonistas de un drama. El actor principal, sir Hugo Chávez, desencantó desde el primer momento pues repitió, gesto a gesto, su viejo papel de militar golpista. A mitad de la función, cuando comenzaron las pitas del público, se retiró esgrimiendo el gastado argumento de que en la sala había un francotirador.
Tampoco impactó al público el debut de Mel Zelaya, un viejo terrateniente convertido en predicador rojo rojito, con un costoso sombrero de hacendado millonario y bigotes de charro, haciendo ostentación de un lujo más propio de un narco colombiano que de un mandatario consagrado a su pueblo.
Por algo será, dicen por allí, que Honduras es un gran cementerio de avionetas venezolanas estrelladas. De manera que al público no le extrañó cuando Mel se montó en una avión, con doña Patricia, su canciller íntima, y fue a dar vueltas por Washington, Panamá y Nicaragua. Al final de la escena, se ve a la esposa de Mel cuando lanza furibundos insultos al avión y a sus ocupantes, para correr luego a refugiarse en la embajada de Estados Unidos en Tegucigalpa. Allí contó todo, incluso las estrechas relaciones de la canciller Patricia con Hugo.
Como suele suceder en estos casos, la obra de teatro no pudo continuar y el público se subió al escenario a discutir.
Entre los puntos más resaltantes discutidos surgió uno que llamó la atención: ¿Puede un golpista confeso, que atentó contra la democracia, acusar a otro militar de ser golpista? La discusión se concentró en Venezuela: el presidente golpista no sólo se sintió orgulloso de lo que hizo, sino que declaró el 4 de febrero como fiesta nacional. Incluso una promoción de oficiales de la FAN adoptó en este mes el nombre de "27 de noviembre", fecha de otro golpe.
Los participantes del debate se preguntaban cuál era la diferencia esencial entre el golpe militar del 4 de febrero contra la democracia, protagonizado por un grupo de oficiales comandado por Chávez, y la acción militar ocurrida en Honduras por orden de la Corte Suprema, de la Fiscalía y del Congreso. El debate sigue.
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