domingo, 12 de julio de 2009
"Chávez está cogido por las redes de ex militares que él controla y que ahora lo controlan a él"
Cuentos del capitán Araña
(El que a todos embarca y a todos engaña)
El régimen se encamina a los fogones del Averno. Varios episodios recientes muestran la marcha hacia ninguna parte; eso sí, con las banderas desplegadas, diez cañones por banda y viento en popa a toda vela, capitaneados por el Capitán Araña, que bufa, enloquecido, en la Sala de Mando. Una sucesión de malas tardes agobian su faena; cierto que tiene a su alcance las mandarrias represivas -las cuales ejerce a discreción- pero los sabios siempre han advertido que sin un mínimo consentimiento social las buenas (y las malas) intenciones se escurren por los desagües de la historia. Para ejercer el Gobierno es indispensable cierto consenso ideológico, con propuestas, ideas y valores compartidos por amplios grupos de la población y por franjas de las élites. En Venezuela tal noción se ha desgajado; la mayor parte de los que han acompañado a Chávez se encuentran perplejos cuando advierten que el timonel ha perdido su peculiar astucia; más bien, juega pico-pico y se mira al espejo en medio de la tormenta, apenas rodeado por el círculo de hierro de su pequeño grupo de ex militares, ex pobres y uno que otro izquierdista convertido en sapo.
Primer Out. El golpe que impidió el golpe del otro, en Honduras, sacó de cuajo a Chávez de la escena de este país. Las instituciones civiles y los militares, al desplumar a Zelaya, también eyectaron a su mentor. La comunidad internacional ha clamado -con cierta hipocresía- por el retorno del ex presidente; pero, salvo los sospechosos habituales, la condición implícita es que primero debe sacudirse al caudillo venezolano. De allí que el rojo de Zelaya haya comenzado a desteñirse en forma veloz, para adquirir el tono beige-gris de los derrotados que aspiran a regresar a las antiguas posiciones aunque sea con el rabo entre las piernas.
Después de la operación aerotransportada sobre Tegucigalpa, el proceso de mediación ha pasado a las veteranas manos de Oscar Arias en Costa Rica, lo cual ha implicado un reconocimiento de hecho del Gobierno hondureño en funciones. Por su lado, la administración norteamericana, por la vía de Hillary Clinton, ha bajado el tono, procura un arreglo entre las partes, apoya y auspicia la negociación de Arias e ignora a Chávez. Mientras mira con el rabillo del ojo al de acá para tranquilizarlo, el hermano Lula refuerza su presencia en las ligas mayores en un tuteo persistente con Obama, que Chávez debe estimar infamante.
La salida de la crisis hondureña será sin que Chávez participe; no es de extrañar que hasta Zelaya se lo sacuda. Por cierto, a las salidas forzadas de las crisis políticas en las que intervienen militares, al final, los factores de poder nacionales e internacionales le encuentran un acomodo obligado que aparenta ser constitucional, o, si es necesario, curan la torcedura con unas elecciones que recubren los garrotazos previos. Los especialistas lo llaman "realismo". La verdad verdadera es que la democracia que se suponía instalada por siempre y firmemente en América Latina, goza de salud incierta.
Segundo Out. Hillary Clinton y Globovisión, con la entrevista de Leopoldo Castillo, han protagonizado un evento de inmensas repercusiones. Lo que dijo la hillary es un mensaje al régimen venezolano en el estilo suave, pero preciso, de Obama, "lo bueno sería", "lo que la democracia implica es", "lo que a los venezolanos convendría", todo lo cual se puede sintetizar en que no hay democracia sin equilibrio de poderes (que en Venezuela no hay) y que no hay democracia sin libertad plena de expresión (que en Venezuela no hay). Estas referencias que hace el gobierno de Obama, son un mensaje a la comunidad internacional para decir que los apretujones que le propinó Chávez no han modificado las realidades geopolíticas; y así como antes todos los enemigos de Bush eran amigos entre sí y se tenían simpatías comunes, de lo cual se benefició Chávez; ahora todos los enemigos de Obama disfrutan de antipatías universales, como le ocurre al Capitán Araña barinés. Antes era simpático ser enemigo de Bush, ahora es antipático serlo de Obama y Chávez no lo ha advertido todavía.
Lo más importante, sin embargo, de la entrevista de Globovisión es que el gobierno de EEUU ha dicho, con el gesto de que su vocera en política exterior sea entrevistada por la persona que el Gobierno considera la encarnación de su principal enemigo en los medios, que el cierre de este canal es inaceptable para el mundo democrático. Mrs. Clinton le ha subido a Chávez en varias toneladas el costo de acabar con este canal al colocar el caso en el radar mundial. Esta vacuna no hace invulnerable a Globovisión contra la peste que lo asedia, pero le hace más difícil el trabajo a la represión roja.
Tercer Out. La huelga de hambre de Antonio Ledezma y de varios ciudadanos más, ha evidenciado a Chávez como la cabeza de un régimen colocado al margen de su propia Constitución, sin ningún acatamiento al marco jurídico que los mismos bolivarianos se quisieran dar a fuerza de su real gana.
El coraje personal de Ledezma ha servido para mostrar, sin estridencias, pero con la radicalidad de quien pone su propia salud en juego, que el golpe de Estado que Chávez protagoniza no es menos golpe que el que intentó Zelaya y tampoco le queda debiendo al que lo sacó del poder. En Venezuela las elecciones ya no sirven para elegir y es lo que la protesta del alcalde mayor muestra con toda inclemencia: los ciudadanos votan en el marco de un ventajismo descarado, bajo diversos mecanismos de fraude, hostigados y reprimidos en sus trabajos y en la calle, y cuando a pesar de todo no se les puede desvalijar de sus victorias, se pone en marcha la máquina del despojo de atribuciones y recursos, el desconocimiento de la institucionalidad, la legislación tramposa y el golpe de Estado continuado contra la ley.
En el actual régimen el voto vale para elegir chavistas; el voto no vale para elegir discrepantes u opositores.
Esta huelga de hambre ha ido mucho más allá. Ha servido para mostrar que los venezolanos no pueden contar mucho con gobiernos demasiado hipnotizados por el sonido espeso del petróleo que fluye desde estas tierras; incapaces de ver la acción sistemática, deliberada y crecientemente represiva, con la que se conculcan los derechos y las garantías..
La Opción Escogida. La respuesta que un gobierno serio tendría frente al desgajamiento de sus bases de apoyo, sería fortalecer sus alianzas, negociar políticas, abrir diálogos. Chávez no puede hacer esto, no sólo por su talante personal, sino porque está cogido en las redes del grupo de ex militares que él controla y que ahora lo controlan a él. Sólo le queda la represión, la cual siempre recubrirá, si no con una Estela, con una Luisa.
Carlos Blanco
El Universal
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