Adolfo R. Taylhardat |
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La modificación de la Constitución Nacional se presenta como algo inminente. Aun cuando Chavez dice que no está apurado, en cualquier momento entregará sun propuesta a la Asamblea Nacional. Según la Constitución el proyecto de modificación debe ser objeto de tres discusiones en la Asamblea y debe ser aprobado con el voto de los dos tercios de sus integrantes. Esto último lo tiene asegurado con un parlamento compuesto, usanso una de sus expresiones preferidas, de loros que repiten lo que su dueño els dice. Incluso, personajes de ese simulacro de parlamento ya han ofrecido tenero listo todo para que se convoque el referéndum aprobatorio antes de finales de este año. De manera que hay que comenzar a prepararse para este nuevo evento comicial que, por los vientos que soplan, puede tener lugar en diciembre o a comienzos del año que viene. Esta vez se invertirán los papeles: el oficialismo luchará por el SI y la oposición deberá batallar por el ¡NO! Hay quienes ya están hablando de abstención. Resulta absurdo que se le pueda recomendar a la ciudadanía que se abstenga de participar en una decisión tan trascendental para el futuro del país como es la pretensión de modificar la Carta Magna. Pero este es un tema que prefiero discutir en otra oportunidad. Lo urgente es promover desde ya un movimiento nacional de rechazo a la modificación de la Constitución que pretende imponernos Chávez. Esta no es una cruzada exclusiva de la oposición política. En esa batalla (las Queseras del Medio) deben aunar esfuerzos, sin rivalidades mezquinas, todos los sectores del país: partidos políticos, organizaciones de la sociedad civil, el sector empresarial, el sector laboral, la juventud, las mujeres, la gente de los barrios. Pero debe aglutinar también al universo de chavistas conscientes del peligroso rumbo que Chávez le ha impreso a su proyecto político, en el cual muchos de ellos creyeron, se incorporaron y apoyaron de buena fe. Buena fe que ha sido traicionada y ahora va a ser manipulada descaradamente. La posición del gobernador Ramón Martínez es un paso muy importante en esa dirección. (Entrevista publicada en este mismo diario, domingo 29-07, Pág. 1-4). Es cierto que todavía no se conocen oficialmente los detalles de las modificaciones que Chávez quiere introducir a la Constitución, pero ya existen suficientes razones para, a priori, rechazarlas de plano. 1. La primera de ellas es que esa modificación es absolutamente innecesaria. Esto, a su vez, por diversas razones: a) La Constitución de 1999 fue vendida al pueblo como la mejor, no solamente de Venezuela sino del mundo. Debo reconocer que voté en contra en el referéndum aprobatorio de 1999, pero admito que en muchos aspectos es una Constitución muy avanzada y progresista. Por eso la defiendo. b) Las constituciones se dictan para regir, de ser posible indefinidamente, como sucede en la mayoría de los países. La nuestra tiene apenas 7 años de existencia y ya se la quiere cambiar. c) El empeño de Chávez en cambiar esa Constitución que se mandó a hacer a su medida es porque, por una parte, ahora le queda estrecha a él, y por la otra, ha resultado demasiado holgada para el pueblo. Le resulta tan estrecha que ha tenido que recurrir a leyes habilitantes y al Tribunal Supremo de Justicia (so pena de calificarlo nuevamente de plasta) para que interprete que le dé apariencia de legalidad a sus abusos y atropellos. d) No hace falta modificarla porque es lo suficientemente flexible como para que Venezuela funcione como un "Estado democrático y social de derecho" (artículo 2), bajo un régimen de libertad y cumplir el objetivo fundamental de luchar contra la pobreza y contra las desigualdades sociales, promover el desarrollo y el progreso del país para ofrecer a los venezolanos una vida mejor desde todo punto de vista. 2. Otra razón para rechazar la modificación constitucional radica en el abuso de poder que configura el procedimiento mediante el cual Chávez quiere imponérnosla Según la Constitución vigente, la transformación del Estado sólo la puede hacer una Asamblea Constituyente. Es público y notorio que Chávez pretende transformar a Venezuela en un Estado socialista, o como dice Hermann Escarrá, implantar un régimen "neodictatorial, neoautoritario y monocrático de tutelaje militar". Su propósito es convertir a Venezuela en una copia carbón de Cuba. Esto lo ha proclamado públicamente. Recientemente confesó que le dijo a Fidel Castro: "asumo el compromiso de continuar tu lucha, tu batalla" que significa trasladar a Venezuela el sistema político marxista-leninista cubano, disfrazándolo de bolivarianismo para vendérselo a los incautos que sólo ven por los ojos de Chávez. Asdrúbal Aguiar ha advertido repetidas veces que la modificación de la Constitución persigue hacer de la nuestra un clon de la cubana. Chávez incurre también en abuso de poder al pretender imponer la modificación de Constitución recurriendo al artículo 342 a pesar de que esa norma dice que los principios fundamentales del texto constitucional no se pueden modificar por la vía de la reforma. Chávez y sus loros alegan que la modificación no afectará los artículos 1 al 9 de la Constitución y por lo tanto no resultarán afectados los principios fundamentales. Pero es que los principios fundamentales no solamente están consagrados en el título I del texto constitucional de 1999, sino que están diseminados a todo lo ancho y largo de la Carta Magna. Además, cualquier modificación de cualquier disposición de la Constitución que implique una alteración de la manera como se desarrollan o se aplican los principios consagrados en el Título I constituye, de por sí, una modificación indirecta, velada, de esos principios. 3. Otra razón -quizás la más importante- para rechazar la modificación constitucional radica en la pretensión de implantar la reelección indefinida, continuada, sucesiva, encadenada, o como quiera llamársela. Eso es una cuestión semántica en la cual no debemos caer. Lo que persigue Chávez es continuar, perpetuarse en el poder, convertirse en un "Président à vie" como Papa Doc. Chávez ha dicho que se propone seguir en la Presidencia hasta el año 2021 o hasta el 2030. A nadie sorprende que esas fechas hayan sido escogidas porque coinciden con el bicentenario de la batalla de Carabobo y con el bicentenario de la muerte de El Libertador. Pero en su empeño de convertirse en presidente vitalicio Chávez traiciona uno de las principales enseñanzas de Bolívar, quien en más de una oportunidad advirtió que la permanencia de la misma persona en el poder conduce inevitablemente a la tiranía. En uno de sus mas recientes culebrones televisivos pretendió justificar su propuesta de reelección indefinida alegando, pobrecito, que un mandato de seis años no es suficientes porque en los casi 9 años que lleva en el poder no ha logrado (afortunadamente para nosotros) consolidar su proyecto político. Hay, evidentemente, muchas otras razones para rechazar la modificación de la Constitución. Pero es mejor evitar caer en la discusión de detalles como quisiera Chávez que ocurriera. Esas tres sencillas razones: 1. La modificación es innecesaria porque la Constitución vigente es buena. 2. Chávez incurre en un grotesco abuso de poder y en una flagrante violación de la Constitución vigente cuando pretende imponer la modificación de la Constitución recurriendo al procedimiento de la reforma. 3. La reelección indefinida es contraria a la naturaleza democrática y a la idiosincrasia de los venezolanos porque, como ha dicho Bolívar, gobernante que se perpetúa en el poder se convierte en dictador y tirano; por sí solos, son más que suficientes para rechazar de plano, rotundamente, el intento de modificar la Carta Magna. Aun con un sistema electoral amañado y fraudulento como el vigente hay que participar en el referéndum para decir contundentemente ¡NO! a la modificación de la Constitución. Si el pueblo acude masivamente al referéndum y abrumadoramente dice ¡NO! no habrá fraude que valga y Chávez tendrá que cumplir la promesa que hizo el viernes pasado cuando dijo: "si llego a perder el referéndum me voy, no tengo ningún problema". Veremos si cumple su palabra. |
miércoles, 1 de agosto de 2007
NO a la reforma
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