Más de 65% de los venezolanos rechaza la reelección presidencial ilimitada, lo que supone 15% más de 50,7% que se opuso a esa propuesta en el referendo de hace un año, según un sondeo de Ecoanalítica. Pese a que se hizo hace tres meses, el sondeo se conoce un día después de que el presidente Hugo Chávez insistiera en pedir a sus partidarios que impulsen una modificación a la Constitución para permitir la reelección ilimitada y se autoproclamara candidato para los comicios de 2012.
La encuestadora detalló que casi el 20% de quienes se autodefinieron como "chavistas" señalaron que rechazarían una enmienda constitucional que anule la reelección presidencial por un solo período y faculte la continua, frente a un 80% que la apoyarían.
"Desde ahora mismo me autopostulo como precandidato presidencial para el año 2012", dijo anoche Chávez en un discurso.
El artículo 341 de la Constitución aprobada a instancias suyas en el 2000 ordena que la autoridad electoral someta a referendo las enmiendas a ese texto en los treinta días posteriores a la "recepción formal" de la petición, que Chávez solicitó que se haga rápidamente.
La petición puede ser hecha por el 30 por ciento de los integrantes de la unicameral Asamblea Nacional, de actual mayoría chavista, por el 15 por ciento de los electores o directamente por el jefe de Estado.
El mandatario ya hizo uso de esta última opción cuando su propuesta de reformar la Carta Magna, que incluía la reelección presidencial ilimitada, fue rechazada por el 50,7% del electorado hace un año en un referendo.
"A más tardar a finales de febrero creo que estaríamos listos para el referendo aprobatorio de la enmienda" y "sobre la marcha estamos iniciando este nuevo período histórico que va desde el 2009 al 2019 para la (creación de la) República Bolivariana Socialista de Venezuela", añadió anoche el gobernante.
En 2000, Chávez comenzó su primer mandato de seis años y fue reelegido en diciembre de 2006 para el período 2007-2013.
Cadena Global
Guerra de baja intensidad
El gobierno nacional aprendió que hay muchas formas –indirectas– para silenciar o presionar las voces incómodas, sin llegar al cese total de una señal, en este caso, de Globovisión.
El concepto de guerra de baja intensidad tuvo relevancia durante la década de los 80, en Centroamérica. El gobierno sandinista, con el entonces emblemático Daniel Ortega, enfrentaba una callada pero sostenida guerra por parte de la llamada Contra, la cual tenía financiamiento directo de Washington, como quedaría demostrado por aquellos años.
Para nadie es un secreto que el gobierno de Hugo Chávez comenzó a vivir una etapa diferente, en su aura de popularidad, a partir de una fecha muy precisa: el 27 de mayo de 2007. El cese de la señal abierta de RCTV, por más que fue defendido por el gobierno, y a la postre refrendado, tanto por acción como por omisión en el seno del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), simboliza un punto de quiebre en la década que Chávez lleva en el poder.
Tuvo un costo internacional enorme, y sobre todo representa un antes y un después de lo que venía siendo la política oficial: hasta ese momento el pueblo sentía que el gobierno le estaba dando, retribuyendo con misiones y programas sociales; con RCTV por primera vez el gobierno le quitó algo al pueblo.
Algunos creen que el gobierno de Chávez aprendió de lo ocurrido con RCTV y que por tanto lo pensará muy bien antes de poner punto final a otra concesión de televisión. Comparto parcialmente tal visión. Basta seguir lo que ha ocurrido desde el 28 de mayo de 2007 a la fecha para comprobar que el gobierno sí aprendió algo: aprendió que no debe cerrar abruptamente un medio, y aprendió, lo cual es lo más lamentable para la sociedad venezolana, que hay muchas otras formas, indirectas, para silenciar o presionar las voces incómodas, sin llegar al cese total de una señal.
Entramos, entonces, en el escenario de una guerra de baja intensidad como la que viene sosteniendo el gobierno, desde sus diversas dependencias, contra el canal de noticias Globovisión.
El canal que dirige Alberto Federico Ravell ejerce un periodismo frontalmente crítico. No le deja pasar una sola al gobierno. Es una manera de ejercer la libertad de expresión. Su mayor resonancia, en este momento, no tiene que ver solamente con lo que hace sino con el contexto en el cual actúa.
Globovisión tiene un alcance bastante limitado por la señal abierta y una presencia en los servicios de suscripción en el país. Es lo mismo que hace algunos años, pues se le ha negado la posibilidad de que extienda su señal a todo el territorio. El contexto, entretanto, sí ha cambiado y de qué manera.
Desde el año 2002, y ese fue otro aprendizaje oficial, el gobierno ha consolidado una enorme red de medios televisivos. Pasó de tener solamente a VTV a contar ahora, además de la señal de todos los venezolanos, con los canales Vive TV, TVES, Ávila TV, ANTV, y las dos señales de Telesur (una para el exterior y otra de carácter nacional).
En este lapso mandó al cable a RCTV, con lo cual redujo enormemente su influencia, mientras que logró cambios importantes en las otras dos estaciones de carácter nacional, así Venevisión y Televen tienen un perfil entre neutral, algunas veces, y afín con el gobierno, otras tantas. Este contexto es el que precisamente hace que la voz de Globovisión sea una especie de piedrita en el zapato para las autoridades, más allá del alcance real que tiene este canal.
En los últimos 18 meses Globovisión ha sido objeto de procedimientos administrativos por parte de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel), ha sido visitado el canal por funcionarios del Seniat y multado por cuestiones impositivas, las antenas que fueron retenidas no han sido devueltas, sus periodistas y camarógrafos golpeados o atacados en las coberturas de calle, a la vez que impedidos de entrar a conferencias de prensa con autoridades estatales, su fachada ha recibido grafitis ofensivos y excrementos no menos insultantes, su director citado por la Fiscalía en incontables ocasiones, hay presiones sobre los anunciantes, sus directivos están detrás –según el gobiernode cuanta conspiración de política ficción se registra en el país, el canal ha sido declarado objetivo militar por un colectivo chavista que además le lanza bombas lacrimógenas sin que las autoridades castiguen a los responsables.
Que no quepa la menor duda, el gobierno tiene en la mira a Globovisión; al repasar esa especie de memorial de agravios, de todo lo vivido en año y medio quién lo puede dudar.
El canal de noticias, finalmente, simboliza lo que puede entenderse por libertad de expresión plena y cómo este derecho está ausente en nuestro país. Globovisión se expresa, sí, todos lo podemos ver, pero mantener tal línea crítica tiene un enorme costo. Para poder hacer crítica pública en Venezuela hay que jugársela.
TalCual
Andrés Cañizález
Concejales metropolitanos son juramentados y exigen respeto
Freddy Guevara, en calidad de presidente accidental, expresó que fueron elegidos por el pueblo y hacen un llamado a trabajar a favor de todos los venezolanos.
Este miércoles, desde la sede en Caracas del Colegio de Ingenieros, se realizó la juramentación de los concejales metropolitanos elegidos el 23 de noviembre. Explicó Freddy Guevara, nombrado como presidente accidental para la toma de posesión, que el acto se realizó en el Colegio de Ingenieros debido a que "los miembros de la Asamblea Nacional actuaron de forma grosera e inconsulta no sólo en contra de los concejales, sino de los trabajadores, de los bienes del Cabildo Metropolitano, en contra de los intereses de los venezolanos y de los caraqueños en particular".
Agregó que "somos los representantes del pueblo y exigimos respeto a este cabildo metropolitano y hacemos un llamado a trabajar a favor de todos los venezolanos".
Indicó que no es el momento para más enfrentamientos e instó a trabajar y a dejar de lado regalar el dinero a otros países. "Venezuela, los tiempos de cambios se están materializando y comenzaremos a legislar", finalizó Guevara.
El Nacional
Voracidad y fanatismo
El mandatario sectario es incapaz de reconocer sus carencias y demandas
Si no fuera por su inmenso poder y por el efecto perverso que ha producido en nosotros y en toda la sociedad venezolana, el presidente de la República, visto con la sabia distancia del tiempo, daría más lástima que admiración o temor. Un triste personaje desesperado por el poder, hambriento de ser el centro, preocupado sólo por el mando, por sí mismo, carcomido por sus ambiciones y sus miserias, infeliz, incapaz de tener un momento de paz, de sentir solaz. El estado de avidez y de violencia constante que experimenta el presidente de la República está íntimamente ligado como el mecanismo psíquico que los psicoanalistas llaman voracidad: la incapacidad de sentir satisfacción. El niño siempre pide más y más, necesita más, porque no logra contento, nada lo satisface. Peor: en esa progresiva exigencia, mientras más pide, más insatisfecho se siente, con lo que refuerza la frustración, el resentimiento, la envidia y el ataque destructivo al objeto malvado y amenazante que se niega a darle el poder.
La voracidad se conecta con el furor narcisista. La experiencia de insatisfacción conlleva a un nivel de intolerancia por el que el niño, ante cualquier contrariedad, es tomado por un ataque de rabia, cae en una rabieta narcisista que lleva a la destructividad y a la violencia. La identificación con el líder carismático se da, con mucha frecuencia, en estos niveles del psiquismo dominados por la frustración y el odio. El yo débil del fanático se compensa con la grandiosidad y el afán de venganza del mandatario sectario. Aprovechándose de las miserias de los otros, el líder manipula la envidia y convierte a sus oponentes en objetos de ataque. Todo lo que hace el opositor es diabólico, una amenaza en su intención de apropiarse de todo aquello que pueda dar satisfacción. El mandatario sectario es incapaz de reconocer sus carencias y demandas excesivas, la arbitrariedad y prepotencia con que busca más poder. Cualquier concesión al contrario desata la ansiedad persecutoria y le da la sensación de que puede ser destruido.
Axel Capriles
El Universal
http://www.eluniversal.com/2008/12/04/opi_art_voracidad-y-fanatism_1163581.shtml
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