En horas de la mañana de este miércoles 17 de diciembre, un grupo de estudiantes de la Universidad Católica Andrés Bellos se trasladó a las inmediaciones de la Plaza Bolívar de Caracas para realizar una ofrenda floral al Libertador por conmemorarse 178 años de su muerte. El evento se vio interrumpido cuando un grupo de afectos al oficialismo, en una actitud violenta, insultaron a los universitarios y se llevaron los equipos de sonido y la corona de flores. Algunos estudiantes resultaron heridos por el altercado.
Megaresistencia.com / Gbastidas
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Propósito de enmienda
¡Qué raro! La presidenta del TSJ, Luisa Estella Morales que, por cierto, votó No el 2D, se autoenmendó y ahora encuentra absolutamente constitucional la proposición de enmienda. ¿Quién lo hubiera creído? Tan seria que se ve la doña. Probablemente quienes adversamos ese proyecto somos los equivocados, porque tamaña lumbrera del Derecho, cuya fama trasciende las fronteras, no puede ser la que está errando.
Pero, así son las cosas. La presidenta del TSJ, desmoñándose para adelantar su opinión antes de que otro adulante le coleara la parada, santificó jurídicamente el propósito de Su Alteza de permanecer en el poder a perpetuidad. Pensará la magistrada que ese templón, quién quita, podría asegurarle su propia reelección indefinida.
Por su parte, Chacumbele también ha venido argumentando a favor de su desinteresada propuesta de gobernarnos para siempre. En un alarde politológico hizo saber que en Europa hay primeros ministros que son reelegidos una y otra vez y nadie protesta. No vamos a decir que Su Alteza dijo eso por ignorancia, porque no es así. Él conoce perfectamente la diferencia entre el régimen presidencialista y el parlamentario, pero juega con la ignorancia que atribuye a sus compatriotas en estas cuestiones.
En el régimen parlamentario, el Jefe del Estado, ya sea Presidente de la República o Rey, designa Primer Ministro o Jefe de Gobierno por lo general al líder del partido ganador de las elecciones. Si un mismo partido gana varias veces consecutivas las elecciones, podría darse que un mismo dirigente sea designado Primer Ministro varias veces, pero si en ese partido cambia el liderazgo, la designación recaerá en el nuevo líder.
Incluso el partido ganador podría proponer al Jefe del Estado un nombre diferente al de su principal dirigente.
No hay, pues, reelección popular indefinida de una misma persona. En el régimen parlamentario la jefatura del Gobierno depende tanto de la correlación de fuerzas en el Parlamento como en la del partido gobernante.
No hay manera de que una misma persona se perpetúe en el poder.
En el régimen presidencialista la jefatura del Estado y la del Gobierno se confunden en una misma persona y los peligros antidemocráticos que El Libertador diagnosticó con tanta precisión, al rechazar la posibilidad de un mando perpetuo, de que una misma persona "se acostumbre a mandar" y el pueblo "se acostumbre a obedecer", son tan propios del presidencialismo (y más en un continente con tradición de caudillos) que no es por casualidad que en ninguno de nuestros países (también con tradición de dictaduras) se permite más de una reelección e incluso ninguna.
En Estados Unidos, sociedad no dada al caudillismo, los peligros de éste fueron tan evidentes con las cuatro presidencias consecutivas de Franklin Delano Roosevelt, que en 1951 enmendaron la Constitución para limitar a una sola la reelección del Presidente.
En nuestro caso, a un personaje que ha mostrado un talante tan autoritario como Chávez, tan despreciativo de las leyes y de la Constitución y con un poder institucional, militar y civil, tan grande, concentrado en sus manos, sería peligrosísimo darle un cheque en blanco para la reelección indefinida.
Editorial TalCual
Teodoro Petkoff
En el régimen parlamentario, el Jefe del Estado, ya sea Presidente de la República o Rey, designa Primer Ministro o Jefe de Gobierno por lo general al líder del partido ganador de las elecciones. Si un mismo partido gana varias veces consecutivas las elecciones, podría darse que un mismo dirigente sea designado Primer Ministro varias veces, pero si en ese partido cambia el liderazgo, la designación recaerá en el nuevo líder.
Incluso el partido ganador podría proponer al Jefe del Estado un nombre diferente al de su principal dirigente.
No hay, pues, reelección popular indefinida de una misma persona. En el régimen parlamentario la jefatura del Gobierno depende tanto de la correlación de fuerzas en el Parlamento como en la del partido gobernante.
No hay manera de que una misma persona se perpetúe en el poder.
En el régimen presidencialista la jefatura del Estado y la del Gobierno se confunden en una misma persona y los peligros antidemocráticos que El Libertador diagnosticó con tanta precisión, al rechazar la posibilidad de un mando perpetuo, de que una misma persona "se acostumbre a mandar" y el pueblo "se acostumbre a obedecer", son tan propios del presidencialismo (y más en un continente con tradición de caudillos) que no es por casualidad que en ninguno de nuestros países (también con tradición de dictaduras) se permite más de una reelección e incluso ninguna.
En Estados Unidos, sociedad no dada al caudillismo, los peligros de éste fueron tan evidentes con las cuatro presidencias consecutivas de Franklin Delano Roosevelt, que en 1951 enmendaron la Constitución para limitar a una sola la reelección del Presidente.
En nuestro caso, a un personaje que ha mostrado un talante tan autoritario como Chávez, tan despreciativo de las leyes y de la Constitución y con un poder institucional, militar y civil, tan grande, concentrado en sus manos, sería peligrosísimo darle un cheque en blanco para la reelección indefinida.
Editorial TalCual
Teodoro Petkoff
La agonía chavista sin petrodólares
Que tan pronto se percibió que el ciclo alcista de los precios del petróleo ha llegado a su fin y ahora sólo queda, o apretarse el cinturón, o ver rodar la economía por la pendiente de la recesión y la hiperinflación, Chávez ha llevado su desequilibrio mental a niveles de peligrosidad clínica, es un síndrome que no debería extrañar a los venezolanos acostumbrados a sufrir presidentes que sintieron de repente eran los dueños del Universo, para luego caer a escalas de jefes de Estado menesterosos que empezaban a vivir del crédito internacional y/o de las exacciones impositivas.
Que si a ver vamos, era una reacción mucho más racional y humana ante los vaivenes de una economía que, por no estar sustentada en variables específicamente nacionales y referidas a características del mercado interno, marcaba sus auges en que la salud de los países consumidores, industrializados y capitalistas demandara más y más crudo.
Chávez, por el contrario, entendió la seña al revés, o sea, que había que convertir el alza de los precios en un arma política que colapsara al sistema capitalista, competitivo y de mercado, para luego proceder a la construcción de una utopía socialista, precedida por él, que prácticamente es un regreso a la economía de la caza y la pesca.
El resultado es que, sin demanda de petróleo a precios razonables y justos, sin un sistema capitalista en crecimiento sostenido y consumidores dispuestos a pagar las facturas de los productores, estos últimos corren el riesgo de quedarse sin petrodólares y andan ahora de rodillas, rogando, y clamando porque no los dejen sin las abultadas cuentas de que dispusieron hasta hace unos meses. Pedigueñería que es más patética en el caso del Gobierno venezolano y de su presidente, el comandante en jefe Hugo Chávez, quien, después de haber dragoneado durante años que era el artífice del alza de los precios con fines políticos, anda ahora rogándole a la Opep que recorte más y más la producción para ver si, por un milagro de Dios, se recuperan los precios.
Y se explica, porque ninguno de los jefes de Estado de los países productores de la Opep y de los no-Opep, puso a depender tanto su gobierno, su proyecto y destino políticos como Hugo Chávez, el cual, prácticamente, se presentaba en los escenarios mundiales como un hijo consentido de este maná que permitía que un líder minúsculo, sin mucho esfuerzo y por simples golpes de suerte, fuera temido como un presidente malhumorado que jugaba al papel de "cortador de la luz". Tan inflado, que destruyó la economía no petrolera venezolana, la metalmecánica, la agroindustria, la manufacturera, el comercio, no sólo porque podían vivir de los subsidios que podían arrimarle los altos precios del crudo, sino porque, con los mismos, había dólares para importar, importar e importar. Programas sociales, presupuestos, compra de empresas privadas, inversiones en cooperativas, empresas de producción social y, sobre todo, el gigantesco gasto que se puso a circular por el mundo como medio de exportar la revolución, construirle un liderazgo a Chávez, y estructurar una alianza para derrocar el capitalismo, todo se cubrió con los dólares color de aceite que no venían precisamente de los poquísimos países socialistas que quedan en el mundo, sino de las muchísimas economías regidas por las leyes del mercado, la competitividad y la globalidad. Por eso se habló de la revolución de Chávez como de una "revolución petrolera", y de su socialismo como de un modelo "chuleta" que no sería nada en cuanto los países capitalistas cerraran el grifo que permitía que Chávez se presentara como uno de los jefes de Estado más ricos del mundo.
Hoy, todo eso es historia, y lo horrible es que está descoyuntando mentalmente a Chávez hasta unos niveles en que no queda más que declararlo un problema de salud pública.
Manuel Malaver
El Mundo http://www.cadenaglobal.com/noticias/default.asp?Not=200632&Sec=77
Lanzan armas de destrucción masiva en Irak, pero Bush tiene buenos reflejos...
1 comentario:
es la fuerza con los estudiantes, si te gusta, dominar el país ... Esta es la razón por la que Teclas de miedo!
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