Según Keller, 53% opina que "Chávez se está convirtiendo en dictador"
Siete de cada diez venezolanos rechazan la amenaza de cierre contra Globovisión, según el más reciente estudio nacional de opinión pública realizado por la encuestadora Alfredo Keller y Asociados.
De acuerdo con los resultados arrojados por este sondeo, 68% de la población se opone a sacar del aire al canal de noticias, 25% apoya esa medida y 7% no fija posición al respecto.
Para esta investigación, llevada a cabo del 16 al 31 de julio, Keller consultó a 1.200 personas, mayores de 18 años y de todos los estratos socioeconómicos, que residen en 58 centros poblados con más de 20 mil habitantes. El error estadístico de la muestra se ubica en 2,89%, para 95,5% de confianza.
La mutación El 53% de los entrevistados comulgó con la frase "el presidente Hugo Chávez se está convirtiendo en dictador", mientras que 44% negó esa tesis.
En el segundo trimestre de 2009, 51% advertía la deriva autoritaria de Chávez, al tiempo que 47% no la apreciaba.
Ante la frase: "El presidente Chávez lo está haciendo bien y debe continuar como va", 54% consideró que la afirmación es falsa y 44% verdadera.
Al evaluar las "condiciones del entorno alrededor de la radicalización actual", 56% las calificó como "negativas" y 44% las tachó de "positivas".
Pocos aplausos Keller midió la popularidad del ministro de Obras Públicas y Vivienda, Diosdado Cabello, responsable de ordenar el cierre de 34 emisoras de radio en el país. El estudio concluye que Cabello desagrada a 59% de los ciudadanos y sólo entusiasma a 28%.
Entre quienes se identificaron como "chavistas", 64% respalda al titular del Mopvi y 27% le cuestiona. En el campo opositor, la diferencia es clara: a 91% le disgusta y a 5% le atrae. Con los "neutrales" tampoco tiene suerte el funcionario: 63% lo fustiga y 13% lo aplaude.
Antes de caer en estos niveles de desaprobación, la encuestadora refleja que en el segundo trimestre de 2005 Cabello alcanzó su pico de aliento popular, con 47%. El punto más bajo lo consiguió en el tercer trimestre de 2008 (27%), año en el que perdió la Gobernación de Miranda.
Desde mediados de 2007, apunta Keller, más de la mitad de los venezolanos critica el proceder del ex Vicepresidente.
Por tu culpa Frente a la pregunta: ¿Quién es el principal culpable cuando los problemas del país no se solucionan? El 59% de la muestra acusa al gobierno de Chávez y 39% dice que "otros". Esa relación es casi la misma entre los "neutrales" (58%-38%), dándose las mayores diferencias entre los opositores (86%-14%) y los oficialistas (38%-57%).
La "sensación" de inseguridad se mantiene. Keller afirma que 83% de los interrogados siente que la inseguridad ha empeorado y lo mismo piensa el 66% sobre el costo de la vida.
En general, seis de cada diez compatriotas observan que los males que padece la nación han ido en aumento, 20% señala que todo "sigue igual" y el resto sostiene que han mejorado. "Hugo Chávez está sacando a los venezolanos de la pobreza", planteó Keller y obtuvo como respuesta que 57% percibe como "falsa" esa premisa y 41% la acepta.
En referencia a la "prohibición de transmitir cuñas de televisión que promueven el derecho a la propiedad privada", 64% objetó la censura, 24% la alabó y 12% guardó silencio.
ppenaloza@eluniversal.com
Pedro Pablo Peñaloza
EL UNIVERSAL
Decir que "un grupo anárquico" asaltó Globovisión es un disparate semántico
Decir que "un grupo anárquico" asaltó las instalaciones Globovisión es, en el mejor de los casos, un disparate semántico; y en el caso de los voceros del gobierno, una mentira pura y simple. La anarquía como hecho y como doctrina es el rechazo de toda autoridad. Quien lo expresó con mayor claridad fue Pierre-Joseph Proudhon, quien llegó a decir que "quienquiera que ponga su mano sobre mí para gobernarme es un usurpador y un tirano y lo declaro mi enemigo". De acuerdo con esa idea, la jefa del grupo asaltante no tiene nada de anárquica, pues jura y perjura en el nombre del más aborrecible de todos los poderes, el poder personal; y peor aún si encarnado en lo que los anarquistas de todo pelo y condición más detestan y combaten: el militar. A un grado tal que durante la guerra de España, los milicianos anarquistas se vigilaban para no marchar jamás al paso.
Protegida y estimulada Desde que se hizo conocer, esta dama ha sido no sólo una vociferante partidaria de ese poder, sino que éste la ha cubierto, protegido y estimulado, como lo evidencia su más somero apunte biográfico. La primera vez que se oyó hablar de ella, fue a raíz del asesinato de miles de personas inocentes en el atentado contra las Torres Gemelas de New York. Con un grupo de sus secuaces, a modo de celebración del crimen, quemó entre gritos de alegría, fanfarrias y canciones una bandera norteamericana. O sea que estaba exaltando una triste hazaña del odio de otro de los poderes combatidos toda la vida por los anarquistas: el de la clerigalla, esta vez musulmana. Porque su celebrado Osama Bin Laden no atacaba el Estado sino al pueblo norteamericano, el "Gran Satán", con la aspiración confesa de establecer en todo el mundo un régimen teocrático, sustituir el Estado laico y democrático por un absoluto y despótico Comendador de los Creyentes.
Su carrera criminal A partir de allí comenzó su carrera delincuencial. Las páginas rojas suelen hablar del "hampa común" para diferenciar sus acciones de aquellos que cometen delitos pretextando que lo hacen para mayor gloria de la Revolución. Mientras que aquellos cometen atracos, éstos hacen otro tanto pero prefieren llamarlos "expropiaciones" como en la clandestinidad pre-octubrista acostumbraba llevar a cabo el camarada Stalin. Pero en el caso de la señora Ron, desde el principio era prácticamente imposible diferenciar sus acciones de las del hampa común, a partir de algo tan simple e inmediato como su lenguaje procaz, el habitual de los tratantes de blancas.
Todo el mundo presenció horrorizado como esa señora desarrollaba sus acciones con un frenesí y un estentóreo lenguaje que hacían sospechar que su apellido no fuese tal sino el combustible de un exaltado delirium tremens. Todo el mundo condenaba esas acciones y se asombraba con ingenuidad de que semejante peligroso parásito social gozase de una aparente impunidad.
El altar de la Revolución Hasta que se supo que esa impunidad no era ni aparente ni producto de la desidia policial. En una de sus delirantes habladurías de "¡Aló Presidente!", este último señor condenó no a las acciones criminales de la susodicha, sino a los que, desde diferentes ámbitos, "satanizaban" a quien era, dijo, sólo una meritoria "luchadora social". De tal modo y manera, que por obra y gracia del Supremo, Lina Ron era consagrada Gran Dama de la Revolución, elevada a los altares del proletariado junto con Louise Michel y Flora Tristán, Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin, la Pasionaria y Zoia Konmodemianskaia.
Con semejante aval, esta señora ha continuado su meteórica carrera en el hampa: desde el asalto al Palacio Arzobispal hasta las agresiones a los medios independientes, no gubernamentales. Cuando se le va la mano, sobre todo cuando actúa en uno de esos momentos en que el Héroe del Museo Militar decide endosar la piel de cordero y la doña, para decirlo en el lenguaje de la farándula, le "roba el show", se le hace algún leve reproche, se le pincha sin maldad un glúteo.
La adoptó Diosdado A partir de cierto momento, Diosdado Cabello la tomó bajo su directa protección, y por eso se le veía menos en Caracas mientras gozaba de su sinecura en la Gobernación de Miranda. Pero el electorado de aquel Estado decidió no soportar más a aquel señor que aparte de sus bellos ojos exaltados por su Comandante en Jefe, no mostró (ni tampoco hizo ningún esfuerzo por adquirir) mérito alguno que le ganara la reelección. Y aquí sí se montó, como se dice, la gata en la batea: sacando la más simple de las cuentas, un contralor de la región demostró que el fulano podría tener los ojos más bellos del mundo, pero también la mano veloz del carterista: el enriquecimiento ilícito le ha ganado un puesto a la diestra del Dios Padre de la revolución bonita, en un Olimpo que de ladrones ya está atestado en un volumen desconocido en la historia de Venezuela (y mire que los ha habido, antes y después del Benemérito General Juan Vicente Gómez). Como los medios comenzaron a denunciar la insaciable ladronería del señor Cabello, aquí ha vuelto a entrar en liza esta princesa del hampa "bolivarera".
El mandón de Miraflores designó a Diosdado Cabello para acabar con la libertad de expresión sabiendo que pondría en eso todo su empeño, por ser quien más tiene que perder si los mass media se emperran en denunciar sus malhechurías. Y como la burocracia es siempre lenta, allí está presente para proceder a las "expropiaciones" de rigor este raro espécimen de una "anárquica" protegida y mantenida por el poder. El pobre Mijail Bakunín debe estar revolviéndose en su tumba.
Manuel Caballero
El Universal
La crisis del pensamiento occidental es de verdad devastadora
Un amigo pregunta: "¿Esos debates que reseñas en tus artículos -casi siempre con gente muy querida-, ocurren de verdad o tú te los inventas?". Tan de verdad ocurren, pana, que el domingo pasado -porque no hay chance para discusiones más sistemáticas- en la premura de la sobremesa, enfrentado a un sacerdote, teólogo y amigo, le dimos rienda suelta a la polémica. Con demasiada exaltación de parte y parte. Pido disculpas por ello al resto de los comensales, sobre todo a los anfitriones, incluido mi ahijado, teólogo en ciernes. Y gracias por esa comida tan sabrosa.Sabiendo que nunca he estudiado a Tomás de Aquino, mi interlocutor con un tonito ofensivo o por lo menos agresivo, arranca la discusión en un registro muy alto: "Vamos a ver, ¿cuántas páginas de la Summa Theologica te has leído?". Y debo confesar que no pude sobreponerme a su agresividad y me puse ofensivo también: Ni una sola página, padre, porque por esos extraños vericuetos de la flexibilidad del pensum y la libertad de cátedra de la Simón Bolívar, me tocó estudiar a Nietzsche antes que a Santo Tomás. Y cuando eso ocurre, señor, ¡es muy difícil regresar a éste! A no ser que sea para ratificar en él toda la profunda debilidad del pensamiento occidental y, muy particularmente, del de Aristóteles.
Luego de intuir, con Nietzsche, que no hay ninguna -absolutamente ninguna- Verdad, ni en el plano racional ni en el moral; que no tenemos ningún concepto del Bien, la Justicia, lo Uno, el Amor o la Belleza; ¡y que todo lo que podemos conocer de la supuesta realidad son Interpretaciones!, después de haber captado que la Razón sólo puede producir Re-presentaciones de dicha Realidad -¡y que cada quien construye las suyas!-, después de todo ello, padre, volver a la Escolástica Medieval es como doloroso.
Pero aunque no hubiese estudiado Nietzsche antes que Santo Tomás, habría bastado con Kant y con la Modernidad. Habría sido suficiente comprender el hachazo de David Hume al poner en evidencia que no hay ninguna -absolutamente ninguna- conexión entre la Razón y la Moral, esto es, que el "Deber Ser nada tiene que ver con el Ser"& para captar toda la quiebra de la Filosofía Griega y de la Teología Medieval. Bastaría con el inmenso fracaso de Kant -en sus esfuerzos por rescatar esa conexión entre la Razón y la Moral- para intuir que Platón, Aristóteles, San Agustín y Santo Tomas fueron tan sólo grandes esfuerzos (dolorosamente frustrados) para captar el misterio de lo Humano& ¡tan impenetrable como el de Dios!
Usted tiene toda la razón, padre: la Modernidad fracasó al intentar fundar la compresión de lo Humano en el Individuo. No seré yo quien defienda a estas alturas esa tesis. !Por ello adverso radicalmente al Liberalismo Clásico! Pero de dicho fracaso no se podía regresar a Platón y Aristóteles, ni a una noción de Dios como la de la Escolástica Medieval, atrapada por la endeble Filosofía Griega, prisionera de ella. El fracaso del Individualismo y de la Modernidad sólo podía ser enfrentado por la Posmodernidad, por un enfoque inmensamente fértil como el de Nietzsche: no existe La Verdad, ni conceptos o Hechos que la funden, hay sólo Interpretaciones. La noción medieval de Dios es tan válida como la moderna de Individuo. La crisis del pensamiento occidental es de verdad devastadora.
Posdata: Mi problema es que por suerte -o porque la USB exageró la flexibilidad del pensum y la libertad de cátedra- me tocó también ver Wittgenstein antes que Santo Tomás. Y, ahora sí, padre, después del Tractatus, volver al Medioevo es casi un crimen.
gomezemeterio@gmail.com
Emeterio Gómez
El Universal
No hay comentarios:
Publicar un comentario