"El caudal de conocimiento de la gente que colabora con él es muy escaso para las tareas de gobierno"
Entrevista Enrique Tejera París, Doctor en ciencias políticas
Seguramente un joven de veinte años considera la Historia Contemporánea de Venezuela como una serie de hechos recónditos que no registra en su memoria porque simplemente los ignora. Golpes de Estado, levantamientos populares, políticos que luchaban en la clandestinidad y un país que entraba a la modernidad dando tumbos entre militares y civiles, pero más militares que civiles, es el registro de la segunda parte de las Memorias de Enrique Tejera París (Dos golpes y una transición). Allí está la historia de un líder civil que se alió con un coronel para iniciar un proceso democrático que luego daría paso a una dictadura. Un dato dentro del amplísimo registro que nos entrega Tejera como testigo y actor de la aventura que significa gobernar en Venezuela pero, sobre todo, la localización de las claves para entender cómo y porqué, en un momento dado, pusimos la palanca en retroceso a la búsqueda de un pasado que suponíamos ya superado.
-Narra usted en su libro que cuando Juan Pablo Pérez Alfonso llegó al Ministerio de Fomento ya sabía todo lo que iba a hacer, lo tenía en la mente, lo venía planificando. En otras palabras estaba preparado para la tarea. ¿Cómo abordaría usted una comparación de este tipo de funcionario con los actuales ministros de Chávez?
-Una vez yo le dije a (Raúl) Leoni que no me gustaba un ministro que él había designado y cuando me preguntó por qué, le respondí que venía hablar con él y me había dicho que estaba desesperado porque en ese ministerio "no hay tiempo ni para pensar". Le expliqué, entonces, que nunca aceptaría un cargo que no hubiese soñado tener durante mucho tiempo porque uno debe saber qué va a hacer.
-Sin embargo, en sus Memorias usted confiesa que cuando lo nombraron director de Administración del Ministerio de Agricultura "...no sabía cuándo se recogía el café o en cuánto tiempo paría una vaca (nueve meses)".
-Pero yo sí estaba preparado porque era profesor de administración pública, había fundado esa cátedra y siempre me ha fascinado la materia. Gracias a eso fui invitado a dar clases de Organización y Método en Río de Janeiro.
-Yo se lo preguntaba porque en la actualidad cualquiera es nombrado ministro y la rotación es tan vertiginosa que en diez años ha habido, por ejemplo, ocho ministros del Interior y se han creado una veintena de ministerios.
-Casi toda la gente que ha entrado allí (al gobierno) son agits props, militantes comunistas que tenían justo lo necesario para hacer agitación y propaganda en sindicatos y universidades. Ellos no pasaron de allí en su formación y, además, tuvieron la desgracia de pasar por la UCV en un momento cuando ésta era un aparato formador de comunistas. Así, quienes estudiaron en la Facultad de Economía fueron instruidos para trabajar en la Unión Soviética y muchos se graduaron cuando aquella ya había dejado de existir. De manera que aprendieron una ciencia que no tiene aplicación en la realidad.
-Sin embargo, la Universidad era más democrática y bajo ese precepto nació el concepto de la masificación de la educación.
En aquel momento, dentro de la Universidad, la selección cayó bajo un signo muy peculiar que no existió ni en la Unión Soviética ni en Cuba: el desprecio y el horror a la excelencia y a la competencia porque eso, se decía, era marginar a los estudiantes. Así, se buscaba a los individuos más fieles pero, al tiempo, más brutos.
-¿Es eso lo que ha venido haciendo Chávez?
-Es que él no tiene la culpa porque también forma parte de eso y además, tengo entendido, porque me lo dijo su examinador principal, que no había pasado unos exámenes, en la Escuela de Comando y Estado Mayor. Además, la gente que él conoce, a través del PCV, vienen de la Universidad y han sido aupados a altos cargos a pesar de su mediocridad.
-¿No será que los busca así porque teme verse superado en inteligencia y capacidad por sus subordinados?
-No lo creo. Simplemente el caudal de conocimientos de la gente que colabora con él es muy escaso para las responsabilidades de gobierno. Ellos no pensaron nunca en gobernar, sino únicamente en hacer agitación y propaganda.
-Pero en la Unión Soviética había gente muy bien preparada.
-No sólo eso. Cuando yo estuve allí pude apreciar cómo el sistema de selección para el ingreso a las universidades era de una dureza extrema. En la Universidad Lomonósov, de Moscú, me preguntaron qué me había impresionado de esa casa de estudios y les respondí que no veía sino gente adulta y ni una sola cara de muchacho de pregrado. "No los hay", me contestaron. "Esta universidad es sólo para estudiantes de posgrado e investigadores". Además, el Partido Comunista soviético era de una eficacia total. El ex embajador de la URSS en Washington, Anatoli Dobrinin, me contó como él, quien era un ingeniero de provincia, fue llevado por el partido (Comunista) a Moscú en plena guerra para cursar estudios de diplomacia. Allí les enseñaban, entre otras muchas materias, algo que ellos no tenían: buenos modales. La responsable del curso era una antigua condesa que enseñaba normas de etiqueta ante una mesa de fina cubertería pero con los platos y copas vacíos.
-No obstante hay quienes comparan el trienio adeco del 45 al 48, descrito en su libro, con esta era chavista. La génesis de esos gobiernos estuvo en un golpe de Estado. Aquello fue llamado una revolución, esto de ahora también. En ambos casos llegó a gobernar gente que estaba fuera de los círculos de poder. Se acusaba a los adecos de sectarios y sobre los chavistas también recaen acusaciones de ese tipo.
-Yo me he entrenado para no contestar esa pregunta porque no pasa de ser una imbecilidad de gran tamaño. La diferencia, no sólo está en la falta de capacidad de la gente que busca el Presidente para administrar. La Junta Revolucionaria de entonces tenía un problema muy distinto: escoger entre gente muy competente.
-¿Dónde se formó esa gente tan competente, tomando en cuenta que Venezuela era país rural y que se había liberado de una dictadura apenas diez años antes?
-En las universidades. El universo económico y social era muy pequeño, pero el bachillerato, creado en 1913 por un gran ministro (Guevara Rojas), era copiado del sistema educativo francés y tenía una increíble cantidad de conocimientos. La universidad no recibía sino a jóvenes que habían pasado por ese bachillerato y además éramos pocos estudiantes con unos magníficos profesores.Luego la Revolución de Octubre (como la llamábamos nosotros y los comunistas se burlaban) amplió el horizonte de la administración pública con la incorporación de jóvenes profesionales, algunos provenientes de países extranjeros, como Argentina o los Estados Unidos. Eso, recogido en el libro, llevó al embajador norteamericano a informar al Departamento de Estado que profesionales y técnicos sustituyeron a los poetas en ministerios como el de Agricultura. Fue un verdadero renacimiento del saber científico y administrativo, todo en medio de una honestidad agresiva.
-¿Y el sectarismo?
-El sectarismo era fuerte.Pero era un sectarismo moderado por hombres como Betancourt, Leoni y Pérez Alfonso. Este, en el Ministerio de Fomento, no removió prácticamente a nadie. Los grandes expertos petroleros que encontramos permanecieron en sus cargos. De modo que el gobierno era mucho mejor, producto, también, de una tradición administrativa.
-Que venía del gomecismo.
-Del gomecismo no, del medinismo y del gobierno de López Contreras. No hay que caer en la idea marxista según la cual López Contreras y Medina fueron la continuación del gomecismo. Fueron dos gobiernos enteramente diferentes al de Gómez y diferentes entre sí.
-¿Cómo es posible que una universidad como la de los años 30 y 40 fuera capaz de formar una generación más eficaz que la salida de las aulas de la universidad moderna en los años 70, 80 y 90?
-Eso es producto de la masificación, pero en cuanto a calidad de enseñanza se ha mejorado. La Facultad de Derecho de la UCV es mejor ahora que cuando yo era estudiante. Los profesores, en aquella época, eran de primera clase. Hoy quizás no porque hay que buscar un profesor por cada cuarenta alumnos. En todo caso la metodología y la amplitud de enseñanza, hoy en día, es mayor, pero nosotros salíamos mejor preparados.
rgiusti@eluniversal.com
Roberto Giusti EL UNIVERSAL
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